Es una ley vital llegar a viejo y a veces es difícil enfrentarlo, no siempre hay garantía de una familia, no siempre comprensión humanitaria. Hay muchas naciones que se olvidan que todos, gobernantes o no, van para ancianos y relegan al olvido a los mayores que carecen de bienes y de ingresos.
No hay en el mundo parangón alguno con este gran país bolivariano, que ha logrado con un gobierno humano e incluyente, cumplir la tan ansiada meta de darle al cien por ciento de sus viejos. el lugar que les toca por derecho, y asignarle por el resto de sus vidas, un ingreso seguro, que al menos contribuya en aliviarles, parte de sus carencias y penurias.
Da tristeza y hasta rabia comprobar, que desalmados critiquen tal acción, y se atrevan a afirmar que es una dádiva, y no un derecho por constitución.
También duele oír algunos viejos criticar cual el can que muerde al amo que le da el alimento, sin siquiera pensar que en otras épocas, era imposible ni siquiera pensar esa vivencia, que nació de la mente de un gran hombre, puesto por Dios y por el pueblo, a gobernar la patria de Bolívar.
Y entonces surgen las voces destempladas y banales, que cuestionan el hecho pero que sin embargo acuden presurosos a obtenerlo.
Bendito pues el hijo de ese hombre que siguiendo el legado de su padre, logró la inigualable ansiada meta de cubrir el total de los ancianos, con una pensión digna y honorable que merece mil gracias, mil aplausos y millones de sonrisas de los viejos y viejas de la Patria.