"Un incesante recordar que aunaba lo uno y lo otro, redondeaba el laxo esparcimiento de la existencia en espacio, convirtiéndolo en un fluir sin pausa, como el de una fuente que se alza de las profundidades oscuras del pensamiento y es a la vez irradiado por la suprema luminosidad del idioma que se renueva eternamente en la corriente".
El pueblo debe evaluar con audacia y sensatez muchos y complejos problemas: la disminución de las reservas energéticas, el hambre, la pobreza de cientos de personas, la polución del medio ambiente que afecta a casi todo el país; viejas, y nuevas enfermedades aún más graves. De una u otra manera estos problemas y otros de escala internacional están vinculados con la tarea de eliminar la amenaza de la guerra. Fuera del camino hacia un mundo "antiguerra" y sin violencia no hay otras rutas que conduzcan al progreso del pueblo.
Creemos en el éxito de la obra iniciada, por el Comandante Chávez —que recorrió el heroico y escabroso camino de la lucha por sobrevivir en medio del cerco hostil, por transformar de modo revolucionario un inmenso y atrasado país— cumplirá también esta tarea. Naturalmente, sabemos que llegar a esta meta es muy difícil; ello obliga a reconsiderar muchos aspectos de nuestro pasado y presente, exige la toma de decisiones originales y audaces, requiere una gran responsabilidad y una verdadera abnegación. Tenemos que superar, porque todos nosotros, somos hijos de nuestra época.
La nueva mentalidad surgió a costa de grandes esfuerzos. Nació no sólo ante la necesidad de resolver debidamente nuestros problemas internos y con criterios modernos. La nueva mentalidad se conformó en la búsqueda de la respuesta al desafío planteado por el tiempo a todo el pueblo.
Estos últimos años en el país proliferaron demasiado los ánimos parasitarios en lo que respecta a la solución de los problemas alimentarios. Muchas dificultades se deben a la situación global configurada en el país, más en la solución de dichos problemas el aire parasitario envenenó a muchos dirigentes. Numerosos hechos demuestran la posibilidad de aumentar tanto la productividad laboral como las tasas de desarrollo de la producción agropecuaria.
Es obvio que, para desarrollar rápidamente la producción, se necesitan buenas máquinas y productos químicos, así como especies de plantas resistentes a las desfavorables condiciones climatológicas. Pero ante todo se precisan hombres y mujeres con sentido de responsabilidad, infinitamente interesado(as) por el resultado de su trabajo.
La falta de diligencia en la solución del problema alimentario es el estado de cosas en dominios tales como el transporte, el almacenamiento y la transformación de la materia prima agrícola. Resulta que los productos agropecuarios, que nos cuesta tanto trabajo obtener, seguirán pudriéndose por falta de almacenes y empresas transformadoras y, luego, vamos a compensar con importaciones las pérdidas. Ya es hora de acabar con actitudes de indiferencia ante tal situación.
Cada vez resulta más difícil intimidar al Gobierno y al pueblo de Venezuela, con la amenaza de la ley Monroe, con portaaviones y los marines. Debemos con firmeza las acciones destructoras y aventureras de Gringolandia.
PD.
Hay una hermanita, nacida de nuestro esfuerzo, que nos arrebató buena parte de nuestro territorio. Ahora, a la orden de Donald Trump, busca como invadir a Venezuela. ¡Agradecida la Hermanita!
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!