Destrucción total o una tercera vía de escape

Tenía largo rato que no escribía. Las razones son tan variadas que sería necesario escribir un aparte sobre ellas, pero creo que no tendría sentido sino para mi, aunque muchos verían reflejada su situación en ese supuesto escrito. Pero mi motivación para retomar el teclado es la que tenemos algunos (o muchos) no sólo de "escribir que algo queda" sino que a través de estos discernimientos expresamos nuestra ingente preocupación por el devenir nacional. ¿Devenir? Mejor dicho, por nuestro incierto tiempos que parten de cada minuto que se traga el pasado cercano, la angustia de sobrevivir en los minutos de este presente nefasto y un futuro de ansiedad con que está ungido cada minuto que se acerca y que genera mas desazón que los que partieron.

Somos una población oprimida entre unas tenazas. Por un lado, un gobierno que se niega a cambiar dilapidando un capital económico, social y político e insistiendo con los mismos actores que han demostrado no sólo ineficiencia, ineptitud y corrupción (para este caso, las palabras son sinónimas), sino que de manera descarada piden mas sacrificio a un pueblo sumido en una calamidad humana, mientras ellos gozan de ostensible y copiosa bienhechurías al son de un revolución socialista inexistente. Muchos en "alto gobierno" han descalificado con su accionar el socialismo haciendo ver al pueblo que esta ideología, este modelo socio-político humano y que entre tanto cosas promulga un bienestar colectivo o mejor dicho buen vivir si se realiza como es en la praxis, ha sido expuesto de manera contraria. Consecuencia de esto, la derecha ha sabido asociar y difundir en una gran masa poblacional de nuestra nación, que la prostituta corrupción es el elemento mas visible de un socialismo aberrante y deformado, porque esa ha sido la perversa e indolente manera de actuar de muchos "servidores públicos" con poder de decisión, hacia un pueblo al que debían proteger y hacia un país al que le deberían crear y llevar hacia un estado de suprema riqueza integral. No es se que haya perdido la oportunidad, es que miserablemente se aprovecharon de esta oportunidad de enrumbar al país a mejores derroteros y en cambio lo han colocado al borde de un abismo donde parece que de manera inexorable caerá, está cayendo o ya cayó.

Por el otro lado, una oposición que se fue decantando y que en ese filtrado fue quedando lo mas denso de la ultraderecha que históricamente se ha nutrido no sólo de la clase burguesa (la que dirige) sino de la clase trabajadora que viendo su paupérrima situación poco a poco va asimilando y encantándose, no sólo un pretendido y mesiánico mensaje de cambio gubernamental sin plan de gobierno alguno que los lleve a una paraíso de abundancia, sino además, dentro de ese mensaje viene inoculado el rencor no solo hacia la clase gobernante actual y su séquito, sino a sus seguidores del cual ellos formaron parte. Y esta ultraderecha sin miramientos ha llegado más allá, haciendo migas serviles con el gobierno asaltante y destructor norteamericano, hoy en manos de los más connotados fascistas que no tienen reparos para invadir, destruir y asesinar en nuestro país "en nombre de la libertad". Estos dos componentes de la tenaza que nos aprisiona, conforman los elementos de la tormenta perfecta que nos envuelve y nos tritura actualmente.

Pero, entre esas dos aplastantes tenazas se encuentra o está la mayor franja de venezolanos que no comulga con esas barandas extremas. Es aquella mayoría de nuestra nación que no marchan "ni de la lado de la derecha diestra ni de la izquierda siniestra" parafraseando a Benedetti. Son aquellos que no piden invasión "para liberarnos", aquellos que no vitorean cada vez que llega la luz sino que se preocupan cuando llegará de nuevo la obscuridad, aquellos que no quieren cajas de comida misteriosa sino que piden escoger su sustento vital con su trabajo, aquellos que oran y lloran por no enfermarse porque el remedio inexistente es peor que la enfermedad, aquellos que cuando oyen las maldiciones y las culpas que se reparten los extremos que lo aprisionan, manifiesta que lo que dice cada cual del otro es verdad. Aquellos que no quieren ser gobernados por una clase poderosa que los ve como una manada de incultos salvajes, aun sin ser gobierno. Aquellos que repudian la miserable práctica de solicitar y utilizar el inhumano bloqueo para impedir que al país ingresen alimentos o medicamentos de manera normal e invocan un desabastecimiento con un brutal embargo que golpea, no a los que gobiernan, sino al pueblo mas vulnerable que es la gran mayoría. Esa gran franja, esa gran tercera vía no tiene líderes aun, está sola, desorientada, maniatada, sumida en una confrontación en la que no quiere estar, caminando como seres que no saben a donde ir o porque no quieren llegar a ningún lado porque todo a su alrededor se parece, ya que nada hace la diferencia en esta triste realidad. Esa gran franja que pide ser gobernada y gobernar junto aquellos que puedan presentarles un auténtico plan de gobierno basado en rescatar al país sin costos de guerra, hambre, corrupción, ineficiencia, embargos, sino todo aquello contrario a lo que ¿vivimos? hoy.

Esa gran franja que hoy deambula y necesita del imperioso rumbo para manifestar que son la gran mayoría y que son millones. Y quiero redundar, en verdad es la indiscutible mayoría que esperan que desde sus entrañas evolucione y emerja un liderazgo que rescate aquellos añejos valores (que muchos tildan de cliché o lugares comunes) como el trabajo productivo, la honestidad, el respeto, desarrollo, el rescate de nuestra cultura, nuestro acervo nacional, el amor a nuestro gentilicio, el valor humano general, la libertad de expresarse sin que distorsionen su clamor o lo utilicen a destajo o a su favor cada lado de la actual diatriba, en fin, lo mejor que tenemos o deberíamos tener como idiosincrasia. Donde la ciencia y la tecnología no sea una mercancía para llenarse los bolsillos con monedas virtuales sino para el desarrollo del país, donde los servicios públicos sirvan realmente como bien al beneficio humano, donde la salud, la educación y nuestra despensa alimentaria sean intocables y que esté en manos del pueblo todo, pero de manera real, no en catálogos mercantilistas usureros ni tampoco distribuidos a través de un carné. Esa gran mayoría como en la fábula de "El país de los ratones" que contaba como ejemplo el fallecido primer ministro Tommy Douglas, (socialista, creador del moderno estado canadiense puesto al servicio del habitante de aquel país sin distingo) y en donde se narraba la vida sumisa de un pueblo de ratones que no quería seguir siendo gobernada por gordos y ladinos gatos que hablan y se vestían diferentes, pero eran iguales en su malicioso actuar y el pueblo los volvía ha escoger. En nuestro caso hay una gran mayoría que es la que realmente debe decidir y que espera que sus derechos y deberes, sean realmente eso, no palabra muerta en una constitución de la que nos ufanamos haberla construido entre todos, haciéndola la mas perfecta para guiar un país de la manera mas humana, racional y equitativa posible, pero que en lo vivencial la han deformada toda a la conveniencia de quien la carga en su bolsillo.

Hoy el país está sumido no en emociones fatuas, sino en una verdadera tragedia nacional. Hay una mezcla de tristeza, rabia, desmoralización y desesperanza, el modo perfecto para controlarnos como pueblo, como nación llena de necesidades. No podemos seguir con familias y grupos de amigos separados no sólo en la distancia, sino en lo afectivo cercano, siendo este uno de los daños más grande que se le ha hecho al país. La cuarta y el transcurrir de esta quinta nos han dejado exhaustos. Debe salir de esta gran vía del medio los hombres y mujeres que puedan aglutinar con la verdad "por delante" y propuestas auténticas basada en la real actualidad, el derrotero hacia donde se debe dirigir al país, es decir, una verdadera solución a nuestra patria, porque ya es demasiado y ya basta de tanta inmolación mental y física realizada.

Dicen que soñar no cuesta nada pero creo que es cuando fantaseamos, cuando tenemos un pensamiento desmaterializado y huido de lo que no circunda. Pero si ese pensamiento va acorde a las circunstancias que vivimos, lo que cuesta es convertir estos anhelos en necesarias condiciones tangibles cimentadas en un acuerdo sobre lo que tenemos en común, por encima de las respetables diferencias ideológicas o de la semántica política, ya que el bienestar nacional está muy por encima de ello. Por algo hay que empezar y repito, es la gran mayoría que piensa así.



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Carlos Contreras


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