No cabe duda de que cada vez más se enrarece el ambiente bélico contra Venezuela, las intervenciones en la 73ª Asamblea General del la ONU, de algunos de los presidentes presentes en dicha Asamblea, parecieron considerar que para ellos en lo personal y en representación de sus países, lo único o al menos lo que más los mueve es la situación de Venezuela, cuando todos por poco informados que estén, deben reconocer no sin ruborizarse, que están siguiendo pautas impuestas, quizá por alguna oferta non santa, de parte del titiritero mayor desde Washington, líneas de actuación reñidas con la realidad suramericana y especialmente venezolana, referente a la cual tanto Sebastián Piñera como Ivan Duque, emiten opiniones sesgadas con agria vehemencia no cónsonas con lo que acontece en Venezuela y sus causas reales generalmente soslayadas.
Los orígenes del malestar económico, son en su mayoría exógenos por injerencia en nuestros asuntos internos de factores de perturbación con la mira puesta en un cambio de gobierno, que ponga a los pies embotados de los Marines estadounidenses, mimetizados especialmente como luchadores democráticos de la narcotizada Colombia, toda nuestras riquezas y que de acuerdo con la Doctrina Monroe sólo participaría la Unión Americana sin injerencia foránea, a pesar del apoyo que a través de la OTÁN pudieran haber dado países europeos a la sumisa Colombia.
La cayapa antivenzolana no es de reciente creación, es un programa bien estructurado por el Departamento de Estado contra Venezuela que ha formado parte desde su inicio en 2001, del célebre Golpe Suave de Gene Sharp y ha venido creando una masa crítica en algunos países sumisos ante el Imperio, especialmente Colombia para la arremetida final, país que en una época basaba su adquisición de divisas en la exportación de Café y hoy en día su producción cafetalera anda por los suelos, apuntalada por contrabando de extracción del producto desde Venezuela y sus divisas convertibles las obtienen del comercio ilícito de gasolina, alimentos y papel moneda venezolanos y por supuesto el tráfico de drogas.
No obstante como estas posibilidades parecen estar dificultándose, con las medidas adoptadas recientemente por el gobierno de Maduro, afincan su interés en el narcotráfico hacia los EEEUU. y como es fácil comprender, deben arrodillarse ante el gigante Norteamericano para conservar buenas relaciones y hacer de mandadero dispuesto a intervenir militarmente con su ejército poniendo muertos junto con mercenarios norteamericanos y fuerzas de la OTÁN , para conseguir como obedientes súbditos, mantener una buena relación que haga que Estados Unidos siga mirando para otro lado, olvide el daño de la drogadicción de su población y de esta forma conservar el inmenso mercado para sus sustancias estupefacientes, especialmente la cocaína, mientras aprovechan la capacidad adquisitiva de más de 40 millones de consumidores consuetudinarios estadounidenses, que garantizan miles de millones de dólares anuales a los carteles de la droga y al gobierno títere.
Pero no es sólo el mantenimiento del mercado para su cocaína lo que movería al gobierno Iván Duque, o debí decir Álvaro Uribe, es la apetencia más que centenaria sobre la parte de nuestro territorio que constituyen los estados Táchira, Zulia y Falcón, aspiración que posiblemente esté dispuesto a conceder EEUU, porque el desmembramiento de Venezuela les permitiría marchar con sus compañías internacionales sobre el petróleo de Oriente especialmente sobre la Franja petrolífera del Orinoco y el arco minero del Edo. Bolívar, que posiblemente junto con Guyana reservarían para ellos, convirtiendo la balcanización de Venezuela en un negocio a largo plazo que, quizá sólo abandonarían a la extinción de los yacimientos.
Es triste pero hay que reconocerlo que, tal plan bélico maquiavélico, no sería posible sin traidores que dicen ser venezolanos y parecen no percatarse de la dolorosa y desastrosa realidad que enfrentaríamos en caso de que se diera el ataque a Venezuela, como los que han estado legitimando una acción militar contra la patria de Bolívar, actos que han dado pie al hecho de que si los propios venezolanos aúpan una invasión militar, quiere decir que ésta está justificada, cuando numerosos personeros apátridas andan por el mundo mendigando casi que de rodillas una invasión a su país, lo que permitiría presentar a los agresores como salvadores de la patria, justificando sus acciones bélicas y si desgraciadamente resultáramos derrotados el día que desfilaran las tropas colombianas y marines estadounidenses por nuestra plaza Bolívar camino al Panteón de nuestros Héroes, a mancillar el sagrado recinto, con la anuencia de los traidores y quizá para nuestra mayor vergüenza nos forzaría a vitorearlos con banderitas de barras y estrellas y un tricolor sin escudo ni estrellas.
Esperamos que todos los esfuerzos que ha realizado el Rinoceronte Naranja en la promoción de una invasión a nuestro pequeño país suramericano, no dé resultado a pesar de que, últimamente contra todo pronóstico, utilizando la Asamblea de las Naciones Unidas, organismo promotor de la Paz Mundial, para incrementar sus propias amenazas como potencia económica-militar, personalmente azuza a sus sumisos cipayos sin turbante, a una contienda contra Venezuela, fomentando guerras fratricidas entre países latinoamericanos, que por más de 150 años ha abandonado el expediente bélico en sus diferencias, convirtiéndose en territorio de paz y que, ahora el Imperio trata de crear divisiones entre nuestra comunidad iberoamericana , que terminen en acciones militares, que a la larga dejen heridas que tarden decenas de años en cicatrizar y estarán apoyando el casi axiomático dicho "divide y vencerás", para mantenernos sojuzgados.
No sería de extrañar que la "hermana Colombia" se embarcara en tal aventura antivenezolana, con una gran ingratitud de pagar la acogida que le hemos dado a casi 6 millones de colombianos, que son tratados en Venezuela sin diferenciarlos de los connacionales, los nacionalizados, los de residencia regular y los centenares de miles indocumentados, los cuales disfrutan de iguales derechos que el resto de los venezolanos, y ahora los malagradecidos con Duque a la cabeza, nos amenazan con participar en una invasión militar a Venezuela afianzados por fuerzas extracontinentales como la OTÁN y el apoyo siempre interesado de EEUU. con sus numerosas bases militares muy cerca de nuestras fronteras, escondiendo sus apetencias sobre nuestras riquezas con una mal disimulada defensa de la población venezolana en crisis, mientras nos ahorcan económica y financieramente,
Tenemos que resguardarnos cuidadosamente del casus belli fabricado, porque en cualquier momento un inocente movimiento de nuestro ejército pudiera servir de chispa justificadora de una acción bélica, que trascienda a mayores en el interés de los propiciadores de la beligerancia y se inicie una intervención militar de mayor escala contra nuestro territorio, máxime cuando aunque no lo reconozcamos somos un país parciamente ocupado o cuando menos con una importante quinta columna.
Por el momento considero que cualquier maniobra militar de entrenamiento debe ser planificada con marcada prudencia y lo más lejos posible de la sensible frontera colombiana, donde con seguridad se trataría de hacer saltar la chispa iniciadora; igualmente estimo que las acciones atinarcóticos deben ser muy cuidadosas cuando tengan lugar cerca de los límites con Colombia y debo añadir que es necesario evitar la presencia de periodistas en estas actividades castrenses, porque he podido comprobar sus numerosas imprudencias en busca de noticias impactantes, incluso cuando entrevistan a oficiales de alta jerarquía, a quienes compulsan a declarar detalles inconvenientes casi que bajo presión
Para terminar debo dejar constancia de que en esta oportunidad el viejo y conocido aserto latino "Si vis pacem para bellum", si quieres la paz prepárate para la guerra, creo que no funcionaría, porque nuestra fuerza armada aunque bien adiestrada e inmejorablemente dotada, que pudiera adelantar triunfantes algunas confrontaciones tanto en el aire como en tierra, no podría disuadir como sugiere el aserto latino a los belicistas, que propugnan la intervención militar porque el fin último justificaría cualquier esfuerzo bélico de los yanquis tras nuestras riquezas y Colombia trataría de ir como dijéramos tras parte codiciada de nuestro territorio, porque el apoyo que el imperio del Norte ofrecería a los ejércitos conjuntos de Colombia y la OTÁN, sería proporcional al inmenso botín que esperan conquistar.