Gómez y Maduro

Los 27 años de gobierno de Juan Vicente Gómez, desde 1908 hasta 1935, fueron posible a medidas de fuerza implantadas por el régimen de ese momento. Este dictador permaneció en el poder hasta el día de su muerte.

Tras la ausencia del presidente Cipriano Castro, para atender molestias de salud, fuera del país, Gómez asume el poder después de propiciar un golpe de Estado a su propio compadre y compañero de la llamada revolución restauradora.

En 1910, en el marco de actos conmemorativos del centenario de la Declaración de Independencia, el general Gómez instala la Academia Militar, cuya creación y organización fue decretada por Cipriano Castro el 4 de julio de 1903, con la finalidad de promover la formación de oficiales de infantería, artillería, caballería e ingeniería. Juan Vicente Gómez logra derrotar definitivamente, las denominadas montoneras, conformadas por ejércitos particulares liderados por los caudillos que buscaban el poder político en Venezuela. Estas guerrillas permanecieron a lo largo del siglo XIX, luego de la desmembración de la gran Colombia y la desintegración del ejército estructurado por el Libertador Simón Bolívar.

Con la instauración de la dictadura gomecista, se forma un ejército regular y defensor del Estado. Es el final del caudillismo rural, silvestre, campesino y el advenimiento de un gobierno firme, con fuerza terrestre, aérea y naval, unida a la guardia pretoriana creada por Gómez para su custodia personal.

La aparición y explotación comercial del petróleo, le permite al dictador Gómez financiar y consolidar económicamente su entorno. Empieza la Venezuela petrolera, con ingreso de grandes divisas, la construcción de carreteras y otras importantes obras de infraestructura, pero sin disminuir el analfabetismo que estaba en más del 70%, y la pobreza en el campo y la ciudad. Para mantener el poder, desata la persecución, asesinato y presidio a los oponentes políticos. Una terrorífica represión con saldos incontables de exiliados y prisioneros que le adversaron. Esa es una de las razones por la que se mantuvo en el gobierno durante esos largos 27 años. La cárcel "la rotunda" fue el símbolo del terrorismo de Estado aplicado por el dictador Juan Vicente Gómez.

Gómez, manejó la constitución a su antojo. Durante su administración, nombró varios presidentes marionetas, con la finalidad de mantener la apariencia de un gobierno democrático y constitucional. Luego de la presidencia provisional de Gil Fortoul, Gómez propone al Congreso, la designación de Victorino Márquez Bustillos como jefe de Estado, desde 1914 a 1922. Venezuela mantuvo durante años dos presidentes, uno provisorio en Miraflores, y el permanente Gómez en Maracay. Este último, representaba la imagen de hombre fuerte y jefe de las fuerzas armadas.

En modo comparativo se puede afirmar, que la estrategia del gobierno actual para quedarse en el mandato, ha sido exitosa. La constitución venezolana pasó a ser un instrumento acomodaticio, manejada a conveniencia de los que detentan el poder. Las instituciones no tienen independencia, por lo tanto, los poderes públicos no funcionan de manera autónoma, obedecen al ejecutivo nacional. La persecución política es implacable. El gobierno ha demostrado fehacientemente su intolerancia a la disidencia.

Nicolás Maduro adopta una forma personalista de gobernar. Creó la Asamblea Nacional Constituyente que dictamina las decisiones políticas, con la firme intención de anular la Asamblea Nacional electa con 14 millones de votos el año 2015, desconociendo la voluntad del pueblo y el Poder Legislativo que le era mayoritariamente adverso.

Los opositores son acusados de traidores, condenados y enterrados en la tumba del helicoide, emblema de la dictadura de nuevo estilo en Venezuela. Transgrediendo la constitucionalidad, Maduro mantiene a las fuerzas armadas nacionales supeditadas a sus órdenes. De igual manera, compra lealtades de una organización paramilitar llamada "colectivos", bandas de civiles armados que actúan con absoluta impunidad contra las manifestaciones disidentes. Algo así como los "chácharos" del hombre de la mulera, a comienzos del siglo XX.

Infortunadamente, el país retrocedió 100 años. Ahora gobierna un nuevo Gómez en la Venezuela del siglo XXI que prepara y controla elecciones para ganarlas. Con un CNE a su medida y unos poderes públicos sin autonomía. La rectificación del gobierno venezolano se vislumbra como un imposible. Por el momento, los ejercicios militares y el amedrentamiento a la población, son claras señales de que no hay marcha atrás, en su empeño por mantener el poder, a costa de los que sea. Y ya sabemos, que el precio de ese despropósito, es incalculable.



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Orlando Balbás

Prof. en Ciencias Sociales. Magister en gerencia educativa. Jubilado del MPPE.

 orlandobalbas27@gmail.com      @orlandobalbas

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