La renovación comienza por el Gobierno. Por esta razón, decimos que todo debe empezar por el PSUV, por los cuadros dirigentes. Es el problema clave. Si una organización no se da prisa, se verá perjudicado el asunto. Hay que comprenderlo claramente y hablar de ello sin rodeos, partiendo de los supremos intereses del pueblo. Es necesario emprender resueltamente el camino de las reformas. Debemos plantear esta política en términos concretos y trazar tareas concretas a cada empresa, a cada hombre en su puesto de trabajo. El pueblo está preparado para ello, en lo moral y lo psicológico. Es una buena base para la labor de los cuadros y de las organizaciones del PSUV. Si en alguna parte los asuntos no marchan bien, la responsabilidad recaerá sobre la organización del Gobierno y sobre los cuadros dirigentes.
Si el pueblo no tiene ánimos para trabajar, nadie los va a inventar, por más que se trate de animar al pueblo. El pueblo no se deja engañar fácilmente. El entusiasmo laboral del pueblo constituye un suelo fértil. Por eso las organizaciones del PSUV y los cuadros de dirección no deben perder el tiempo. Hay que impulsar el proceso de transformaciones.
Para eso necesitamos democracia y que el pueblo participe de verdad en esta discusión. Por eso las bases del proceso de transformaciones radican en la democratización, lo que supone distintos métodos de trabajo en el seno de los órganos del Gobierno, en la economía y en todos los colectivos laborales. Ya han tomado la carta de naturaleza formas tan nuevas como son el mecanismo de gestión económica.
Hay que interesar al pueblo, estabilizar el colectivo, la persona debe ser competente y calificada, el pueblo debe conocerse mutuamente. Sólo esto puede garantizar la alta productividad y la calidad. Todo esto crea un nuevo ambiente que debemos mantener mediante la democracia, el nuevo mecanismo económico y la incorporación del pueblo al proceso de planificación, a la organización de la producción. Esto es lo que necesitan, esto estimula el trabajo, fortalece la iniciativa, la conciencia, eleva la productividad del trabajo y une los intereses de la sociedad con los intereses individuales. Si violamos los intereses individuales, nada resultará y el pueblo saldrá perdiendo. Empero, el país nada adquirida si hiciéramos hincapié exclusivamente en aumentar los salarios. Por esto hay que hallar un equilibrio de intereses y el Gobierno ve esto en el nuevo mecanismo, en la democracia, en primer lugar, en la transparencia y en la participación del pueblo en todos procesos de la renovación. No es fácil trabajar hoy. A veces, todos debemos aprender el abecé de la democracia. Ahora hemos sentido lo que ésta significa. Alguien se ha asustado y ha empezado a decir: ¿adónde nos llevan y cómo acabará esto? Quienes piensan así, olvidan lo principal; que el pueblo siempre tiene sentido común. Pueden hacerse sentir los intereses de grupo y la caución solidaria, pero todos quieren que encabecen los sindicatos, unos dirigentes seguros, inteligentes, capaces de guiar, de abrir perspectivas con la que está relacionado el mejoramiento de la vida del pueblo. La democracia es una gran cosa.
Es necesario construir grupos especializados de máquinas para cada tipo de cultivo: para la papa, para el arroz, para el maíz, la zanahoria, para la cebolla, para el tomate, etc. Pero en la actualidad el problema fundamental es el rendimiento. Porque en la actualidad se ha creado en el campo un enorme potencial y ese potencial hay que aprovecharlo diferentemente de cómo se venía haciendo. En el campo priman ahora nuevos métodos económicos, nuevas formas de organización y estímulo del trabajo, formas que podrían hacer coincidir los intereses del pueblo.
Claro, en el agro el pueblo ha de tener comodidades. Si este problema se resuelve, se estabiliza la colectividad laboral. Lo que aprecia el pueblo no es la rapidez con que crece el salario sino el ritmo a que cambian el campo, la producción, las condiciones del trabajo y el carácter del trabajo mismo. Si lo conseguimos, los jóvenes irían incorporándose a la producción agrícola, beneficiándola con su intelecto, con su cultura, con su sensibilidad ante lo nuevo, lo que impulsaría el progreso técnico.
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!