"Nadie está autorizado a rehacer la historia con sus sanguinarias guerras, con la rivalidad entre Estados, clases y pueblos, con los altibajos del intelecto humano, con todas sus tragedias y triunfos; ésa es la historia de una Humanidad escindida, de una Humanidad que no se considera una comunidad".
Una antigua alegoría dice que en el mundo hay tres valores principales: el pan diario, que da fuerza y salud; la sabiduría contenida en los libros y que garantiza la unión entre los tiempos; la mujer, que impide se rompan los hilos de la vida. Las mejores mentes de todos los tiempos destacaron el papel pacificador que desempeña la mujer, su capacidad para enfriar las acaloradas cabezas y ennoblecer los corazones obstinados. Por ello no es sorprendente que la "Paz" tenga hoy a las mujeres como su más desinteresado y abnegado defensor, que por su naturaleza han sido destinadas para conservar y perpetuar el género humano. Las enérgicas y apasionadas iniciativas y manifestaciones antibélicas que realizan las organizaciones y movimientos femeninos son un rasgo propio de la vida sociopolítica.
Lo que las mujeres entregan al pueblo, y lo que son capaces de darle, depende asimismo del grado en que el pueblo concede a la mujer derechos reales y defensa social, y le asegura el bienestar social necesario. El nivel de emancipación que tiene la mujer es la medida lógica de la libertad alcanzada por todo el pueblo. No puede existir, no existe ni existirá jamás verdadera "libertad" mientras las mujeres estén trabadas por los privilegios legales de los hombres, dijo Lenin.
Las mujeres quieren ver y sentir que el pueblo evalúa en alto grado su trabajo, sus capacidades; que necesita de su experiencia de la vida, de su calor humano y generosidad. Ellas desean tener la certeza de que su familia nunca será abandonada en la desgracia, de que tendrán garantizado lo imprescindible para llevar una vida normal, de que sus hijos recibirán instrucción y de que todo niño enfermo siempre recibirá la asistencia debida.
Esta Revolución Bolivariana, chavista y socialista, por primera vez abrió el camino hacia una civilización sin explotación, sin hambrientos ni menesterosos, libre de desempleo y de analfabetismo. Por primera vez el pueblo trabajador tuvo la posibilidad de construir su propia sociedad. Por primera vez todas las etnias obtuvieron derechos iguales y crearon un pueblo multinacional sin precedentes en la historia de Venezuela. Por primera vez se formó un Estado interesado en el desarrollo intelectual del pueblo y en su consciente actividad política. Ningún Estado y ninguna legislación democrática anterior al año 1998, había hecho ni la mitad por la mujer como lo hizo ya en los primeros años de existencia.
En Venezuela la mujer tiene derechos efectivamente iguales a los del hombre, y en algunos aspectos, hasta mayores. No existe discriminación alguna en la remuneración del trabajo. A la mujer se le conceden iguales posibilidades que al hombre en la instrucción, en la promoción profesional, en las actividades del PSUV y de todo órgano del poder. Las mujeres trabajan en cada sector de la economía nacional; además prevalecen en esferas tales como la sanidad pública, la educación y la cultura. Se puede añadir que el 60% de especialistas con instrucción superior o media especializada son mujeres.
La activa y equitativa participación de la mujer en la producción, en la vida política, científica y cultural ha elevado el prestigio de la mujer, el respecto a sí misma, la dignidad, así como ha reforzado su independencia frente al hombre, Pero ello no siempre ha aliviado sus tareas de madre, esposa y educadora. Algunos problemas se han agravado por las fallas existentes en el sector de los servicios y del comercio. Así, pues, ha aumentado la carga social sobre la mujer. En general, mejorar la familia y perfeccionar su ambiente moral es, una tarea social de mucha actualidad.
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!