Cómo duele recibir un crédito por un monto de Bs 2.500.000 por concepto del Bono Especial del Carnet de la Patria y permitir, impotente y resignado, que te lo saque del bolsillo el productor, el distribuidor, el comerciante o el bachaquero vendiéndote productos con precios manipulados desde el exterior. Es desproporcionado el esfuerzo inmenso que hace el gobierno de Maduro para beneficiar al pueblo indefenso, ante la guerra económica, en comparación con la facilidad con la cual la mafia económica les roba a los millones de personas lo que reciben, de un solo trancazo, del gobierno protector. Igual pasa con las pensiones, las jubilaciones y los salarios. Vaya que forma de robar y delinquir, a la luz pública sin que les caiga a los saqueadores y explotadores, del salario de los trabajadores, ninguna sanción ni penalidad. Ese es el propio neoliberalismo, el libre mercado y el capital desatado sin control ni mesura.
Los detractores de las ayudas del gobierno a los trabajadores se quejan por el poco valor adquisitivo de los bonos que distribuye Maduro, entre las mayorías populares, en vez de condenar a los capitalistas por los altos precios especulativos de los productos que ofrecen. Si fuera por los capitalistas, el bono especial del carnet de la patria de Bs 2.500.000 apenas debería alcanzar para comprar un mendrugo de pan pero la verdad es que ayuda al pobre, todos lo somos en esta precariedad, a resolverse.
El subsidio directo a las clases populares es la verdadera ayuda humanitaria a los damnificados, de esta guerra económica antinacional, pero tiene el hándicap de contribuir con las arcas del capital a donde va a parar hasta el último centavo de esa protección social. Los pobres pasan las de Caín y los ricos repletan sus caudales. La única forma de romper con ese círculo vicioso es con medidas socialistas. No estamos pidiendo que se cumpla el sueño de todo revolucionario de sustituir las relaciones capitalistas de producción, si no están dadas las condiciones todavía para ello, por relaciones socialistas de producción. Sólo planteamos que de manera radical se controlen los precios con toda la fuerza institucional, popular, legal y militar que tiene el gobierno. Es decir, en dos platos, que se cumplan las promesas de Maduro en la campaña electoral de ponerle mano dura a las mafias económicas.
¿Se pone en riesgo, con el desmantelamiento de las mafias económicas, la paz conquistada por la elección de la Asamblea Nacional Constituyente? ¿De cuál paz estamos hablando? La paz que tenemos es la de la ley del embudo: abundancia para los ricos y hambre para las mayorías populares. Para que haya paz debe cesar la guerra económica tan cruel, violenta y letal como las tácticas terroristas de subversión fascista llamadas guarimbas.