Después del desastre inducido por la guerra capitalista-imperialista en los precios de los alimentos y medicinas, el problema mayor creado por la guerra económica, que está afectando a las mayorías populares, es el caos del transporte colectivo. Los dueños de este servicio público, en una buena parte, sólo están interesados en su bienestar individual y para nada les importa el bien común ni el bienestar de toda la sociedad. Ese es el principio que rige el negocio capitalista. Cuando hay una crisis del capitalismo, como la existente en Venezuela, con esta guerra económica iniciada y exacerbada por los dueños del capital, las consecuencias son devastadoras.
El problema del transporte colectivo se complica y agrava con la subida del costo del aceite de motor, cauchos y repuestos, lo cual tiene el mismo efecto tan temido por un aumento desproporcionado de la gasolina. Lo de los cauchos y repuestos se explica y se deplora pero lo del aceite producido por PDVSA no tiene ninguna justificación. Esos negocios capitalistas derivados de nuestra principal industria hay que desmantelarlos ¡ya! sin ninguna contemplación. El gobierno no está de brazos cruzados y ha implementado el suministro barato de implementos para el mantenimiento de los vehículos de transporte colectivo, pero los resultados de esta iniciativa no han producido los efectos deseados.
Lo más preocupante de todo es que no se ve claridad en la línea de ejecución de una política alternativa al capitalismo para la solución del problema que pica y se extiende. Y si la hubiera no se publicita y nadie la conoce. En medio de esta situación se percibe que los dueños capitalistas del transporte colectivo están desbocados sin ningún control. Hacen lo que les da la gana. En estos días me contaba un amigo usuario del transporte que cubre la ruta Chacaíto-La Bonita que ahora inventaron discriminar en cada viaje el número de pasajeros de la tercera edad y de estudiantes. Es decir estos ciudadanos por orden de los propietarios del transporte no tienen los mismos derechos que el resto de los usuarios aunque hayan hecho su cola normalmente igual que los demás. Los gorilas del transporte imponen una norma absurda según la cual en un bus no pueden viajar más de cinco ancianos y cinco escolares. Están administrando, sin ningún control oficial, un atropello ilegal contra los más débiles y esta injusticia no puede ser tolerada. ¡El transporte público privado debe ser intervenido para ponerle coto a tantas arbitrariedades antes de que se produzca una desgracia!
¡Presidente Maduro el pueblo que votó por usted el 20M está esperando el comienzo del desmantelamiento de las mafias económicas!