Respetada camarada:
Comienzo por decirle que me costó escribir esta carta pues quería hacerlo desprovisto de la carga emotiva que me produjo su escrito del 10 de octubre en Reporte diario de la economía. Quería evitar que las vísceras fueran a embarrar los argumentos.
No tengo alguna inquietud sobre su condición revolucionaria menos aún sobre la rigurosidad de sus investigaciones para poner al descubierto las maniobras e intrigas que el imperio gringo y sus asalariados venezolanos hacen para desestabilizar nuestro gobierno. El Código Chávez es un excelente ejemplo.
Pero déjeme decirle camarada que igualmente estoy convencido que hay centenares de miles de compatriotas que, con la misma integridad revolucionaria, hacen su trabajo con una dedicación y rigurosidad tal que levantaría elogios si pudieran ser identificados. Lo que sucede, y no importa que sea así, es que la mayoría de ellos, salvo algunos miles, son anónimos.
La revolución vietnamita es quizás el ejemplo más contundente que conozco de héroes anónimos de inconmesurable rigurosidad y terrible eficacia. Muy pocos de ellos fueron objeto de reportajes periodísticos o reconocimientos institucionales. Pero hicieron su trabajo, ¡vaya que lo hicieron!
Todo esto viene a cuento por sus sorprendentes comentarios acerca del supuesto desastre que el Instituto del Patrimonio Cultural, está haciendo en el Cuartel San Carlos, donde según usted, camarada Golinger, desde hace meses estamos, en vez de restaurando, destruyendo esa notable edificación. Y para darle contundencia a tan temeraria afirmación elabora una larga lista de estropicios cometidos por nosotros en el interior de ella.
Cuando usted con su rigurosidad investigativa afirma esto, siendo, como es, una referencia notable del proceso revolucionario, sólo es posible hacer dos conjeturas: o la gente del Instituto de Patrimonio Cultural, que es bueno decirlo, es el órgano rector en materia de protección, conservación y restauración a nivel nacional, no conocemos nuestro oficio y constituimos un fraude profesional y técnico, o somos en realidad unos zapadores contrarrevolucionarios.
A partir de esas conjeturas, usted camarada Golinger, debió iniciar la investigación que la debió llevar al interior del cuartel, debió entrevistar a nuestros técnicos, a nuestros historiadores y restauradores, a las cooperativas de lanceros de Vuelvan Caras que han hecho un extraordinarios trabajo y por qué no, a mí como máximo responsable de esa obra.
Pero no lo hizo, no a visitado el San Carlos en obra, no ha ido por el Instituto del Patrimonio, no nos dio la oportunidad de mostrarle lo que estamos haciendo, que no es otra cosa que el rescate de la memoria de más de 200 años de historia con énfasis en los terribles años de la insurrección revolucionaria.
Usted, sin considerar el peso que tiene sus palabras, arremetió contra nosotros por algo que le contaron y sin darnos la oportunidad de decirle que todo eso que le contaron y que usted afirma es falso. Cuando usted quiera, con toda la mejor voluntad del mundo se lo demostraremos.