"Soñar no cuesta nada", dice el refranero popular. Y aparte de no costar nada puede producir gran placer como que uno acomoda los hechos al gusto y hasta a la carta. La navidad es muy propicia para soñar y hasta inventarse cuentos para hacer la vida placentera, lo que ahora es como una obligación en virtud que la guerra que nos hacen y porque quienes deben dirigir nuestra defensa no dan pie con bola ni saben por dónde empezar. ¿Acaso no es bello imaginarse que esta navidad es tan placentera como las de antes y llena de bellos augurios? Por algo Panchito Mandefuá soñó que cenaría con el niño Jesús.
Y es que los venezolanos, o una buena parte de ese universo para ser justo, ha venido contándose la historia, que empezaron a contar unos pocos, según la cual estamos envueltos en una revolución y hasta hay quienes como más creativos o soñadores hablan de una revolución socialista y, donde los más recatados porque siempre los hay, de una en transición. Y hasta reconociendo estar en medio de una guerra donde la vanguardia no combate sino se guarece igual que los mortales comunes y esperando que la divina providencia y una de esas cargas de pura fe que embriagan al presidente cambie el destino y rumbo de los acontecimientos. Y también sueñan como para decir que en esta guerra "estamos venciendo". Y los hay quienes hablan de profundizarla, lo que a uno le lleva a pensar si tendrán hijos y carga que cumplir. Porque cuando esta es ligera o no carga ninguna más embargan los sueños.
Y es hasta posible y verdadero que hayamos vivido unos instantes en los cuales se delinearon estrategias y hasta tácticas para iniciar un proceso que pudiese meternos dentro de un camino revolucionario y por esa afición humana a hacerle concesión a la palabra, empezamos antes de tiempo a llamar así lo que apenas era como un amago.
Esta "revolución" nuestra es la misma que ha logrado la hazaña de concentrar la riqueza en el menor número de personas en los últimos cincuenta años. Mientras uno creía que ella estaba obligada a lo contrario, distribuirla de una manera más justa y equitativa, el proceso ha sido a la inversa. Claro, ello no niega que lo que ha sucedido ha sido revolucionario si el significado de la palabra se limita a cambio y hasta drástico. Y más si esa concentración supero a la habida cuando aquí gobernaba la derecha, si es que por mis sueños se pudiera creer que alguna vez no ha gobernado.
Pero es obvio que en los últimos veinte años en Venezuela han sucedido muchas cosas, como esa de la concentración de riqueza y hasta algo inédito, que las "fuerzas revolucionarias", habiéndose apoderado del aparato del Estado, se hayan convertido en instrumento para desconocer las conquistas de los trabajadores a través de las contrataciones colectivas. Es decir, lo que se ha considerado por años dentro de las sociedades capitalistas, y Venezuela es una de ellas sin duda alguna, como meta inmediata de los trabajadores en medio de la conflictividad de clases, la firma de contratos que obligan a los patronos a reconocer beneficios de los trabajadores, los "revolucionarios" bajo el control del Estado proceden a desconocer y hasta negar todo eso. Lo que de paso es una arbitrariedad porque pone por encima de los contratos de trabajo que son leyes especiales la voluntad del presidente. Si aplicamos la interpretación del diccionario, esa conducta de los "revolucionarios" sería a todas luces revolucionaria y propia de ellos. Por lo inédito y hasta revoltoso. Pero los revolucionarios para eso hayan justificación y esta es que, los recursos del Estado, ahora esmirriados, han obligado a ese extraño proceder, mientras creen suficiente explicarse que esa merma sólo es atribuible a la guerra económica, pasando por alto toda la responsabilidad inherente e inocultable a quienes diseñaron esta revolución muy típica, que lo es si, al interpretar el concepto, le aplicamos el Diccionario de la Real Academia, lo que por cierto estaría imbuido de colonialismo. Pero si esto sirve a los "revolucionarios" para sus fines bienvenida sea la ayuda de esa institución. De esta manera, el "revolucionario" reviste los efectos como si fuesen causas y acomoda los hechos, tal como dijimos arriba, a su gusto". Lo que permite justificar lo injustificable y hacer de culpables víctimas y hasta héroes.
"La revolución" de la cual hablamos se ha propuesto que mientras la riqueza se concentra al extremo arriba, como una conquista de la justicia, abajo se iguala o procura igualar a todos en la pobreza, sin importar el rol que cada persona desempeñe en el aparato productivo. Visto el cuadro como es, no hay duda que marchamos dentro de un proceso revolucionario, hasta por lo insólito e inédito que tiene en la pobreza su meta y virtud.
"La revolución y los revolucionarios", en un proceder coherente, propio de su cultura y discurso, se plantearon "sembrar el petróleo", o para mejor decirlo y evitar confusiones, erradicar el rentismo. Es decir que aquí se acabase la dictadura del ingreso petrolero y en general de la minería. ¡Y hay que ver la manera revolucionaria como eso se está casi logrando! Primero, destruyendo, arruinando a PDVSA, a través de la corrupción que allí ha privado por intermedio de "revolucionarios" que dejan de serlo, porque eso cansa, llenándose los bolsillos y marchándose del país o simplemente pasar agachados contando con los "favores" que hicieron a quienes se mantienen ocultos o hechos los pendejos. Luego como resultado de todo lo anterior y de las muy malas planificaciones o definiciones estratégicas, lo que mucho tiene que ver con la Faja del Orinoco, se dejó caer la producción hasta límites críticos en un proceso que todavía a esta altura continúa.
¿Hay o no un tinte revolucionario en eso que en el país del gas tengamos que volver a cocinar con leña y los nuestros verse obligados a refugiarse en países como Colombia y Perú, ancestrales tributarios de su mano de obra y hasta pobreza hacia nuestras ciudades?
¿Qué más revolucionario que ese gesto gubernamental, hasta comentado por Eleazar Díaz Rangel, de anunciar unos "Precios Acordados" para luego soñar que los empresario los cumplen mientras la realidad indica otra cosa?
Mientras tanto, chinos y rusos logran cuadrar con la vanguardia revolucionaria la manera de reactivar la producción petrolera de modo que a Chávez no le hubiese gustado, pelamos por las reservas de oro para poder financiar la repartición de las migajas y alcanzar la meta revolucionaria que podamos vivir sin trabajar a expensas de lo poco que dejen quienes seguirán controlando lo riqueza, pues la hiperinflación continuará campante y lo poco que percibamos se iría en pocas cosas, tan pocos que no alcanzan para cubrir lo elemental. Es decir la "revolución" continuará por lo menos en pie aunque no camine y la vanguardia podrá mantenerse firme y hasta rodilla en tierra en Miraflores, mientras quienes nos hacen la guerra seguirá aniquilando al pueblo que no encuentra donde guarecerse ni a nadie quien lo defienda.
Los soñadores no se limitan a soñar con una revolución en tránsito y hasta como casi llegando a su destino que es el socialismo sino que además que la guerra no nos aniquila sino al contrario, estamos venciendo y el futuro inmediato le ven lleno de felicidades y con todo resuelto.
¡Eso es lo bello de la navidad! Pero estas ya casi fenecen y mañana tendremos que confrontar la dura, triste, más que esta navidad, y cruel realidad.