La Ley Constitucional del CLAP contempla que esta poderosa organización popular, guiada por cuadros revolucionarios del chavismo, se ocupe de asegurar la producción, abastecimiento y distribución de los alimentos y productos, a fines de garantizar, la independencia, el bienestar social del Pueblo, la seguridad alimentaria y el desarrollo integral de la Nación. A los efectos de esta Ley Constitucional se entiende por Responsable de Calle o Vereda a la "Persona que tendrá a cargo la relación directa con las familias en función de un mayor acercamiento entre las comunidades y el Comité Local de Abastecimiento y Producción."
Esta realidad social del pueblo venezolano, organizado para combatir la guerra económica capitalista, tiene que ser tomada en cuenta por quienes conspiran para intentar dar al traste con la revolución bolivariana. Están disociados, esos golpistas traidores, por su ensañamiento contra Nicolás Maduro. Han incubado su odio, los desertores de la última orden de Chávez, en el individualismo de sus ambiciones personales de poder, las cuales están asociadas a la injerencia extranjera. Esas intentonas antinacionales no cuentan con la organización ni el apoyo popular y mucho menos tienen el prestigio ni el liderazgo militar. Aunque la Ley Constitucional del CLAP no lo contemple, es obvio el compromiso de los CLAP con la defensa de la revolución bolivariana.
Hay algo que olvidan los militares, de cualquier signo, enredados en la fallida, abortada o frustrada subversión del orden constitucional. Ni el gigante Chávez pudo el 4 de Febrero del 92 conquistar el poder, por la vía armada insurreccional, sin el ejercicio del voto democrático. Ni siquiera en aquellos tiempos cuando los gobiernos de turno, en la década del noventa, se caían solos porque carecían de respaldo popular y los partidos que los apoyaban se encontraban ya en pleno declive de su decadencia histórica. Cómo van a poder estos pitufos hacer lo que no pudo, con todo su poder conspirativo, Chávez en las mejores condiciones para el éxito de una rebelión militar. Hay también los uniformados que saltaron al ruedo de la confrontación política electoral, y lo hacen mejor que los golpistas porque por lo menos siguen aparentemente en el carril democrático. Estos ilusos creen que van a reproducir la gesta electoral victoriosa del comandante eterno pero nadie sale a su encuentro porque son líderes fracasados, sin pueblo, que viven en el mundo trágico de Cien Años de Soledad.
Quienes se apartaron de la revolución bolivariana para tomar otros caminos también se alejaron de las mayorías populares y de la alianza cívico militar. No comprendieron que en el profundo sentimiento de la nacionalidad, encarnado en el pueblo chavista, reside la esperanza patriota y la utopía posible del socialismo.
