He leído los consejos de algunos que señalan que no se debe politizar la ayuda humanitaria, con lo cual quieren decir que su ingreso al país no debe ser utilizado por nadie con fines políticos. No lo debe hacer el gobierno ni tampoco la oposición de la Asamblea Nacional (AN). Pero lo cierto es que la ayuda humanitaria ha sido un recurso político principalmente de la oposición en su lucha contra el gobierno de Maduro. Recordemos el sí o sí de Guaidó en relación a que la ayuda iba a ingresar hace unas semanas al país. No sólo no ingresó sino que sus partidarios, por comisión o por error, la quemaron en el puente fronterizo entre Colombia y Venezuela e inmediatamente se originó un coro acusador al régimen de Maduro por tan perversa acción. "No sólo no dejaron entrar la necesaria ayuda, sino que además la quemaron", han repetido y repetido hasta el cansancio desde Guaidó hasta Trump, pasando por Marcos Rubio, Abrams, Pompeo, Pence y el propio Trump.
El diario New York Times, insospechable de ser partidario del régimen, se encargó de aclarar las cosas, tanto lo atinente a los responsables del incendio como a la casi inmediata ejecución de la acusación contra Maduro por parte de los protagonistas involucrados, en cuestión de minutos uno tras otro repitieron como letanía la acusación en cuestión. Sé que decir estas cosas le exalta la bilis a más de uno, lo cual no me extraña pues siempre he dicho que lo que más rabia da es cuando se nos dicen verdades y más cuándo las mismas tienen como respaldo nada menos y nada más que a un periódico como el señalado. El régimen de Maduro no se quedó atrás en la politización de la ayuda. Señaló correctamente que no se trataba de ninguna ayuda humanitaria, pues no provenía de los organismos encargados de suministrar este tipo de ayuda. Pero, inmediatamente pasó a las mentiras y al imperio de la fantasía al afirmar que en Venezuela no existían necesidades de ningún tipo, pues había de todo: medicinas, alimentos, insumos médicos, etc.
El resultado final de la contienda, para no hacer este cuento más largo, nos muestra una gran verdad política: ambos combatientes: Ejecutivo y AN sufrieron una tremenda derrota y el único victorioso o favorecido con lo que ingresará por la ayuda será el pueblo venezolano necesitado. El gobierno de Maduro fue derrotado al tener que aceptar que sí se requería una ayuda humanitaria, pues las necesidades insatisfechas de los venezolanos así lo reclamaban. Es decir, el Gobierno demostró haber sido incapaz de garantizarle un mínimo bienestar a la población y, adicionalmente, haber mentido en forma contumaz al haber negado durante meses la existencia de una crisis más que evidente. Esa siniestra conducta gubernamental se repite en prácticamente todos los sectores de la vida nacional. Maduro y su claque no reconocen el desastre que han hecho y pretenden ocultarlo o achacarlo a agentes externos: la guerra económica, las sanciones, los sabotajes, las calumnias, demostrando una indolencia ante el sufrimiento de la gente.
Guaidó y su combo dejaron claro que no les interesaba la ayuda en sí sino demostrar lo infame de un gobierno que se negaba a aceptarla. Pretendieron hacer pasar como ayuda humanitaria a unos envíos del ejército gringo, que nadie certificó en su calidad ni procedencia y que además era insignificante en su cantidad. Las características de la ayuda de la Cruz Roja Internacional ha dejado bien claro lo que debe ser un procedimiento técnico de este tipo, llevado a cabo por profesionales capacitados en el área, direccionado en forma apropiada, con el establecimiento de prioridades, con garantías de su buen estado y de su inocuidad y sin demagogia de ningún tipo. Nos dio la razón a quienes objetamos y nos opusimos al espectáculo politiquero, que se quería montar con la entrega de sobrantes alimentarios de las fuerzas armadas estadounidenses.
No pienso que la ayuda vaya a resolver todas las carencias de salud ni de alimentación de los venezolanos. Una cifra de 8 millones de necesitados ha sido señalada, lo cual excede al 25 por ciento de la población. La actual ayuda es para unas 650 mil personas y es la primera en recibirse. Se calcula en dos años la duración de la ayuda.