Negro Acosta Márquez, guerrero de la palabra escrita

Al Negro Acosta Márquez, como le decimos sus amigos, se le aguan los ojos y nerviosamente golpea la mesa con sus dedos puntiagudos cuando comienza a hablar de Alí Primera, a quien él llamaba Yiyo, como lo hacían sus amigos más cercanos.

Nos encontramos en un rincón ministerial que se llenó de ritmos y de sonrisas, de los frescos recuerdos de este obrero jubilado de la Alcaldía de Caracas, graduado en el Aula Magna de la UCV como poeta y declamador cuando su compañero y amigo Alí Primera le jugó una sorpresa y lo llamó al estrado para que recitara sus poemas, aquel pobre hombre le temblaban las piernas de miedo escénico cuando comenzó con la voz cortada, sus ojos blancos saltones de susto y herido de terror inicio los primeros versos del poema “Noche de mina y tambor”, las protestas de la audiencia no lo amilanaron, brotó la fibra negra de su alma y comenzó a tocar un quitiplas con sus cajón bucal, entonces ni una mosca se oía en el Aula Magna y fue cuando al Negro Acosta Márquez se le confirió su graduación de poeta y declamador, fue exigido por el público para continuar recitando junto al cantor del pueblo, eran el año 1976, ya hacia tiempo que formaba parte del ejercito de luchadores y creadores sociales que acompañaban a Alí en su saga.

“Yo vendía periódicos en la Avenida Lecuna en el centro de Caracas, era un carajito de 12 años y allí vendía La Esfera, Alí vivía en una pensión del sector La Concordia y él siempre me compraba el periódico, se hizo un cliente fijo y luego mi amigo, mi hermano y no puedo seguir hablando ….”

A Elpidio Antonio Acosta Márquez se le quiebra la voz y un silencio interior remonta sus recuerdos vuelve a su pasado y presente humilde, donde ha conseguido la fuente de sus creaciones poéticas, del canto de pueblo que inspira su condición humana y de ese permanente mensaje de lucha social, de resistencia política y de esperanzas en el futuro aún cuando una penosa enfermedad lo empujó al infinito, pero el astuto luchador apeló a sus amigos cubanos y fue rescatado por los esfuerzos hechos desde el Ministerio de Cultura de Cuba, sus amigos de la Casa del Caribe en Santiago de Cuba, “les agradezco infinitamente a mi amiga la poetisa Nancy Morejón y al desaparecido poeta Joel James Figerola, porque por ellos yo fui a luchar contra este cáncer que me estaba matando y hoy puedo levantarme y ocupar de nuevo una trinchera en esta revolución bolivariana con la que estoy fraguado, no de ahorita, tu sabes los años que tengo yo en esta vaina y gracias a Dios, a mis horishas, a los médicos cubanos y a su pueblo que me acogió cariñosamente puedo seguir luchando y escribiendo” decía Acosta Márquez al instante que sonríe de nuevo alegre de vivir en medio de la revolución bolivariana.

Mucho tiempo y camino ha recorrido el poeta afrovenezolano Acosta Márquez, muchos libros y versos han dibujado sus manos para retratar al pueblo venezolano que es él mismo. Guerrillero de la palabra escrita y hablada con la entonación barloventeña al ritmo del quitiplas que le dio la alegría cuando por primera vez grito en San Antonio de Barlovento donde nació hace 62 años. Hoy sigue al lado de sus amigos de San Agustín del Sur, sus versos bullen y brotan de su espíritu luchador a la espera de publicar su libro inédito “Mi primo longa” y “El sentir de un cimarrón”, ambos en manuscrito.

“Debo viajar a Cuba pronto no tengo como, pero se que alguien me va ayudar, no gratis, les ofrezco mis recitales y presentaciones para pagar los viajes que tengo que hacer y continuar mi tratamiento” nos dice finalmente Acosta Márquez para solicitar apoyo a cambio de su trabajo, así me lo dijo.

aldemarobar@yahoo.es


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Aldemaro Barrios Romero


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