Según el doctor Blitz, jefe de inspectores de la ONU, el poderío militar de Irak no existe, quedó diezmado con la "tormenta del desierto" o guerra del Golfo. Este informe lo confirma el doctor Muhammed Baradei, presidente de la Comisión de Energía Atómica de la ONU. Pero Estados Unidos desoye estos informes, invade a Irak, y al ignorar la mayoría del Consejo de Seguridad de la ONU, pone en evidencia una vez más su desacato al orden establecido por la comunidad internacional, con la misma actitud que ha asumido ante el Tratado de Desarme, la Convención de Ginebra con los prisioneros de guerra afganos que tiene en Guantánamo, el Tratado de Kioto y la Corte Penal de Justicia Internacional.
En el centro de toda esta controversia guerrerista internacional queda inmersa Venezuela y debe librar dos guerras: una, en la frontera petrolera de la OPEP; y otra, en la frontera limítrofe con Colombia.
En Latinoamérica, a excepción de seis países, entre ellos Colombia, la mayoría se pronunció contra la guerra en Iraq. Ya es tradición de los gobiernos oligarcas colombianos sumarse a las guerras, invasiones, intervencionismo que realizan los Estados Unidos. Hace cincuenta años organizó el "Batallón Colombia" para participar en la guerra imperialista contra el pueblo coreano. Luego, a contrapelo del sentimiento de los pueblos latinoamericanos que expresaron su fraternidad con el pueblo argentino, respaldó a Inglaterra en la guerra de las Malvinas. Desde hace cincuenta años, su guerra interna crea malestar en los países limítrofes: Panamá, Ecuador, Perú, Brasil y Venezuela. Esta guerra eterna le impone a los países vecinos movilización de tropas y permanente vigilancia de la frontera. Ni Venezuela ni Brasil ni Perú ni Ecuador ni Panamá tienen porque mantener movilizado un ejército, en sus fronteras, para garantizarle estabilidad a un gobierno oligarca que vive de espaldas a los demás países latinoamericanos mientras dobla la rodilla ante el Imperio, le hipoteca su soberanía y le crea malestar a sus vecinos. Esta actitud de los gobiernos oligarcas aleja a Colombia del contorno latinoamericano. Se aísla más y más del sentimiento de confraternidad que debe existir entre los pueblos de Sudamérica y el Caribe. Si la oligarquía colombiana ya olvidó el arrebatón de Panamá y "la masacre de las bananeras" en los relatos de "Macondo" o de "Mamita Yunai" (Unit Fruit Company), los pueblos no olvidan a sus depredadores.
¡Colombia! "tierra de leones" - como la cantó el poeta - predilecta de Bolívar, cuan lejos te tienen del sentimiento de unidad latinoamericano y bolivariano los oligarcas que te desgobiernan.
Tovar, Marzo 2003
leonmoraria@cantv.net
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