He votado toda mi vida, desde los 19 años hasta las recientes elecciones, he votado por ORA, La Causa R, MVR, PPT y Partido Comunista y el PSUV, he votado por Chávez y Nicolás Maduro. En 20 años de la Revolución Bolivariana no he dejado de votar por la revolución independientemente de la situación política, social y económica.
Jamás me han pagado por votar, nunca me han obligado a votar por el chavismo, porque soy chavista.. Desde que se incorporó el voto automatizado a sido una maravilla tecnológica ya que todo es fácil, rápido y práctico. Hay garantía del voto porque con las mismas máquinas y el mismo CNE la oposición triunfa por mayoría en algunos Estados, Municipios, Asambleas y hasta referéndum.
En Revolución sufrí dos reveses electorales nacionales; cuando perdimos la reforma parcial de la constitución y cuando la oposición, ganó por mayoría la Asamblea Nacional, ambas bajo un contexto de campaña psicológica y guerra económica. También perdí mi voto en las elecciones regionales en el Estado Miranda como fueron la gobernación y alcaldías con la oposición triunfante.
De tantas elecciones vividas, siempre los procesos son rápidos, sin mucha cola y de manera rápida todo lo contrario el pasado al pasado lectoral de aquel nefasto CSE de la Cuarta República. Con el actual CNE jamás me he sentido defraudado, jamás el gobierno me ha direccionado a trampear, sabotear, abstenerme o gritar fraude si perdíamos de verdad. Nunca he pasado por esos traumas. Cuando se perdió se reconoció, a llorar para el Valle y en la semana pasar el trago amargo. Si ganábamos a celebrar con altura. Así ha sido mi experiencia electoral desde muy joven. Soy el voto duro de la masa electoral y el voto duro del Chavismo.
¡Qué sí perdemos!, ¡Que sí ganemos!; ya mentalmente estoy preparado. A veces pienso: ¡Ojalá perdamos! por aquellos que son malagradecidos con la revolución para que vean lo que viene sin Maduro en el Poder, también por aquellos opositores inyectados de odio y pesimismo para que al año haga una real comparación y se den cuenta de su error, de quitarle con su voto al pueblo su futuro y esperanza.
Pero es mejor que una vez más la revolución triunfe porque lo que está en juego es mucho, más de lo que imaginamos, aunque cientos de miles aún no tienen la capacidad política de entender lo que pasa debido a que muchos piensan con el estómago y las vísceras.
Lo que me sorprende es el concierto contra electoral nacional e internacional que promueven una campaña abstencionista a niveles de amenazas apocalípticas. Como si al ganar Maduro nos va a caer un cometa y destruirá el planeta.
Todo obedece a muchos factores:
1-EE.UU. necesita garantizar por 50 años más el petróleo nuestro a precios de gallina flaca sin el Chavismo en el poder.
2-Ser un país con grandes reservas de gas, agua y materiales preciosos ha escendido las inimaginables codicias.
3-Esta revolución está haciendo mucho daño, como referencia política, económica, ideológica y tecnológica.
Dejemos estas nada más.
La oposición venezolana ha sufrido tres terribles derrotas políticas electorales, posterior a su primer triunfo contundente del 2015. Una derrota más, sería fatal. Por esa razón han venido con toda su caballería internacional; OEA, UE, OTAN, Naciones Unidas, Grupo de Lima, éstos y aquellos con varios propósitos:
1-Deslegitimar el triunfo democrático, si Maduro es reelecto.
2-Sabotear las elecciones
3-Acondicionar el hecho electoral
4-Cantar fraude por enésima vez aunque no pueden probarlo.
Lo que sí está escrito es que todo indica que una vez más la Revolución (El Pueblo) en mayoría electoral triunfará, esto no soportará la clase política opositora, tanto de base como el liderazgo. Una derrota por amplio margen o comportamiento histórico del chavismo demostrará al mundo lo miserables que son los presidentes de la derecha internacional y la apátrida oposición venezolana.
Todo está por verse y será histórico los resultados que sean.