En la Guajira grupos paramilitares se entrenaban

La detención casual de un vehículo cargado de abundante material militar de guerra por un puesto de tránsito entre Barranquilla y Ríohacha, encargado de controlar la movilización vehicular con motivo de disposiciones del gobierno colombiano para tratar de minimizar el avance del Coronavirus, la captura de la camioneta en cuestión que se dirigía hacia Riohacha, en el el departamento Guajira, dio prueba fehaciente de lo cierto de las afirmaciones del gobierno venezolano desestimadas y calificadas de ridículas por voceros tanto de la Oposición en Venezuela como por altos jerarcas del gobierno de Iván Duque, sobre un plan terrorista, a ejecutarse desde la vecina Colombia, que con lujo de detalles se le comunicó al Gobierno Colombiano, indicándoles con precisión la dirección del centro de operaciones en Riohacha, bajo el comando del general retirado o quizá por su condición de traidor ex-general Cliver Alcalá Cordones, de 3 grupos compuestos por desertores de cuerpos armados venezolanos, paramilitares actuando en condición de mercenarios, mercenarios internacionales básicamente procedentes de Estados Unidos conocidos eufemísticamente como Contratistas Civiles, pagados por el Gobierno de Trump a través de la CIA, todos entrenados según palabras del propio Alcalá Cordones, por Norteamericanos, asumimos que especialistas en sabotajes y otros actos terrorista.

El primer intento de estos grupos debió realizarse el 10 de marzo coincidiendo con la supuesta gran manifestación del "día final de la usurpación" pero ante la notoria frialdad para movilizarse y la ausencia de asistentes que acompañaran al "presidente" Guaidó, abandonaron la idea del acto público masivo, se refugiaron en la Plaza Alfredo Sadel para una pantomima de sesión de su Mini Asamblea casi sin diputados y con escasísimo público, y ante los dos fracasos del día, resolvieron aplazar para lós días 23-24 y 25 acciones terroristas que tenían planeadas para la supuesta "noche más obscura" como efectivamente resultan las noches sin luna de luna nueva con equipamiento perfectamente adecuado a un ataque nocturno sorpresivo.

La criminal intención de iniciar los ataques terroristas coincidiendo con la emergencia sanitaria que afronta la humanidad con motivo de la pandemia y bajo la premisa de que por esta razón estarían dadas la condiciones para que los ataques terroristas en Venezuela fueran exitosos por la atención casi exclusiva de gran parte de las fuerzas de seguridad a las labores de contención del avance de la infestación por el coronavirus, muestra la calaña de la cual están hechos estos terroristas, comenzando por el Auto proclamado Juan Guaidó, que había firmado contrato y financiado la adquisición del arsenal de guerra incautado, en presencia y con asentimiento de funcionarios estadounidenses, J.J. Rendón, un Sr. de apellido Álvarez y naturalmente Cliver Alcalá Cordones.

La fortuita intervención de la camioneta que transportaba el alijo de armas de guerra con fusiles de asalto, visores nocturnos, silenciadores para fusiles y miras telescópicas y las acciones de la inteligencia venezolana, se logró detener los actos terroristas que con las características de las armas decomisadas por el gobierno colombiano iban a ser probablemente usadas para asesinatos con fusiles silenciosos a distancia, con francotiradores bien equipados, con miras telescópicas de visión nocturna, personeros del gobierno en la obscuridad de la noche o cuando menos tendrían una gran ventaja en alguna refriega nocturna. Piensen y concluyan quien es realmente el autoproclamado Juan Guaidó, que es capaz de aliarse con la trulla personajes terroristas y asesinos que componen los grupos entrenados en los departamentos del Magdalena y Atlántico para los actos terroristas planificados desde Colombia, con el fin de tratar de desestabilizar el País provocando desórdenes y caos y caminar hacia una intervención para "salvar al pueblo venezolano" mediante la entrega por parte de los antipatria que eventualmente pudieran tomar el poder, nuestras riquezas minerales ya conocidas: oro, diamantes, coltán, torio pero especialmente el petróleo.

El ex-oficial desertor del ejército venezolano, prepotente comandante de los 3 grupos terroristas que se entrenaban en el departamento Guajira, concretamente en la ciudad portuaria de Ríohacha y conforme a sus declaraciones, parecía estar en grave peligro, porque, el gobierno de Donald Trump puso precio a su captura, lo cual lo hizo un paria fugitivo escondiéndose de los caza recompensas, que trataran de ubicarlo para ganarse el botín ofrecido y a pesar de su aparente tranquilidad, en Colombia tendría que afrontar una real amenaza a su vida, consecuencia de la busca encarnizada que probablemente desataron y si en su condición de militar, de hombre de armas resolviera oponer resistencia a la detención por parte de cazafortunas y sicarios. Por otro lado Alcalá conoce bien la práctica colombiana del sicariato y el asesinato como forma de resolver situaciones políticas que, parezcan inmanejables para la Casa de Nariño, como los caso de Jorge Eliecer Gaitán o el de Luis Carlos Galán, y los centenares de asesinatos de luchadores políticos y sociales que pudieran tener algún arrastre luego del acuerdo de paz de la Habana entre el Gobierno de J. M. Santos y las FARC, sigue presente y es frecuente en Colombia y ante la gravedad de las acusaciones muy bien documentadas respecto a conformación de grupos terroristas desestabilizadores entrenados en territorio colombiano, presentadas por el gobierno venezolano y las comprometedoras declaraciones de Cliver Alcalá que demuestran la participación de Iván Duque y su gobierno en las acciones desestabilizadoras, con la anuencia y participación de los Estados Unidos para llevarlas a cabo, se percató de que su vida corría grave peligro y ante esta realidad y convencido de que su permanencia en Barranquilla representaba un real riesgo de muerte, especialmente por parte del propio gobierno colombiano, como la forma más sencilla de eliminar su real amenaza por sus comprometedoras declaraciones, Alcalá Cordones prefirió contra todo pronóstico entregarse al gobierno de USA, que le había puesto precio a su captura, metiéndose en la boca del lobo, pero salvando momentáneamente el pellejo y quizá con un poco de suerte, obtener el perdón de Trump por su manifiesto antichavismo personificado ahora en Nicolás Maduro y la posibilidad de ingresar aunque sea como peón, en el juego macabro que prepara contra Venezuela Iván Simonovis; naturalmente que desde la seguridad que le brindaría el gobierno Norteamericano, como a todo aquel que pueda contribuir a desestabilizar a Venezuela y su Administración presidida por Nicolás Maduro, así se trate del mayor delincuente que pueda imaginarse, como Jack el Destripador o el obscuro Mr. Hide, con tal de que pueda ayudar a destripar a Maduro, hasta con ésos realizan alianzas.

Con el golpe sin intención asestado por la policía de carreteras a los más importantes grupos terroristas, que se entrenaban en Colombia, por la detección e incautación del importantísimo arsenal de armas de guerra decomisado a un ciudadano colombiano, pero propiedad de venezolanos, pareciera despejado el panorama del golpe de fuerza instrumentado entre Donald Trump y su colega colombiano Iván Duque en la reciente visita de este último a Washington, donde pareciera que se ultimaron detalles de las acciones contra Venezuela, y se dio luz verde a la acción terrorista que hasta ahora ha resultado fallida.

Es necesario tener en cuenta que la presencia del Coronavirus en Venezuela lejos de ser un impedimento moral para los actos terroristas por las implicaciones negativas sobre la población en general, para Ivan Simonovis, un criminal con sangre inocente en las manos, para el aparentemente nuevo jefe de la intervención terrorista en Venezuela es un aliciente y pretenderá ser la cabeza comandante de los actos de sabotaje planeados cuidadosamente en connivencia con la CIA en la escogencia de los objetivos primordiales: servicios imprescindibles al funcionamiento de la República como lo referente a energía eléctrica mediante ataque a estaciones y sub estaciones, destrucción de depósitos de combustibles y alimentos, inhabillitacion de hospitales y servicios conexos de Barrio Adentro, ataques a reservorios de agua potable, de acueductos etc., aparte de los intentos de magnicidio, y eliminación de dirigencia tanto política como administrativa. Esta presunción de comportamiento criminal del presunto comandante de la acción terrorista, se desprende de su conducta pasada al frente de cuerpos policiales; todos recordamos sus órdenes de disparar contra el pueblo apostado en los alrededores de Miraflores cuando el Carmonazo y como vimos caer a numerosos ciudadanos que se encontraban en las inmediaciones de puente Llaguno, bajo el fuego de fusiles disparados por policías a sus órdenes, desde los techos de la Ballena y el Rinoceronte, acciones por la que fue condenado a prisión y que ingenuamente el poder judicial le conmutó la pena a "casa por Cárcel" en virtud de una supuesta enfermedad; craso error que permitió la fuga del privado de libertad, que ahora financiado por el gobierno de Donald Trump arremete como comandante de grupos terroristas contra Venezuela; igualmente recordamos el asesinato a sangre fría de un joven que amenazaba seriamente a una dama en una panadería, rodeado de parroquianos, de policías y que por su actitud se sabía que estaba rendido, cuando a boca de jarro le disparó con un fusil a la cabeza, poniendo en riesgo a la rehen y luego de caído el occiso con el cráneo destrozado por el disparo, proclamo su triunfo con la alegre expresión que todavía resuena en los oídos de los que presenciaron el asesinato del joven o lo vimos por televisión ¡nada, nada un tiro un muerto!

 



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Edgar Valero Díaz

Ingeniero Agrónomo.

 edgarvalerodiaz@gmail.com

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