Hoy está creciendo una nueva generación, la cual está llamada a desarrollar el socialismo iniciado por el Comandante Chávez. Esta nueva generación debe estar en condiciones de construir sobre una nueva base las relaciones mutuas en este mundo saturado de interdependencias.
Y la mujer asume la inmensa responsabilidad de que en temprana edad el futuro ciudadano aprenda a respetar a su pueblo y cultura, a las personas, cultura y modo de vivir. Los jóvenes de hoy vivirán y trabajaran mañana en nuestro país, manteniendo vínculos más fuertes que nosotros.
Una antigua alegoría dice que en el mundo hay tres valores principales: el pan diario, que da fuerza y salud; la sabiduría contenida en los libros y que garantiza la unión entre los tiempos; la mujer, que impide se rompan los hilos de la vida. Las mejores mentes de todos los tiempos destacaron el papel pacificador que desempeña la mujer, su capacidad para enfriar las acaloradas cabezas y ennoblecer los corazones obstinados. Por ello no es sorprendente que la paz tenga hoy a las mujeres como su más desinteresado y abnegado defensor, que por su naturaleza han sido destinadas para conservar y perpetuar el género humano. Las enérgicas y apasionadas iniciativas y manifestaciones antibélicas que realizan las organizaciones y movimientos femeninos son un rasgo propio de la vida sociopolítica.
Creemos en el éxito de la obra iniciada. Por el pueblo —que recorrió el heroico y escabroso camino de la lucha por sobrevivir en medio del cerco hostil, por transformar de modo revolucionario un inmenso y atrasado país— cumplirá también esta tarea. Naturalmente, sabemos que llegar a esta meta es muy difícil; ello obliga a reconsiderar muchos aspectos de nuestro pasado y presente, exige la toma de decisiones originales y audaces, requiere una gran responsabilidad y una verdadera abnegación. Tenemos que superar mucho de nosotros mismos, porque todos nosotros somos hijos de nuestra época.
Creemos que una política realista la necesitan todos los Estados y pueblos. Esta política presupone, como mínimo, una actitud seria hacia las propuestas de la otra parte, analizar hasta qué punto ellas son constructivas, ver si tienen en cuenta los intereses de la parte contraria, la opinión del pueblo y las conclusiones. Lamentablemente, es respuesta a nuestra iniciativas recibimos, por regla general, una negativa inmediata o una dogmática confirmación de las viejas posturas. Así, resulta que ahí falta realismo político. Más el mundo necesita y demanda una política de hechos concretos.
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!