Parecería lógico por parte de la Administración de EE.UU. apoyar con acciones prácticas la iniciativa de Rusia y tratar de satisfacer los requerimientos del pueblo de Venezuela.
Cada día es más evidente que los círculos gobernantes de Estados Unidos siguen guiándose por una línea militarista, poniendo sus miras en la fuerza, para imponer su voluntad a los países y pueblos. A la vez declaran a los cuatro vientos que precisamente así influirán en la política de la Federación Rusa.
De todo esto se desprende que el grupo gobernante de EE.UU. pone los intereses egoístas de los círculos industrial-militares por encima de los intereses de toda la Humanidad, de su propio pueblo. Y, además, tiene su importancia el hecho de cómo se hace esto: demostrativamente, con arrogancia, con desprecio a la opinión de la comunidad mundial. ¡Sin sentido de la realidad, sin sentido de la responsabilidad.
¿Qué podemos decir sobre ese particular? Esos medios son inadecuados. Jamás antes tuvo éxito el empleo de la fuerza contra otros países, y ahora es, simplemente, irrisorio. Además, también los pueblos rechazan, cada vez más activamente, la política de imposición en las relaciones internacionales, política que ya tuvo su siglo.
La crisis venezolana, como se ha dicho, no fue una protesta del pueblo. Fue, sobre todo, su disconformidad con las deformaciones. Los enemigos de Venezuela socialista en el interior del país y fuera de ella supieron utilizar ese desacuerdo en provecho propio. Sabemos lo que persiguen los que en EE.UU. se autodenominan hipócritamente amigos del pueblo venezolano. A ellos no les preocupa en absoluto la suerte de la nación venezolana. Su idea era la de desmontar la revolución Bolivariana socialista. Para ellos, en verdad, cuanto peor fueran las c osas en Venezuela, tanto mejor.
Y ésta es una lección que nos hace recordar: el "socialismo Bolivariano" es una empresa históricamente nueva, difícil, que implica la necesidad de vencer la resistencia de las fuerzas antisocialistas y de contraponerse a la presión económica, político-propagandística y militar del imperialismo.
La garantía más segura para no cometer esas desviaciones es desarrollar y aplicar creadoramente la doctrina socialista-Bolivariana, es una estrecha ligazón del PSUV con el pueblo y con las amplias masas de los trabajadores. Esta ligazón, que se hace viva realidad inquebrantable si el PSUV comprende las necesidades del pueblo, evalúa de modo realista las posibilidades del país en cada etapa y despeja sin miedo el cambio del futuro. Por otra parte, si todo trabajador consciente vincula sus esperanzas con la política del PSUV, si se siente no un simple ejecutor de la voluntad de un "burgués", sino que interviene activamente en la elaboración y aplicación práctica de los acuerdos partidarios.
En esencia, tenemos un mismo objetivo: aprender, lo más rápido posible, a utilizar en plenas medida las enormes posibilidades del socialismo Bolivariano; hallar una óptima combinación entre el centro y la periferia, entre las esferas estatal y social, entre la gestión y la autogestión; estimular mejor la labor del pueblo, su actividad laboral y política y su conciencia cívica.
Actualmente, al primer plano se promueve la necesidad de perfeccionar a fondo e integralmente el mecanismo administrativo. La orientación principal de esta labor está clara para nosotros. Se trata de resolver una tarea doble: elevar la eficacia de la planificación del desarrollo económico y dar libre curso a la iniciativa de los colectivos laborales.
¡La Lucha sigue!