Es interesante hurgar en el trabajo realizado por Carlos Edsel González y Mario H. Concha Vergara, que la Fundación Editorial El perro y la rana, les publico bajo el título "Simón Bolívar: pensamiento económico y constitución del poder moral", porque en el mismo se recogen algunos datos que revelan la conducta que siempre asumía el Libertador frente a los que se comportaban con inmoralidad.
En la página 85, con el título NADIE DEBE ROBAR IMPUNEMENTE A LA REPÚBLICA, los autores señalan que "Como hemos podido constatar por el texto del decreto emitido en 1813 por el Libertador en Puerto Cabello, en medio del tremendo pero necesario conflicto de la Guerra a Muerte, Bolívar era implacable con los ladrones de la hacienda pública. En 1814, durante el año de la sangre y de las pruebas, como lo llama don Eduardo Blanco (1838-1912) en su Venezuela Heroica, el capitán de marina José Bianchi, de nacionalidad italiana, nacido en Génova, jefe de la escuadrilla patriótica, a quien incautamente el general Santiago Mariño (1788-1854) había confiado en Cumaná los tesoros de la Catedral de Caracas, que el cabildo eclesiástico de esta iglesia había entregado como ayuda a Simón Bolívar, cuando este abandonó la capital en su dolorosa emigración a Oriente, al verse en posesión tanta riqueza y valiéndose de las apuradas circunstancias y de las rivalidades de los jefes patriotas, acordó con los capitanes de los buques, y previo soborno a la tropa embarcada, y de la guarnición del castillo de San Antonio de la Eminencia, se hizo a la vela sin que nadie se lo pudiera impedir, llevándose el parque y veinticuatro cajas de plata labrada que constituían el único tesoro de los republicanos".
Imaginaos que el Libertador Simón Bolívar debió haber agarrado tremenda bronca o calentera al enterarse lo que le había hecho el capitán de marina José Bianchi, ya que se trataba de un gran tesoro con el que esperaba adquirir armas y pertrechos. Lo cierto de todo, es que el guerrero caraqueño salió aprisa en una goleta y pese al tiempo huracanado de Caribe, apresó al marino italiano y lo obligó a devolver lo que había robado y con lo cual sentó el precedente de que ninguna persona debía robar con tanta impunidad a la República porque: "…la impunidad de los delitos hace que estos se cometan con más frecuencia".
Es interesante que se diga que, en aquellos días de las guerras era muy frecuente que militares de las más diversas nacionalidades se incorporaran a las luchas de los ejércitos no solo en este continente sino también en la vieja Europa, no solo como mercenarios sino también como guerreros identificados con las luchas independentistas.
También en ese episodio que algo muy claro, como es que las autoridades eclesiásticas de la Catedral de Caracas se mostraron identificados con Simón Bolívar y le entregaron toda una fortuna para apoyarlo en su éxodo a Oriente y en su recuperación. Valga decir, no todos los curas, esa autoridad eclesiástica estaba en contra del gigante de América, no todos se comportaban como la conferencia episcopal venezolana se comporta frente a la Revolución Bolivariana.
Y el otro asunto que también queda sumamente claro, es que si los gobiernos actúan impunemente frente al delito, estos seguirán siendo cometidos por los antisociales, que es lo que muchos creen pueda estar sucediendo en Venezuela con el nivel de impunidad que las personas comentan que existe.