País sin historia, memorias creadas

En la novela del argentino Ernesto Sábato, "El Túnel", el personaje que narra los eventos de la trama, Juan Pablo Castel, haciendo un retrospectiva sobre su vida, realiza un análisis de la manida frase "todo tiempo pasado fue mejor" y manifiesta que esta conseja no indica de modo alguno, "que antes sucedieran menos cosas malas" sino que la gente, las echa al olvido. Y para complementar lo afirmado por el protagonista de Sábato, otro personaje, Flora Goforth, creado por el dramaturgo norteamericano Tennessee Williams sentenció "…que la vida es solo recuerdos, salvo un único momento presente que pasa tan rápido, que uno no se da cuenta de que está pasando…" Podemos afirmar que estas frases de la literatura mundial, nos dibuja la realidad venezolana, puede que también de otras latitudes, pero en este caso la nuestra.

En mi caso, considero a la memoria individual y colectiva nuestra como generacional. Esta remembranza fue formada por los hechos que vivimos o entendimos que sucedieron durante nuestra niñez, adolescencia y nuestra transformación adulta y que en gran manera, marcaron nuestra vida histórica, la actual y el devenir. ¿Hubo influencia exógena a nosotros para recordáramos u olvidáramos tal o cual cosa? ¡Claro que si!, siempre hay alguien "que nos cuenta las cosas como sucedieron". Pero, había mas espacio para razonar sobre los hechos y consecuencias y esta zona que teníamos para deducir con cierta holgura o "libertad" las cosas, nos permitía, aparentemente, tener claridad con lo que pasaba en nuestro contorno y con ello, fijar, decantar o cernir la información que obteníamos. Esta información, por lo general, era producto de nuestra pesquisa no nos la "llevaban", había que averiguar y teníamos que buscarla. Pero, en la conformación de la memoria histórica actual (sobre todo la colectiva) el espacio para discernir se ha estrechado considerablemente, en la misma proporción en que se ha ampliado el acceso e influencia de la información que crean, distribuyen y hasta mercantilizan, los medios de comunicación y las redes sociales.

Ahora, la información llega o se la traen al individuo a su casa, a su trabajo, a la iglesia, a sus clases, a su baño, a todos su entorno y esto genera la conformación de grupos afines y "solidarios" que se van encadenando y donde, en una bacanal, tragan sin masticar todo los que les dan, sin saber de ingredientes, ni quien los cocinó. En este desenfreno, el pensamiento individual se pierde, porque al congregarse actúan como "un gran ser" que le da "like" o le pone un corazoncito a todo lo que le gusta o que "le dicen" que le debe gustar y dan por sentado, que de esa manera suceden las cosas, porque les dijeron que era así y todos asienten al unísono: "así es". Hay una inducción brutal y dirigida tanto de mensajes, como de hechos o eventos y además, con un factor de tramoya visual, bien pautada y bien montada.

El momento presente del que habla el personaje de Tennessee Williams y que según dice "pasa tan rápido, que uno no se da cuenta", actualmente lo extiende en tiempo y espacio, es largo, es incisivo, es un rosario de acontecimientos y señales que inundan todos los sentidos, que cincelan y fijan en la psiquis de la gente, recuerdos creados "corporativa-mente" y hasta premoniciones o presentimientos. Es decir, es conveniente alargar el presente aciago, para crear la repulsa colectiva. De esta manera filtran y dirigen nuestros pensamientos, sobre todo en lapsos donde las personas son expuestas en cualquier lugar y momento, a arteras imágenes donde la nostalgia "de los buenos tiempos pasados" lo confrontan con una iconografía violenta y seleccionada, que representa la actualidad perversa que se alarga indefinidamente y que "secuestra" el espacio que le corresponde al "futuro bueno" que no termina de llegar, hasta tanto no se destruya el presente, cueste lo que cueste.

En Venezuela vivimos una situación que de "la mejor manera" llamamos crisis, cuando en realidad es una disputa entre dos bandos que asumen una mayoría a su conveniencia y que están crispados por bajas pasiones, dejando a un lado y no tomando en cuenta, a una gran y ancha faja de pueblo que quiere vivir en paz. Unos bandos que se comportan como bandas, donde su memoria selectiva inocula resentimiento no importa en que proporción, porque para ellos no hay contendientes sino enemigos y ese es el mensaje que hay que fijar: al enemigo se le acaba, se le destruye. Estamos en ese presente que cada bando quiere alargar a su conveniencia, manipulando un pasado que han dejado sin historia y un futuro que es más incierto que su significado.

Estos tiempos de una Venezuela enormemente rica en recursos y donde se dilapidó todo un patrimonio sustraído de sus entrañas y se echó por la borda el momento histórico que se percibía reivindicador, hacia ese bienestar social tan ansiado y donde el gobierno nunca tuvo un tangible espacio para aceptar la crítica popular y la denuncia fundamentada, sino para "atender la autocrítica" sumisa y condescendiente partidista, porque no era el "tiempo conveniente o adecuado" en estos 19 años de decir las cosas, porque no se permitió ese momento adecuado y conveniente. Con esto se admitió como "institución", la instalación de la mas evidente ineficiencia y una brutal corrupción, que acabó con todo aquello que auguraba un buen vivir, convirtiendo la reivindicación y desarrollo del pueblo necesitado, en un asistencialismo sumiso, dependiente y manipulador. Podemos ver a lo largo y ancho del país, monumentos a la desidia patentizados en "fábricas y empresas socialistas" como minas abandonadas y sus gerentes y responsables, sin el justo castigo en un país donde la justicia tiene leyes para escoger. Con sus acciones, banalizaron y prostituyeron el significado semántico, ideológico y humano de la palabra socialismo y lo transformaron, en nuestra patria, en sinónimo de algo perverso, cuando es todo lo contrario a la perversión

Del otro lado, una oposición que tienen como "target" no a la clase pudiente que come con todos y que cada día engorda mas independientemente quien esté en el poder, ya que su ejercito de lobbistas aunque son de derecha, no son tan "fundamentalistas" para no tratar con los izquierdosos, cuando hay billetes de por medio. Tampoco a la clase humilde. No, su nicho es la ambigua clase media, aquella media jodida y media jodedora, la culta universitaria, la mas proclive a quejarse, la que maldice invocando a Dios, la que tira piedras y balas en las redes y se esconden en su mundo Avatar, la que están en un curso de ingles por la WEB para decirle a los gringos que nos invadan, pero que no los confundan con los chavistas cuando les griten "I'm going to fuck you". Esta oposición que dice que no hay clases sociales y por lo tanto no hay lucha de clases, cuando en su memoria selectiva de cuarta categoría, solo puede haber una clase predominante; la de ellos. Una oposición que se asoció con la ineptitud y corruptela del "régimen que adversa" por su común parecido, para crear hambre en la gente en nombre de la democracia, llamando a los invasores mas asesinos del orbe, para que cerquen de manera miserable, no a los que gobiernan, sino a todo un pueblo.

Esta situación la vamos ha recordar todos y escogeremos los culpables y los hechos a nuestro gusto o los que las redes sociales nos impongan. Pero, lo que si no olvidaremos de la situación misma, son las victimas, porque como en toda conflagración hay victimas no solo en muertes, sino en vida. Familias disgregadas, amigos convertidos en adversarios, hermanos contra hermanos, vecinos contra vecinos, relaciones olvidadas en la oscuridad de la lejanía impuesta y del tiempo perdido, maldiciones como canto bendito y oraciones al despiadado Dios de la venganza por venir. ¡Que historia la nuestra! ¿Cuanto habrá que ver y quienes "apropiadamente" escribirán sobre ella? Al final, lo que si es cierto, es que somos parte de ella, es la única verdad irrefutable, porque este es nuestro tiempo histórico.



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Carlos Contreras


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