En Venezuela estamos de fiesta. Tal como estaba previsto, a pesar de que la gran mayoría declinó la invitación al sarao, la destacada anfitriona ANC, se anotó un exitazo, Nicolás Maduro sigue en el coroto. Motivos de sobra para festejar en grande... "Apurad, allí os espero si queréis venir, pues cae la noche y ya se van nuestras miserias a dormiiiir. Vamos subiendo la cuesta que arriba mi calle se vistió de fiesta!"
Para estar en sintonía con tan importante celebración fue preciso acoplarle el ritmo a la banda Constitución Nacional, la mejor banda del mundo. Era imprescindible garantizar el perfecto acompasamiento.
Algo parecido, pero de escaso impacto noticioso, sucedió en las rumbas regionales. Los bailarines de los Consejos Legislativos de cada estado no necesitaron muchas vueltas, utilizaron un pasito a punta pies y con esqueleto doblado, pasaron la cuerda inclinados. Dale Pa’ abajo, Dale pa’abajo!…Todo facilito, era el momento de la hora loca. Ahora si, hoy bailan alegres, con sonrisa ancha y campaneando un buen wisky.
Esos si son, seguro que son, pero la verdad no los conozco, ni los he visto, ni siquiera alcancé a escuchar sus nombres, ni pude leerlos en alguna postulación. Sin embargo, no hay que hacer un gran esfuerzo para imaginar que son los mismos que se autoproclaman como salvadores de la patria, luchadores incansables a favor de una justicia social que nunca intentaron construir en todos estos años. Y así se mantendrán juntitos siempre, haciendo lo mejor que saben: joder al pueblo.
La ANC designó a una coreógrafa, quien junto a su hermano, cantante de los buenos, dirigen el baile de los millones y la canción de la patria que llevan en el bolsillo, perdón, en el corazón. Hubo invitados especiales que vinieron engalanados, y antes del bochinche mayor, adelantaron celebración, por los costosos obsequios recibidos.
En esta fiesta democrática todo salió a la perfección al momento de seleccionar al rey de la rumba… sin pataleos apuntaron su mirada a una misma dirección, hacia una sola persona. Nadie se atrevió a asomar un disenso, ni amenazar la ruptura de la armonía del espectáculo...."Se acabó, el sol nos dice que llegó el final. Por una noche se olvidó que cada uno es cada cual. Vamos bajando la cuesta que arriba en mi calle se acabó la fiesta".
La animadora del evento no se hizo esperar como en otras fiestas, esta vez anunció temprano los resultados que ya se sabían desde hace tiempo. Con voz suavecita, de inocente criatura, pronunció las palabras mágicas: Señores, con tendencia irreversible, tenemos al mismo de siempre, con los mismos de todo el tiempo….
Que siga la fiesta, carajo!.