La vaina está tan dura que hay que pujar la ñema para aguantar este aguacero de problemas que nos tiene al borde de la locura y que, por los vientos que soplan, no tiene componte. Los que están en "las grandes ligas" no le paran bola porque lo tienen todo. Viven a sus anchas. No les hace falta nada. No les importa el precio que tengan que pagar por la papa diaria. Ni pendiente si es en efectivo o por punto de venta.
Antes la quijá no descansaba de tanto dale y dale comiendo de todo; ahora, para poner a trabajar la mandíbula hay que echarle un cerro de bola. La cosa se ha tornado desesperante además de preocupante. No se sabe en qué va a parar esta vaina. Para llevarse un huevo a la boca hay que pagar bien caro.
A los que no van al mercado porque todo se lo llevan a la casa les voy a escribir un pajerío de esos que lo sabe pero que se hacen los pendejos. Imposible creer que por más cómodo que estén no sepan cómo está viviendo el venezolano de a pie. Ese que se monta en el carro de Fernando, un rato a pie y otro caminando buscando la papa diaria un poquitín más barata.
Hay que ser mago para vivir con la miseria que se gana. De alguna manera le arrancan los centavitos de las manos a la gente. Cómo estará de tan pelúa la vaina que hasta los robos se acabaron. Antes robaban y que por hambre, ahora ni eso, porque nadie tiene efectivo. Ningún hambriento puede llegarle a uno, mira, epa, quieto ahí. Arriba las manos, esto es un atraco. Hazme una transferencia ahí o te quiebro.
El malandrín tiene que ser adivino para saber quién tiene unos centavitos efectivo, pero hay algunos inteligentes que leer la vista. Una mirada basta para saber si está mamando o no. Sin despertar sospechas se llega al mercado ahora con las bolsas bajo el sobaco pa’ más ñapa. La gran pelea entre el punto y el efectivo.
Medio cartón de ñema en efectivo 125 mil bolívares, con punto 270 mil; un kilo de cambur 13 mil, con punto 50 mil; un kilo de yuca 10 mil, con punto 50 mil; tomate 12 mil, con punto 60 mil; lechosa 7 mil, con punto 55 mil; una azúcar 75 mil, con punto 280 mil; un papelón 60 mil, con punto 180 mil; un kilo de pasta 90 mil, con 400 mil; arroz 70 mil, con punto 260 mil; café molido 180 mil, con 800 mil.
Pescado (lamparosa) 50 mil, con punto 240 mil; ají 17, con punto 60 mil; papa a 12, con punto 70 mil; cebolla 50 mil, con punto 180 mil; una piña 15 mil, con punto 90 mil, etc. Y ni se diga el pollo, el kilo 150 mil con efectivo, con punto 390 mil; y así el frijol, la carne, el cochino, y hasta lo más insignificante que tenga un costo de 10 mil bolívares mandan al cliente al punto a que pague 30 y 40 mil bolívares.
Ahora bien, la alta jerarquía del gobierno no ofrece ninguna solución al respecto. Que si la clavepago, que si transferencia, que el punto de venta en estacionamientos, etc. Es decir, pareciera que la gravedad del problema del efectivo no significa nada. La gente camina y camina sin dinero para pagar pasaje; para pagar taxi; o simplemente "matar" cualquier antojito en la calle que sea con efectivo.
Ahí tienen, pues un pajerío en lo que respecta sólo a la comida del pobre. Uno lo escribe porque lo vive; y esto es para que entiendan los que no le dan importancia a este gravísimo problema, lo que difícil que es llevarse un huevo a la boca y que todos culpan a Maduro.