No faltarán quienes lean esta nota, y posiblemente se lancen en mi contra a través de correos electrónicos a proferir ofensas de todo tipo. "Púdrete, maldita basura", "lameculo", "maldito chavista asqueroso". Esas son las elementales, las que quedaron grabadas en algún escrito y están en una especie de diccionario que con solo copiar y pegar, quedan como parámetro de quien no tolera la opinión del otro. Pero, como palabras no matan, entonces no hay que preocuparse por lo que pueda llegar en adelante. Creo que son muchos los opinadores que ya están curados respecto a la intolerancia de quienes en actitud, casi infantil, se desahogan en improperios contra el que opina favorablemente del gobierno y sus instituciones en general, a pesar de todas las dificultades.
Desde hace mucho tiempo, el CNE está estigmatizado respecto al papel que juega en las supuestas trampas de que son víctimas los opositores en cada elección en que participan y no ganan. Simplemente alegan fraude. Detrás de esta acusación, se refleja la impotencia de quienes no han sabido encontrar el camino para derrotar al gobierno. Si no lo cree, siéntese a reflexionar y recuerde las actitudes de todos los que han fungido como líderes de la oposición para que se dé cuenta de que ha sido así. Todavía a estas alturas, detrás de la creación de un frente amplio Libertad, no se sabe quién lidera tal frente, pero de seguro al producirse las elecciones con sus resultados cantarán fraude en unas elecciones en las cuales, aparentemente, no han participado. Sin ir muy lejos, ya lo dicen y lo han dejado correr de tal manera en el país, que cualquier persona ya está mentalizada en que no votará, porque dice saber quién ganará, en franca alusión a las supuestas trampas del CNE para favorecer a Maduro.
Para nadie es un secreto que en días previos a cualquier elección siempre se acelera el discurso del fraude electoral, en donde parece existir una competencia de videntes que saben todo lo que va a pasar con los resultados de las elecciones. Ese libreto siempre es el mismo y entre los argumentos más utilizados, están: La descalificación de las leyes y el proceso, además, descalificación del árbitro creando campañas de desprestigio o intimidación, buscando forzarlos a tomar decisiones que los favorezcan, todo con la intención de crear en el ciudadano alguna desconfianza en el proceso, además de pretender crear una matriz de opinión que generalice la idea de un fraude como tal.
Sin embargo, tal situación debe considerarse como una falta de ética política en la cual el irrespeto a otros candidatos participantes, la deshonestidad al desacreditar al árbitro y las reglas previstas para la contienda, y sobre todo, no reconocer y asumir sus errores, reflejan a un mal perdedor que en Venezuela es peligroso, tomando en cuenta que a veces cantar el fraude puede ser una situación creada adrede para calentar el clima político, sabiendo la intención del grupo que pretende llegar al gobierno a través de hechos de facto.
Menos mal que existe un acuerdo electoral entre los participantes a las elecciones presidenciales, que por lo menos debe servir para que los resultados electorales sean reconocidos por los perdedores, lo que constituiría un hecho trascendente en la ética de quien hace política y un triunfo de la institucionalidad electoral. Pues, en los últimos años en nuestro país, el hecho electoral ha estado rodeado de situaciones que han generado el desconocimiento de los resultados electorales por los líderes políticos perdedores, por lo que optan por la desobediencia ante los mismos, llamando al pueblo que los sigue a violentar la calma del país con hechos fuera de orden, causando muertos y heridos en la población, además de destrozos a las instituciones públicas.
Como conclusión y aprovechando el gran despliegue de la población en relación a su asistencia al simulacro electoral, considero que el chavismo en su mejor encuesta, le ha dicho a la oposición que el canto de fraude ya pasó de moda.