Teorías y filosofía de la historia oral (1)

El historiador, su carácter de cientificidad, lo que lo hace distinto al cronista espontáneo, al hombre curioso, al relator de cuentos, es además del uso de las fuentes, escritas y orales, es su capacidad argumentativa, que no responde solamente a caprichos y pasiones –aunque estas últimas sean necesarias y fundamentales en el trabajo del historiador- sino que existe una coherencia y hay un dominio teórico y filosófico que hace ver a la historia mucho más allá de una descripción de hechos aislados.

Sin bases teóricas y filosóficas -que no es simplemente citar algunos autores y referencias para el relleno y que en muchos trabajos o autodenominadas escuelas se reproducen y se multiplican por igual, en eso que llaman los metodólogos el marco teórico- no hay ciencia, no hay investigación, hay solamente recopilación de datos e información periodística, descripción etnográfica, que puede ser válida, interesante, útil, pero no es ciencia. Tampoco se trata de caer al contrario de aquellos, muy pocos, por cierto, que solo se dedican a intentar construir teorías y filosofar sobre la historia pero que nunca han hecho investigación empírica, que no han ensuciado sus dedos en los polvorientos archivos ni han manifestado interés por el estudio de un proceso, un hecho, una localidad, unos personajes, sino solo recopilación de fuentes secundarias y especulación. Ambos, tanto el pragmático historiador como el creativo especulador y filósofo deben conjugarse.

La historia requiere de un campo de estudio particular, en este caso el tiempo histórico, que no es estático que no puede ser parcelado y visto a través del microscopio, es un tiempo dinámico que se confunde con el presente, ya que es desde este dónde partimos, vemos con los ojos del presente y es lógico que así sea, pero es necesario tener claro los peligros de interpretar el pasado con los modelos, categorías y teorías que privan en la actualidad. Pero la historia además requiere del conocimiento que producen las otras ciencias, porque siempre hacemos historia de la economía de la política, de la cultura, del espacio geográfico, es una historia de hombres no de seres inanimados, metafísicos. La historia también debe tener un sentido, una filosofía orientadora y una axiología, que nos permita asumir posición frente al mundo, no ser simples espectadores o narradores.

Florez Malagón (2000) hace una fuerte crítica a las deficiencias onto epistemológicas de la historiografía actual. Según su visión, no pasa de las simples generalidades sobre la modernidad y la posmodernidad, advirtiendo que este aislamiento teórico y filosófico no es reciente, que desde los griegos y quizás solo hasta el siglo XIX la historia fue mero relato, una descripción de hechos y es solo a partir de su institucionalización, a través de la enseñanza académica con lo nuevos estados nacionales, que empieza a llamarse así misma ciencia: "Tristemente las discusiones epistemológicas de los historiadores rara vez alcanzan un nivel alto, y las posiciones filosóficas rápidamente se reducen a posiciones políticas simples" (p.29).

En una crítica a la corriente de las mentalidades de la Escuela de los Annales, señala que esta no representa realmente estudios culturales sino relatos culturales de orden descriptivo y subjetivo, señalando que es solo a partir de la década de los noventa del siglo pasado cuando esta visión comienza a producir algunos cambios.

Santana (2005) en una retrospectiva de la escuela de los anales señala los aportes significativos de estas corrientes, enfrentadas al positivismo y al historicismo, tanto en las síntesis históricas como la tendencia a la interdisplinariedad, la sustitución de la historia relato por la historia problema. Reconoce este autor que los fundadores, Febvre y Bloch, se dedicaron fundamentalmente a un cambio en la visión metodológica de la historia estudiando las estructuras, coyunturas, las regiones históricas, implementando el concepto de civilización y así comparar distintas formaciones sociales, el concepto de historia total, la pluralidad temporal de Braudel.

Sin embargo, considera: "que los fundadores de Annales conciben la renovación de la historia casi exclusivamente como una empresa metodológica y técnica, como una empresa que remite a la práctica investigadora más que a la elaboración de un cuerpo teórico alternativo al de la historia tradicional" ( P.62). Más adelante agrega "el análisis social carece de una base conceptual sólida, pero es en el análisis económico donde las deficiencias son más patentes y donde la filiación política de la escuela se hace más nítida". (P.63).


 



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Pedro Rodríguez Rojas

Sociólogo e historiador (UCV). Magister en Historia Económica (UCV). Maestría en Tecnología Educativa (UNESR). Doctorado en Ciencias Económicas y Sociales. (UCV). Doctorado en Historia (UCV). Ha sido docente de Pre y Postrado en la UCLA, UNA, UPEL. Actualmente de la UNESR en la categoría de Titular. Ha sido investigador del Centro de Historia para la América Latina y el Caribe, OEA, CELARG, Congreso de la República, Centro OPEP, entre otros. Ha sido Asistente de Investigación de los Doctores Ramón J. Velásquez, Federico Brito Figueroa, Héctor Malavé Mata y D.F. Maza Zavala, entre otros. Ex-Director de Postrado de la Universidad Simón Rodríguez-.Barquisimeto. Ex Coordinador del postgrado en Gerencia Cultural. Coordinador del doctorado de educación UNESR. Coordinador de la Línea de Investigación Filosofía y Sociopolítica de la Educación del Doctorado en Ciencias de la Educación. Presidente de la Asociación Civil Museo Histórico Lisandro Alvarado 2002-2010. El Tocuyo. Miembro fundador de la comisión de recursos hídricos de El Estado Lara .Asesor de la Misión Sucre y Aldea Universitaria de Morán. Vocero asesor de consejo comunal Los tres brazos y San Pedro. Entre los reconocimientos recibidos podemos mencionar: Premio Regional (Lara) sobre la obra de Andrés Eloy Blanco (1996). Premio Estimulo al Investigador UNESR, mayor productividad Científica del Núcleo Barquisimeto desde 1997 hasta la actualidad. Investigador ONCIT PEI Nivel. C. Premio CONABA. Premio Ensayo Histórico: Federico Brito Figueroa, Aragua 2001. Premio Ensayo Antonio Arráez: 450 años de la fundación de Barquisimeto, .2002. Premio Ensayo Educativo, Universidad de Oriente, 2004, Premio Primer Concurso Historia de Barrio Adentro del Ministerio de la Cultura, 2009. Premio sobre Legado de Chávez, Maturín, (2013). Premio Literario Rafael María Baralt, Maracaibo (2014). Más de sesenta publicaciones entre libros y artículos en revistas arbitradas a nivel nacional e internacional sobre ciencias sociales y filosofía. Es articulista en varios periódicos a nivel nacional. Coordinador de la Revista de filosofía de la educación TERÊ. Entre sus libros podemos mencionar: Juan Pablo Pérez Alfonzo, La economía venezolana, La Universidad frente a la globalización y la posmodernidad, Pensar América latina, América latina en la globalización, Educación para el Siglo XXI y La Ética Socialista. Junto a Janette García Yépez ha escrito varios libros sobre la historia de El Tocuyo, a saber: Personalidades tocuyanas, La cultura tocuyana, La cañicultura en El Tocuyo, El café y los resguardos indígenas en Morán, Crónicas tocuyanas, El Rio Tocuyo, la educación secundaria en El Tocuyo, La vida cotidiana en El Tocuyo, Memoria fotográfica de El Tocuyo, La Personalidad Intima de Lisandro Alvarado y Cultura y Tradiciones Tocuyanas.

 pedrorodriguezrojas@gmail.com

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