"Venezuela entera ve con espanto que debajo de la superficie serena del pueblo aparente, tocando con su aliento, hay otro pueblo que es un purgatorio de suplicios. La llamarada de la acusación sube hasta Miraflores; el presidente solloza sobre el libro de la Constitución de 1999, y miles de labios pronuncian el nombre del Comandante Chávez. Su fama, más alta ahora y más fuerte que nunca".
Primero, porque ya perdimos cuatro años; segundo, porque puede no haber "un futuro" si no se trabaja duro hoy, cambiando la mentalidad, sobreponiéndose a la inercia, practicando nuevos enfoques. Los venezolanos comprenden que la realización de muchos objetivos requerirá largo tiempo. Pero formulan con razón esta pregunta: ¿Por qué hoy no se cumplen tareas impostergables y realmente sencillas, que podrían mejorar sustancialmente las condiciones de trabajo y vida, sanearían el clima moral?
El pueblo advirtió que en este gobierno, lejos de avanzar, se ceden posiciones ganadas anteriormente con el Comandante Chávez. Tomemos como ejemplo: no hay comida, no hay medios de producción, tampoco hay medicinas, tampoco hay repuestos del carro, tampoco hay cauchos, ni baterías, grandes colas para todo: lucha y el orden. Es un hecho que en muchos lugares el entusiasmo se ha apagado y el trabajo se desarrolla con lentitud. De nuevo menudearon casos de alcohólicos, consumo de drogas; de nuevo se sienten a sus anchas los pedigüeño, zánganos, los holgazanes, los bachacos, y los rateros, gente que vive a costa de otros. ¡Nadie quiere trabajar!
Cuando hablamos de tareas prioritarias, de quehaceres impostergables, partimos de que, en primer lugar, se deben eliminar defectos evidentes y difundidos, partimos de que habrá más orden del comercio, en la esfera de servicios, en la sanidad y en la economía comunal, o sea, en los eslabones de la economía directamente relacionados con la vida cotidiana del pueblo.
Naturalmente, estos problemas deben estar en el centro de la atención a nivel gubernamental, pero es necesario aumentar la responsabilidad de los órganos del poder en los estados regionales, en las ciudades y pueblos.
Ahora, lamentablemente, afrontamos una situación en la que mucho se habla de la renovación, pero poco se hace, de hecho, para satisfacer las demandas elementales del pueblo. En muchos trabajadores de las localidades han calado profundamente el parasitismo. Siguen indicando hacia el centro y pedigüeños esperando ayuda de arriba, incluso allí donde para resolver el problema se necesita leve esfuerzo y mínima atención. Esta actitud no sirve, debe ser firmemente censurada y eliminada. ¡Aquí es donde se necesita el ojo del Gobierno, exigencia y control por parte del mismo! Esto es lo que nos falta.
Ante todo, hay que dominar las tecnologías intensivas en la producción agropecuaria, introducir la contrata colectiva, resolver con más energía los problemas sociales. Entre los problemas prioritarios quisiéramos destacar en especial los problemas relacionados con el suministro de comestibles, mercancías de amplio consumo y servicios a nuestro pueblo.
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!