Día Setenta y Seis el valiente artículo de Earle Herrera Caminando por El Filo de la Navaja del 2018

Todo lo que escribe Earle Herrera es valiente porque hay que serlo para estar de lado de quienes adversan, el poder más grande y malvado del planeta, al imperialismo norteamericano al cual Mariano Briceño Iragorry tachaba de frankensteiniano . Este poder es conceptualmente el mismo que en su tiempo José Martí describía hablando del ciudadano vanidoso que: "ya da por bueno el orden universal, sin saber, de los gigantes que llevan siete leguas en las botas y le pueden poner la bota encima, ni de las peleas de los cometas en el cielo, que van por el cielo dormidos engullendo mundos." Esa inclinación indoblegable de Earle Herrera frente al imperialismo, el capitalismo, la burguesía, la ideología neoliberal y al fascismo ya la conocíamos, desde siempre, pero ahora nos referimos concretamente a que, al combativo periodista, lo tiene sin cuidado el verdugo irracional del dogmatismo mediante el cual se le atribuye el calificativo de "saltar la talanquera" a quien ejerza el pensamiento reflexivo de la crítica y la autocrítica.

También se necesita valentía en este momento para defender a la revolución bolivariana y a su gobierno en medio de tantas descalificaciones. Pero ese es otro cantar. Lo que nos interesa dejar claro ahora es la entereza de una de las figuras mediáticas más prestigiosas de la revolución bolivariana para criticar, sin cortapisas, el vicio del burocratismo que tanto daño le hace a nuestras instituciones , muchas de ellas convertidas en la antítesis del Poder Popular.

Uno de los factores que más influyó en la caída de la URSS, además del revisionismo y la penetración del neoliberalismo, fue sin duda alguna el proceso profundo de burocratismo que invadió todas sus estructuras. El vicio del burocratismo ha sido tradicionalmente condenado por los líderes originales de todas las revoluciones en cuyas enseñanzas se predica el ABC de la lucha de masas, que es la necesidad de la inseparable acción política entre el pueblo y las organizaciones sociales que la dirigen. Lamentablemente muchas veces el pragmatismo relega a un lado la teoría revolucionaria y por allí se infiltran las desviaciones que van drenando la esperanza y la confianza en la alternativa al modelo capitalista.

Vamos a estar claros los burócratas que viven de las instituciones para disfrutar del poder no son verdaderos revolucionarios. Si lo fueron en el pasado dejaron de serlo al tomar posesión de sus cargos y olvidarse del pueblo. En ellos subyace el sentimiento capitalista y le hacen un daño irreparable al proceso transformador dificultando la transición al socialismo.



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Sergio Briceño García

Profesor Universitario de Filosofía de la Educación Jubilado de la UPEL. Autor del Poemario "Porque me da la gana" y de la obra educativa "Utopía Pedagógica del Tercer Milenio". Ex Director Ejecutivo de la Casa de Nuestra América José Martí.

 sergiobricenog@yahoo.com

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