¿Sabe una cosa, negrito? Esta gente se está vorviendo loca. Ahora están sacando cuenta de lo que gastaron en esos alambres con corriente y en las pistolas que no saben usá. Dicen que no saben que hacé. Que ya no hay mas rial pa’ gastá y que la negrera se cogió Miraflores... ¡Fin de mundo! Gritó Doña Pepita el otro día, cuando mandaron a meté preso al señorito ese de pedevesa. Pero casi hizo una fiesta cuando le dieron la libertá. ¿De qué libertá habla Doña Pepita, negrito? A ese carajo nunca lo agarraron... También Doña Pepita dice que el tal Carlos Oltega es un héroe, pero yo lo que veo es a un negro porrón juyendo de la justicia, to’ cagao y sin voluntá. No le digo ná pol que me pueden botá, pero negro es negro en medio de esta gente y solo sirve pa’ sé utilizao... La vecina de Doña Pepita conoce al españor que tienen encerrao en su casa... “Ecito”, dijo el otro día Doña Pepita y a mi se me revolvieron las caraotas... “Está enfermo de ansiedá y estrés”, le dijo su vecina; casi telmino de vomitá... ¿Quién ha visto, negrito? Encanao en su casa... ¿Y Juan? ¿Y Pedro “Cara e’ Perro”? ¿Y el caliche? Todos están en Tocuyito sin derecho a protestá... Estos abogaos si son arrechos... ¿Por qué no se enfelmó de tanto caminá y jodé en la calle, cuando querían tumbá a Chávez? ¡Ahhh... ! Pero como el tipo tiene rial, lo pueden encaná en su casa a todo dal... Esas son las cosas que no entiendo de esta revolución, negrito. Siguen echando vaina y hay que esperá... Doña Pepita dice que vorvieron a meté a Jorgito en pedevesa... Jorgito, negro, ese que es sobrino de Doña pepita... el mismo, negrito, él que se la pasaba echándole peste al Comandante... ese mismo, chico, ese que se jactaba de habé jodío las máquinas de su trabajo... ¡Ah, pué! ¿No te vas a acordá? Ese mismo, negro, que ni te quiso saludá cuando me llevaste en la moto a casa de Doña Pepita... Allá llegó con una llorantina, diciendo que esos marditos chavistas se la iban a pagá, pero no se con quien hablaron... parece que con un chivo pesao de pedevesa y lo volvieron a reenganchá... Yo te digo una vaina, negrito. Dicen que todos somos dueños del petrólio y un viaje de vainas que yo no entiendo. Si por mi juera, ese carajo ya estuviera botao y no volviera a entrá. Pero, las vainas de la política son medio raras y uno tiene que aguantá callao... por ahora... como dijo mi comandante hace tiempo. No vaya a sé que nos arrechemos un día y salgamos a reclamá en serio toda esta culequería que no acaba de terminá. Doña Pepita se sigue reuniendo con la mujé del que era ministro y con la que es dueña de la tienda de ropa fina que está en el Sambir y con la que se la pasa buscando corriente en los cuarteles y con la que aparece diciendo que Chávez es un tirano. Todas llegan muy orondas a tomase el té y a comese las galletas que yo hago. Antes hablaban delante de mi. Ahora me dicen “retírese, María... cuando la necesite la llamo”, ¡Carajo! Como si yo tuviera la peste o fuera a divulgá sus marramucias. Yo no hago esas vainas, negrito, pero el otro día me juí por debajo de la mata de mango y escuché que una le decía a Doña Pepita: “Hay que cuidarse de estas sirvientas. No sabemos si peltenecen a algún Círculo Bolivariano” ¡Nojoda! Como si me dieran chance de entrá a un Círculo Bolivariano. Trabajo de sol a sol, to’ los días pa’ limpiales la casa, cocinales y encima soportale sus impertinencias. ¡Noooo, que va negrito! Por eso sigo apoyando al Comandante... De paso, negrito. Panchita me chismeó argo de ese Círculo que están haciendo en el callejón... Pregúntale a Lauriano si puedo asistí los sábados pa’ que me anoten. Quiero escuchá a los vecinos y participá en argo, no sé... cualquier cosa, chico. A la comadre Teresa le dieron unos churupitos pa’ montá su bodega y a José le arreglaron su casita... ¡Que vaina, negrito! Llevo treinta años trabajando pa’ Doña Pepita y ni pa’ las arepas me alcanza. El otro día le pedí un aumentico y me dijo que si estaba loca, que si no sabía como estaba el país, que Chávez esto, que Chávez lo otro... pero no se acuerda del bojote de rial que robó su marío cuando era viceministro der Lusinchi... Ahora se hace la pendeja. Bastante que ha guardao pa’ gastá en mayami y no me hagas hablá de lo que ha gastao en polveras y cremas pa’ la piel. Ni que Diosito juera tan bueno pa’ no dejá que se ponga vieja. Ella y sus amigas, se creen la última peisi cola del desierto y guelen más arriba de la nariz. Pero, te juro por mi mamá, negrito. No son vainas mías. Desde que están con esa peleadera con el gobierno, el odio las ha puesto más feas. Hablan retolcío y los ojos le brillan de maldá. Los pelos se le enpeluscan y la laca ya no aguanta tanto sol... Feas... Si, feas, negrito... Antes hablaban de pura paja que uno no entendía. Que si el chalm, que si el chanel nomber fai, que si Disiel es la mejor tienda, que si el paté de fuá de Marujita es fino, que si la Gran Bleizel de Toñito es un carro der carajo por que tiene ailbag, que si la Veracasa tiene un flir con el Ingeniero Salvatierra... Yo no entiendo de esas vainas, por que aquí, en mi barrio, la negra Josefina tendrá una cortá en la rodilla, pero de que es bonita, eso es verdad... No usará un perjume caro, pero huele sabroso... Compra en el mercado del Cementerio y se le ven bien guenos esos bluyines... Come arepa con diablito y caga igualito a la Marujita... No tiene carro, pero igual el jip la baja pa’ la avenida... Y, negrito, aquí la que le pega cacho a su marío es puta y no se disfrazan las vainas con el flir matamosquitos...
Bueno, negrito. Ya telminé de hacelte los bollos con queso y mantequilla. No te dejé que me contaras lo de tu trabajo en el Contri... Bueno, esa gente es iguar en todas partes y vamos a dejá la gueboná hasta aquí por que me tengo que ir a dormí pa’ mañana madrugá...
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