Hay que reconocer que nunca, como hoy, la torta del presupuesto nacional había sido tan bien distribuida en la sociedad venezolana, gracias al concepto de inversión social asumida por el gobierno nacional. Con todo y eso lo que reciben las mayorías populares, a través de las políticas sociales del gobierno, siguen siendo sólo las migajas de un sistema dónde continúa produciéndose una gran injusticia social porque al lado de las penurias que pasan los desposeídos en los barrios humildes de Venezuela subsiste una pequeña, pero poderosa, clase social que vive en el país de la opulencia, el lujo y el derroche para quienes no existen las inclemencias de la guerra económica sino que se aprovechan de ella.
Venezuela vive inmersa en dos realidades antagónicas. La Venezuela de los que viven extremadamente bien, mucho más de lo necesario para una calidad de vida holgada, y los que no tienen nada, les falta de todo. Estos son los pobres de la patria que reciben las migajas de la torta la cual se la devoran completa los empresarios capitalistas en el festín de Baltazar donde se colean los altos funcionarios públicos corruptos e inescrupulosos a los cuales todavía no les han puesto los ganchos. Hasta cuándo vamos a ver el espectáculo desagradable, en tiempos de hambre y miseria, de empleados pesados del gobierno dándose la gran vida en restaurantes de lujo y utilizando vehículos de último modelo conducidos, casi siempre, por esclavos empobrecidos. Esos que así proceden no son revolucionarios, están dando con su ejemplo una pésima imagen de la revolución bolivariana y son merecedores del calificativo "boliburgués" acuñado por los escuálidos.
Nada ganamos con cambiar el gobierno si no cambiamos el sistema. El disgusto y el desencanto son muy grandes en las masas que perciben al gobierno como un amigo y aliado vacilante, indeciso, débil e incapaz para sustituir el sistema capitalista por una alternativa mejor. Ante esa inercia es lógico, aunque muy negativo, pensar que si el sistema sigue siendo capitalista es preferible que lo administre un presidente capitalista. "Más vale malo conocido que bueno por conocer" es la conclusión de los incrédulos que empiezan a añorar los vicios del capitalismo y a ver el consumismo como un signo de prosperidad.
El capitalismo salvaje hay que sentirlo día a día para luchar sin cuartel contra él. Recuerdan La Renuncia de Andrés Eloy que dice: He renunciado a ti, como renuncia el loco a la palabra que su boca pronuncia;/como esos granujillas otoñales,/ con los ojos estáticos y las manos vacías,/que empañan su renuncia, soplando los cristales en los escaparates de las confiterías... Así renuncian los pobres viendo impotentes lo que necesitan, en los anaqueles de los supermercados, que sólo los ricos puedan comprar.
Maduro, el 20M llegas una encrucijada histórica: ¡Cambias el sistema capitalista o el sistema capitalista te cambia a ti!