Alguna vez en los años duros de la lucha gremial, por las reivindicaciones económicas y académicas del magisterio de educación pre escolar, básica, media y diversificada, soñamos la utopía posible de romper con las barreras, existentes todavía, entre los diferentes subsistemas de la educación venezolana separados por compartimientos estancos sin solución de continuidad. No existe un estado mayor rector de la educación venezolana con los mismos fundamentos filosóficos educativos para todo el sistema. De hecho tenemos una Ley de Educación aprobada por la Asamblea Nacional, cuando no estaba en desacato, que rige para el subsistema de lo que antes llamaban primaria y secundaria y existe un proyecto engavetado por un error de Chávez, a mi juicio mal asesorado por Héctor Navarro y Luís Acuña, una Ley de Educación Superior (LEU) progresista que tomaba en cuenta los avances sociales del proceso.
Entrando en el tema del salario profesoral universitario, en el contexto del párrafo anterior, hay que reconocer la existencia de un muro, como el proyectado por Trump para separar la Supremacía Blanca de los naturales de Nuestramérica, entre el sueldo devengado por el maestro o el profesor de educación media, que ahora son los mismos, con la élite profesoral universitaria. En el pasado también existieron diferencias, aunque no tan marcadas, entre el salario de los llamados maestros de primaria y los profesores de secundaria que de hecho se agrupaban en gremios con intereses diferentes. Esos distanciamientos salariales ya no existen y en su lugar hay una homologación salarial académica y salarial en los trabajadores de la educación de preescolar, básica, media y diversificada.
Va a ser mucho más difícil incluir al sector del profesorado universitario en una homologación salarial con la sumatoria de todos los trabajadores de la educación porque los trabajadores de educación superior ponderan su ejercicio profesional muy por encima del valor tazado para la fuerza trabajo, académica e intelectual de sus colegas en las llamadas escuelas y liceos. A mi juicio esta es una apreciación muy injusta. Tenemos que llegar a la configuración perfecta de un sistema educativo donde cada quien reciba el mismo salario según su trabajo docente, de investigación, social y posgrados realizados. El día que un director o una directora de un preescolar, de una unidad de educación básica o diversificada, con iguales o más puntos académicos que el director o la directora de escuela o departamento de una universidad, ganen igual salario, por realizar el mismo trabajo profesional, habremos llegado, en lo que respecta al salario universitario, al desiderátum de nuestra educación.
El actual caos económico inducido por el capitalismo salvaje donde de golpe y porrazo los profesores universitarios estamos ganando casi la mitad del justo salario devengado por nuestros colegas de educación básica, media y diversificada es un buen momento para plantear la homologación salarial para todo el sistema educativo.