El triunfo electoral de Nicolás Maduro es una realidad democrática y constitucional que ratifica a la revolución bolivariana en el poder con un apoyo popular de seis millones de electores. Maduro ha podido ganar con mucho más votos, por lo menos con ocho millones de votos, si el gobierno hubiera hecho antes lo que ha prometido hacer ahora en materia económica. Desde mi punto de vista hay que seguir, sin pensarlo dos veces, al lado de esa muchedumbre socialista, antimperialista y profundamente chavista que votó por Maduro el 20M con la esperanza bolivariana de un mundo mejor. Hay que unirse apretadamente a esa vanguardia revolucionaria del pueblo venezolano, en las luchas sociales de las fábricas, los barrios, los liceos, las universidades, los cuarteles, los campos, playas y montañas en el contexto político ideológico de impulsar la transición al socialismo diseñada por Chávez.
Nicolás Maduro está llamando, después del 20M, desde Miraflores al diálogo. Los primeros en ser recibidos por el Presidente deberían ser los que tengan algo que proponer y provengan de la vanguardia social que lo apoyó. Maduro debe recibir a los voceros del pueblo organizado en la estructura social del CLAP, las Comunas, los Consejos Comunales, los grupos culturales, los gremios, los intelectuales y los partidos del Gran Polo Patriótico. Sería un error garrafal circunscribir el diálogo con la burguesía antinacional y el imperialismo, responsable de la guerra económica, que lo quiere derrocar. Es más el Presidente debería dialogar con las bases del PSUV para estimular una dinámica democrática horizontal de abajo hacia arriba, en la militancia de su partido, que rompa con la verticalidad cupular autoritaria.
Hay que sincerar el sentimiento profundo, en la alta dirigencia, la dirigencia media y en la base, de la idea socialista versus la capitalista. Sobre esto hay una gran confusión y falta de definiciones en la revolución bolivariana. Este es un tema que se solapa, se subestima y no se le da importancia en perjuicio de la ética socialista, que Chávez soñó, la cual cede paso, cada vez más, a la imposición de los vicios del capitalismo porque solo se practica el pragmatismo.. No me refiero al sistema dominante en Venezuela que sabemos cuál es, sino a la conducta, el comportamiento y la moral de la militancia revolucionaria, si así se le puede llamar, que en todos sus niveles considera algo normal participar en el negocio capitalista, ser socio de una empresa capitalista de propiedad privada, incluidas las empresas de maletín, administrar las empresas del estado con criterio capitalista y lucrarse con cualquier negocio capitalista que se le presente para su beneficio personal. Este modo de vida capitalista, considerado algo normal, en los estratos más bajos de nuestras propias filas adopta la forma del bachaqueo y de la viveza criolla que son expresiones de la misma escuela capitalista auspiciada, avalada y justificada por la acción del alto gobierno cuando éste favorece, con dólares baratos, a los dueños del capital, de la burguesía antinacional, que roba y estrangula al pueblo con la hiperinflación.
El reto que le toca cumplir a Nicolás Maduro no es cualquier cosa, pero ese es el desafío de la revolución bolivariana, o desmantelamos al capitalismo, como lo propuso Chávez o el capitalismo terminará desmantelando a la revolución bolivariana