Escribo esto a las 8:00 a.m. del martes 12 de marzo de 2019. En Maracaibo, una ciudad saqueada de punta a punta en el día de ayer por turbas incontroladas que buscaban comida, agua y unos cuantos delincuentes que aprovecharon para asaltar indiscriminadamente todo lo que encontraban. Hemos vivido en el Zulia la reedición del Caracazo de febrero de 1989. Dos largos meses con un servicio de agua totalmente restringido e inexistente en algunas parroquias de la ciudad se juntaron con 96 horas continuas sin servicio eléctrico. El caos ciudadano ha sido casi total. Ausencia de transporte, ausencia de gasolina (colas de 10 cuadras y más en las pocas estaciones con planta eléctrica que funcionaban), ausencia de efectivo, ausencia de ventas de alimentos, todo un peligrosísimo coctel que ha sido producto de la más absoluta incompetencia del gobierno de Nicolás Maduro. Un pueblo arrinconado por todas partes, que está en proceso de explosión, y aunque hoy regresó la luz a las 4:00 a.m. (luego de más de 100 horas seguidas sin electricidad), creo que lamentablemente todavía se seguirán desarrollando escenarios más caóticos aún.
En noviembre pasado escribí en aporrea un artículo ("Maduro para mantenerse no le queda otra que la represión pura y dura") en el cual exponía que el gobierno de Maduro, ante la ausencia de una política de apertura democrática y rectificación económica, iría incrementando progresivamente los niveles de represión política como única alternativa que le queda para mantenerse en el poder. Los hechos nos han ratificado esa apreciación que escribimos el 15 de noviembre de 2018. La continua detención de periodistas venezolanos y extranjeros, y la expulsión del territorio nacional de los adscritos a agencias de información foráneas. El saqueo y cierre de televisoras regionales como Global TV y Aventura TV en Maracaibo. El saqueo al local del portal Noticia al Día en Maracaibo. El bloqueo de canales de TV extranjeros como Antena 3 y varios otros. El bloqueo intermitente y ataques con hackers contra portales de noticias como Aporrea.
Hoy se ha completado el progresivo apagón informativo con un apagón eléctrico total, que en el caso del Zulia (Maracaibo es la segunda ciudad del país y el estado ocupa el primer lugar en importancia económica) ha sido de más de 100 horas. Hasta este momento, la información de lo que ha sucedido en las ciudades y municipios del Zulia no ha podido trascender más allá de los escasos mecanismos telefónicos en funcionamiento (Cantv y Movilnet totalmente caídas; Movistar y Digitel con intermitencias; los canales de TV y emisoras de radio regionales fuera del aire; igual sucede con los canales de TV privados como Televén y Venevisión, que por lo menos en el Zulia también están fuera del aire; apenas se sintoniza en estos cinco días a la Radio Nacional y VTV, es decir, sólo los medios oficialistas).
Igual ocurre con las explicaciones que circulan sobre el origen real del mega apagón que hemos vivido y que puede volver en cualquier momento. No se ha podido acceder a otra información que no sea la fantasiosa versión que dan Maduro y sus ministros sobre un "ataque cibernético" del imperio gringo.
Acaba de llegar internet. Aprovecho para enviar este primer reporte, antes de quedarnos otra vez sin señal. La situación en Maracaibo es gravísima. No hay alimentos en los comercios. Los que no fueron saqueados están cerrados. No hay entrada de alimentos desde zonas del interior del estado (ni carne ni verduras), porque los camiones dejaron de circular por temor a ser saqueados o confiscados por los mismos guardias.
La policía y la GNB o no tiene ánimo o no tiene capacidad para evitar los saqueos. Muchas grandes tiendas y multitud de pequeños comercios de todo tipo han sido saqueados desde el sábado hasta hoy mismo (informan que hoy martes siguen los saqueos en la avenida La Limpia, cerca de La Curva). El problema del agua, que ya tiene dos meses, sigue sin resolverse.
Esto es una ciudad en plena convulsión y explosión de anarquía.
Mi llamado es a lo que queda de ciudadanía, a reaccionar contundentemente para evitar el caos social y controlar a quienes han provocado esta brutal crisis. De lo contrario, debido a la ausencia de organizaciones sociales consolidadas, la anarquía va a terminar de destruir lo que pueda quedar de Maracaibo.