Es casi que de Perogrullo que cuando un político, pretende conquistar la voluntad de la mayoría de los votos del sector humano que desea gobernar, además de poseer las actitudes y aptitudes necesarias que, de llegar a lograr sus objetivos, sean la base para una buena gestión, debe estar claro en cuáles son las prioridades de la gente en cuanto a cuáles son las necesidades más sentidas, las que el mayor porcentaje de personas de las que depende su triunfo o su derrota, desea o aspira que ese candidato o candidata por el o la cual votan, le resuelva, porque son las que más le afectan en su vida familiar, laboral, educativa o de cualquier otra índole.
Para nadie es un secreto que lo que todo el mundo en este país aspira es que se le resuelva el problema que representa el poder satisfacer sus necesidades básicas de alimentación, salud, transporte entre otras y que los ingresos que percibe sean suficientes para no tener que sobrellevar limitaciones y necesidades que le obliguen a llevar una vida cargada de dificultades, lo cual en estos momentos, bien sabemos, es algo por lo que la mayoría del pueblo venezolano está pasando como consecuencia de una guerra económica contra el país que aunque un porcentaje de personas, ciegas, sordas y mudas, se niegan a aceptar, es una realidad que a estas alturas no admite argumentos en contrario, porque los autores intelectuales o estrategas y los actores materiales o ejecutores, se han propuesto por medio del ahorcamiento de nuestra economía, a través de boicots financieros, de bloqueos comerciales, de un abanico de acciones tales como el contrabando, el acaparamiento de productos, la especulación escandalosa con operadores como los llamados bachaqueros y el despiadado ataque contra el valor real de nuestra moneda, todo lo cual aunque no les ha servido a los enemigos de la Revolución exógenos y endógenos para su objetivo principal que es derrocar al gobierno legitimo, sí lo han aprovechado para crear ante el mundo una matriz de opinión y una imagen distorsionada de la realidad, haciendo que se nos mire desde fuera como un país hundido en la pobreza y a punto de colapsar y sin capacidad por parte del gobierno para maniobrar, hasta el punto de rescatar, sobre todo el poder adquisitivo de la población que ha sido el más deteriorado por el terrible y masivo bombardeo a que ha sido sometido.
El hecho de que en tan corto periodo de tiempo el pueblo haya demostrado que está claro desde dónde le vienen los ataques que le están haciendo difícil la vida, y de manera contundente lo haya dejado expresado con los resultados electorales de las dos últimas elecciones (ANC y GOBERNACIONES) no ha sido para nada tomado en cuenta, ni por la mediática internacional ni por gobiernos de derecha, a cuya cabeza está el imperio gringo, para aceptar que el gobierno venezolano es hueso duro de roer y que a diferencia de otros países, donde por muchísimo menos del abanico de ataques a los que han sometido a este pueblo, el mismo se resiste, de manera ejemplarizante y en lugar de parecer disminuido ha dado demostraciones de fortaleza, por una clara razón que aquí ha sido única y que no es otra que una intima y solida unidad, entre la Fuerza Armada Nacional y el pueblo que se ha dado en llamar Unidad Cívico Militar, fenómeno inédito en el planeta tierra.
Ahora bien, vienen unas nuevas elecciones de enorme importancia porque son para elegir a un líder que debería ser la más intima proximidad con el pueblo y estar en capacidad de enfrentar con éxito y de manera inmediata y rápida los fenómenos que han pervertido y distorsionado la economía al dar origen a una nueva trama delincuencial, que conocemos como el bachaquerismo, plaga perversa que por ejemplo sirvió para que en Carabobo el actual Gobernador Rafael Lacava, obtuviera un resonante triunfo, pues logró demostrar además de voluntad política, capacidad y constancia para obtener logros significativos, evidentes y palpables, contra esa especie maligna de rufianes que tanto daño le hacen a la familia venezolana, por lo cual, candidato o candidata que no levante de manera clara y contundente la bandera que implica este problema como la necesidad más sentida de la población, está lamentablemente casado con la derrota, porque mientras exista el bachaquero, seguirá el calvario para un buen vivir, no alcanzará ningún ingreso, por alto que sea y llegará el momento, muy difícil de predecir, en que la reacción del pueblo sería de pronóstico reservado.
Estamos a pocos días de saber qué va a suceder en esta nueva prueba a que es sometida la democracia venezolana, y me atrevo a afirmar que candidato o candidata que no haya tomado en cuenta cuál es la necesidad más sentida del pueblo en estos momentos, está condenado a una contundente derrota y el trabajo que le quedará será mandar a recoger sus afiches y vallas y acostumbrarse al ostracismo político que le depara el futuro.
Habrá excepciones, aquí en el Táchira, podría darse una de ellas porque bien sabemos la desgracia que este pueblo lleva acuestas, con gobiernos cuarta republicanos, que en la actualidad con nuevas caras pero viejos resabios se han sumado a los enemigos de la patria y tanto a la Alcaldía Capital como en la Gobernación han llegado personajes que estamos seguros, por defender intereses personalistas y aceptar financiamientos de origen oscuro, lo que van a hacer en su gestión (ya lo hemos visto en la gestión de la Alcaldesa) no es otra cosa que convertirse en verdugos del pueblo, que aquí, aún con excepciones, muy escasas por cierto, se han materializado por un motivo irrefutable que no es otro que el odio terrible contra la Revolución, que les lleva a votar así sea por un jumento que les coloquen de candidato.