Palabras a mi amigo y hermano el poeta opositor Alberto Hernández

Los problemas de Venezuela debemos arreglarlos los venezolanos, Alberto. Sin ninguna intervención extranjera, eso contempla el derecho internacional, Nunca, pero nunca voy a aplaudir una invasión de Estados Unidos en mi nación y menos apoyar un Golpe de Estado donde un mequetrefe viene y se juramenta a sí mismo como Presidente.

Igual a como lo hizo Carmona Estanga en el 2002.

Maduro es Presidente porque la oposición venezolana se negó a cerrar filas con sus candidatos: Javier Bertucci, Henry Falcón, y fue dividida, sin estrategia electoral clara, y los errores en política se pagan. Ahora la oposición venezolana lo que ganó por votos al Presidente Maduro quieren ganarlo a la mala, con violencias y apoyados como patoteros por los ejércitos de Estados Unidos y Occidente.

No creo en ese mundo de caníbales, de salvajes y de la barbarie política que siempre, siempre, ha utilizado Estados Unidos y Europa en defensa de sus intereses y en contra de los pueblos de Latinoamérica.

Eso es histórico y es además historia de la economía y relación del horrendo robo que ha hecho Europa (desde Colón) y Estados Unidos en Latinoamérica. Esa es la verdad.

Ahora el asunto se define entre patriotas, quienes aman a su patria Venezuela, y quienes son antipatriotas, los que desean que un extranjero pase por encima de las decisiones de un pueblo. Y es de esta forma y no de otra.

Lo demás es puro blablablá, noticias falsas, análisis tomados por los pelos y despropósitos.

El hecho de adversar políticas de Maduro, nunca pueden permitirme ser un traidor desleal a mi propia patria y plegarme a la Doctrina Monroe en desmedro de la Doctrina de Simón Bolívar, que le dio origen a Venezuela.

La oposición venezolana ha demostrado ser más incompetente, mediocre y corrupta que las huestes chavistas y socialistas. Son más bestiales, inconscientes, más llenas de rabia y de odio. Creen que tienen más derechos que los venezolanos normales y quieren cobrar esos derechos con petróleo y entregando su patria a los intereses extranjeros históricos: Europa y Estados Unidos.

No creo en eso y me opongo con uñas y dientes. Creo en un mundo de paz donde la gente resuelve sus conflictos debatiendo, conversando, llegando a acuerdos y votando en elecciones bien organizadas y tuteladas por organismos internacionales y nacionales.

¿Por qué la oposición se negó a participar en la elección Presidencial del 20 de mayo de 2018?. ¿Por qué se negaron a intervenir en las elecciones de gobernadores, alcaldes y concejales? ¿Por qué no se organizaron e hicieron sus coordinaciones y se enfocaron en esa disputa electoral y política?

Y la respuesta es simple: no tienen sabiduría política, no pueden organizarse porque no piensan con sus cabezas sino que son conducidos, guiados, orientados por lo que le conviene a los Estados Unidos y Europa y no lo que le conviene al pueblo venezolano que incluso contempla al pueblo opositor venezolano.

Así pues que no quiero ese mundo de salvajes políticos, de caníbales que se devoran a sí mismos que pueblan con voracidad a la derecha venezolana y quizá en menor proporción a la izquierda de mi país.

No quiero eso, y posiblemente la posición de Claudio Fermín y Eduardo Fernández expresen mejor lo que uno aspira de la derecha venezolana. Que tengan juicio, sabiduría, sentido de la realidad y construyan política en base a esa realidad de que Nicolás Maduro es el Presidente de Venezuela y es el que responde el teléfono en el Palacio de Miraflores.

Al final, las guerras no sirven a los pueblos sino a las oligarquías, a los vendedores de armas del complejo industrial de Occidente, a los dueños del capital que imponen sus políticas con el tronar de sus cañones.

La guerra solo lleva muerte, sangre, destrucción y hambre a los pueblos del mundo. Ningún pueblo gana con la guerra, por lo cual y por ende soy pacifista y no creo ni en violencias ni en odios.

Soy además demócrata, me gusta dirimir mis contradicciones con el Otro: votando, no creo en violencias y creo profundamente en la democracia y en el derecho del Otro a pensar distinto a mí, y no por eso le voy a disparar un tiro, meterle una puñalada, darle una trompada o apalearlo hasta el desmayo. Adoro hasta lo indecible a mi tierra venezolana que me heredaron mis ancestros y que debo heredar a mis descendientes, mis hijos, mis nietos, como herencia de vida en el planeta tierra.

Al final no creo en extremistas. Ni en los de la derecha ni en los de la izquierda. Creo en un mundo de hombres justos, dignos, prudentes, responsables, que hagan prevalecer la justica fundada en la memoria y no en el odio, la vendetta, la venganza, el chisme, la comidilla de pacotilla.

Hombres y mujeres que afirmen y hagan suya la célebre frase del político mexicano Benito Juárez «Entre los individuos, como entre las Naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz» enunciada el 15 de julio de 1867.

Al final, Simón Bolívar siempre lo advirtió en 1829 en la célebre carta a Patricio Campbell: "Los Estados Unidos que parecen destinados por la providencia para plagar la América de miserias a nombre de la Libertad".



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José Canache La Rosa


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