Haciendo mención a lo que se ha denominado la tercera generación de los Annales: la Historia de las mentalidades, que busca la valorización de lo subjetivo y de lo cultural, para este autor este corriente representa un peligroso retorno a la historia narrativa, abandonando el análisis explicativo y la historia problema: "La historia de lo mental se reduce, por tanto, la mas de las veces a la mera trascripción de las representaciones culturales al margen de cualquier relación con el contexto que las ha suscitado". (P72)..
Sin embargo, Santana también reconoce que, en los últimos años, sobre todo a partir de los sucesos políticos de 1989, con la caída del bloque socialista, ha surgido una cuarta generación de los Annales que intenta rescatar algunas de los principios fundamentales de esta corriente y cubrir las deficiencias señaladas en el plano de lo teórico y lo filosófico.
Para Roch Little (2000) la historiografía actual no ha logrado, en la mayoría de los casos, romper con la visión historicista y positivista de convertir al pasado en un objeto inmóvil, presa fácil del historiador que teniendo un objeto de estudio pueda autocalificarse de científico. Señala este autor, que en realidad lo que ha sucedido desde Ranke hasta nuestros días es una arbitraria manipulación del pasado que más que develar la historia tal como fue, describe la historia tal como la quiso el historiador. El pasado se convierte así en una especie de diversión que satisface las necesidades de algunos hombres curiosos o en el peor de los casos de aquellos que por intereses políticos pretenden manipular el pasado a su antojo. La crítica es a una historia fundamentalmente política llena de nacionalismos, pasiones, hecha por personas que escudriñan en papeles y archivos viejos y estos en forma casi mágica le revelan sus verdades. El pasado se ha convertido, según esta visión, en "la victima de los historiadores" de aquellos que solo pretenden legitimar el presente utilizando el pasado.
La fuente oral parte de una teoría y filosofía, parte de entender que la fuente escrita no es suficiente, que ha sido el producto de intereses de los sectores dominantes, que los documentos en la mayoría de los casos representan una síntesis, muchas veces marcadamente esquemática que solo aborda transacciones económicas o descripciones de contiendas políticas.
La etnografía, hermenéutica, historia de vidas, fenomenología, entre otras corrientes, buscan rescatar lo sensible, lo humano, lo subjetivo, las pasiones, lo familiar, lo personal, que muy poco aparece reflejado en los documentos, estos son temas de la fuente oral. Pero sus propósitos encierran una filosofía, una intencionalidad del historiador, que a su vez se arma de las teorías para poder descifrar las categorías, conceptos que le proporcionan los entrevistados. Toda esa información que le permiten al historiador contextualizar más allá del sujeto investigado y entrevistado.
Al decir de Marc Bloch: "En una palabra, un fenómeno histórico nunca puede ser explicado en su totalidad fuera del estudio de su momento. Esto es cierto de todas las etapas de la evolución. De la Etapa en que vivimos como de todas las demás. Ya lo dijo el proverbio árabe: "los hombres se parecen más a su tiempo que a sus padres"". (1996. P. 30).
En este mismo orden de ideas, Pierre Vilar advierte:
La investigación histórica es el estudio de los mecanismos que vinculan la dinámica de las estructuras - es decir, las modificaciones espontáneas de los hechos sociales de masas - a la sucesión de los acontecimientos - en los que intervienen los individuos y el azar, pero con una eficacia que depende siempre, a más o menos largo plazo, de la educación entre estos impactos discontinuos y las tendencia de los hechos de masas. (1980. Pag.47)
El historiador debe responder a preguntas como: ¿Qué ha estado sucediendo en el mismo espacio geográfico estudiado?, ¿cuál es el contexto nacional e internacional en el que ocurrieron los hechos?, ¿es este un caso único? Además de la contextualización la triangulación de las fuentes nos permite comprobar, demostrar hasta qué punto es cierto lo dicho por los entrevistados, o es una invención.
Lucien Febvre (1992), en Combates por la Historia, nos señala que: El hombre aislado es una abstracción. La realidad del hombre es en grupo. Y el hombre no conserva en su memoria el pasado de la misma forma en que los hielos del Norte conservan congelados los mamuts. (P32).
Toda historia es una reconstrucción e interpretación desde el presente, el historiador no entra al pasado como quien busca una ajuga en un pagar, la historia es un océano y el historiador traza un curso de navegación, de lo contrario se pierde en la inmensidad, se ahoga en el mar de datos e información. Para Febvre es necesario problematiza la historia, "en una historia sin problematizar no hay historia" (p.42).
Para el historiador francés: "Es preciso que la historia deje de aparecer como una necrópolis dormida por la que pasan sombras despojadas de sustancia. Es preciso que penetréis en el viejo palacio silencioso donde la historia duerme, animados por la lucha, cubiertos del polvo del combate" (p 57).
Con respecto a los métodos, señala que son una herencia del pasado, que tienen valides, pero que no es suficiente con que el historiador sepa utilizarlos, debe "bañarse en la vida, con la sensación de que, sumergiéndose en ella, bañándose en ella, penetrándose en ella de humanidad presente, despliega sus fuerzas de investigación, su potencia de resurrección del pasado. De un pasado que detenta y que restituye, en intercambio, en secreto sentido de los humanos" (p.71).
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