Las migraciones son un fenómeno poblacional común en los seres humanos. Venezuela ha sido históricamente un país receptor de inmigrantes, sobre todo después de la segunda guerra mundial, pero por primera vez nos hemos convertido en una nación de emigrantes. Este fenómeno es nuevo en lo que respecta a sectores sin calificación profesional elevada, porque desde hace más de veinte años comenzó la fuga de universitarios con alta calificación académica. Sólo que ahora el fenómeno es masivo y además de profesionales bien preparados, apetecidos por cualquier país del mundo, comienzan también a emigrar personas de las más diversas condiciones sociales y sin estudios académicos de alto nivel.
Las migraciones en los países donde se han producido cambios políticos bruscos, guerras o fuertes crisis económicas son un fenómeno bien conocido en Venezuela cuando nos tocó recibir miles de inmigrantes europeos que venían huyendo de la hambruna y la muerte que desató el fascismo en el viejo continente. A nuestros puertos llegaron, en una época, en diferentes proporciones judíos y comunistas huyendo de la persecución de Hitler, rusos blancos despavoridos de la URSS de Stalin, republicanos españoles escapados de la dictadura franquista, fascistas italianos aterrorizados por la suerte de Mussolini pero también uno que otro partisano. Los venezolanos que vivimos en la década del cuarenta y cincuenta fuimos testigos de la oleada de trabajadores portugueses, españoles e italianos que en gran escala se establecieron definitivamente en el país. En épocas más recientes la corriente migratoria ha sido principalmente desde Colombia y otros países latinoamericanos en menor proporción.
Venezuela y Cuba tienen procesos transformadores con sus particularidades específicas bien conocidas pero en ambas se produce de manera dramática la migración hacia los países más neoliberales. Los dirigentes políticos de ambas migraciones la cubana y la venezolana se caracterizan por su subordinación al gobierno norteamericano. En uno y otro caso conspiran abiertamente con el Departamento de Estado, la CIA y el Pentágono para derrocar al gobierno de su país de origen. En Cuba los llaman gusanos y en Venezuela escuálidos.
También algunos pocos chavistas equivocadamente emigran, en vez de correr todos los riesgos que haya que correr en defensa de la patria libre, independiente y soberana en búsqueda de una transformación social. Cuando el chavista tiene una formación política sólida y es dueño de sí mismo, sin cadenas que lo aten a una circunstancia ineludible, jamás deja de cumplir su compromiso histórico. Estamos en una guerra y ocupamos un puesto en la batalla por la liberación nacional, la paz y el socialismo que no podemos echar a un lado por nuestros intereses individuales. La sobrevivencia de la patria está por encima del acomodo personal. "Es la hora del recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes" (José Martí).