El nacionalsocialismo fue una respuesta al nihilismo de la cultura y de la civilización liberales, capitalista y burguesas, pero también al marxismo economicista y político empeñado en las tareas de construir el futuro. El nazismo quiso ser el verdadero reconstructor del mundo, para lo cual había que pasar por la disolución del poder existente y de su cultura pasar por la disolución del poder existente y de su cultura liberal y permisiva. El nazismo, por lo tanto, no fue una arbitrariedad de loco ni un desvarío de pueblo enfermo. Al nazismo lo trajo el ateísmo pragmático, utilitarista, capitalista.
Contra este poder demoníaco de metamorfosis que así cambia el dolor en gozo, nada pueden los golpes del Destino. Lo que parece castigo y prueba es, para el pueblo fuerza y ayuda, y lo que rinde a otros pueblos hace erguirse al pueblo de Venezuela. Sus energías se aceran en los golpes que a un débil aniquilarían. El siglo, que gusta de jugar con alegorías, nos aporta una prueba de lo opuestos que pueden ser los efectos de experiencias iguales en pueblos de distinto temple.
Quien vive muriendo día tras día, entretejiendo la vida con la muerte, conoce un terror potente y elemental del que nada sabe la experiencia diaria de los demás; los cuerpos que jamás perdieron su contacto con la tierra ignoran lo que es el placer de flotar en el éter, como alma sin cuerpo. En concepto de la dicha del que vive tales momentos, equivale a éxtasis; su concepto del tormento, a la disolución en la nada. Por eso la felicidad del pueblo, no trasluce tampoco esa ruidosa alegría de otras vidas sino que arde y llamea como el fuego, y tiembla de lágrimas contenidas, y siente el pecho rompérsele en un estado, insostenible, que más bien se diría de goce que de dolor. Y lo mismo sus tormentos: tienen siempre algo que ha vencido ya esa sensación vulgar de angustia confusa que pone un nudo en la garganta y oprime de agobio y de terror; es una claridad helada y casi riente, una codicia satánica de amargura que no conoce las lágrimas, una risa estertórea y seca, una risa de gozo triunfante. Nunca, había sido tan des garrada esta polarización de los sentimientos ni el mundo tan dolorosamente tenso entre estos dos nuevos polos de éxtasis y aniquilación que exalta por sobre toda medida habitual de dolor y dicha.
La verdad es que la desaparición de la especie humana en nada alteraría la organización del universo y probablemente tampoco la vida del planeta: Mientras las disciplinas estudiosas de ese Caos generador de orden, progresan en el conocimiento del mundo y hasta amagan aplicaciones tecnocientificas que pueden llevar a predecir las fluctuaciones del mercado financiero y el rodar de la bola de la ruleta, la humanidad no parece desembocar en forma alguna de organización y más bien, a través de las rebeliones vanguardistas del arte y de las letras, abole cualquier esperanza de acercamiento al espíritu, confundido dicho acercamiento con fenómenos sensoriales producidos por las drogas, los trances egolátricos, la erotización cremástica y consumista.
Campbell precisa: "las criaturas empiezan a existir, viven de la muerte de otras, mueren y se convierten en el alimento de otras, perpetuando así a través de las transformaciones del tiempo, el arquetipo inmemorial del principio mitológico; y el individuo no es más importante que una hoja caída". De modo que, por una parte, se aceptaba la prepotencia de los dioses y por otra, se celebraba la vida con ritos y sacrificios a fin de que mantuviera su ritmo cíclico.
Roger Godel, médico, psicólogo, inteligencia científica, forma parte de una élite que está atando los cabos y la cual puede significar el mayor paso de avance en el camino de una humanidad capaz de disfrutar de otros bienes que los ofrecidos por la industria consumista: pasta de cosas inermes y sin alma deslizándose interminablemente, hacia el río de la existencia, hacia la desembocadura en el mar de la nada, tan semejante al caos original.
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!