Créanlo o no, sigue vigente aunque más controlado, el contrabando de extracción de medicinas en cantidades moderadas, alimentos de origen venezolano subsidiados, que se consiguen libremente en el Departamento Norte de Santander, especialmente en Cúcuta se ven en los anaqueles de expendios formales de alimentos y en manos de vendedores informales por las calles de la ciudad y sobre todo combustibles, especialmente gasolina despachada por distribuidores irregulares, "pimpiniada", o trasegada por "oleoductos" artesanales que van de cerca de la frontera por debajo del río Táchira hasta puestos de recepción en Colombia, aprovechando el costo cercano a "0" (cero) al que reciben los combustibles los usufructuarios de un negocio de beneficios inimaginables en un sano desenvolvimiento comercial.
Entendemos que la "raya", como frecuentemente se designan las líneas fronterizas, no significa una separación absoluta, infranqueable y que de alguna manera, los ciudadanos fronterizos alrededor del mundo parecieran pertenecer a una comunidad un tanto distinta del resto de sus propios países, manteniendo un marcado grado de confraternidad internacional. Esta situación que se repite en la mayoría de las fronteras del Mundo, en el caso colombo-venezolano resulta un tanto diferente por la peculiar situación de lo que pudiéramos llamar, una "mini "desbalanza" de pagos", con un diferencial muy desfavorable a la economía venezolana, por el aporte durante las últimas décadas de la 4ª República y especialmente las dos primeras de la 5ª República con los Gobiernos revolucionarios, acentuada en el gobierno de Nicolás Maduro, de decenas de miles de toneladas entre alimentos subsidiados y combustibles, a precios viles, en marcado perjuicio de nuestra economía y especialmente en lo referente a los alimentos a las clases de menor ingreso, cuyos suministros resultaban mermados y como consecuencia de la escasez provocada, surgió el "bachaqueo" a elevados precios, en ocasiones impagables para quienes deberían recibir el beneficio de los alimentos subsidiados que se marchaban subrepticiamente a Colombia, contrabandeados por la frontera de Táchira y aunque en menor escala se sigue contrabandeando al Norte de Santander.
En ocasiones por diversas razones en las que el Gobierno Nacional cerró temporalmente las frontera al paso de mercancías y combustibles, mermando temporalmente el contrabando y aparte de individualidades de ambos países que, protestaron por el cierre fronterizo como beneficiarios del meganegocio con la mercancía subsidiada contrabandeada y vendida en mejores condiciones en Colombia, al igual que la gasolina; cierres cuyos resultados a pesar de los pocos días que duraron en ocasiones, demostraron favorecer la regularización del intercambio comercial internacional a través de la frontera, se notó una marcada mejoría de la oferta en los comercios de San Cristóbal, Rubio, San Antonio etc., porque los aprovisionamiento no escapaban a Colombia y consecuentemente mejoraron las condiciones de mercadeo, al igual que las condiciones generales de comercio formal en el Táchira, en todos los municipios fronterizos.
No pretendo ser un Oráculo, pero esas experiencias me hacen pensar que con las escaseces que estamos padeciendo en relación a la limitada oferta y consecuencia de ésta, los elevadísimos precios que tenemos que pagar, se hace inaplazable el control de los suministros alimenticios que llegan a la frontera, para evitar que se trasladen a territorio colombiano, especialmente por el Táchira donde según opiniones autorizadas, atiende aunque solo parcialmente a un mercado estimado en 8.000.000 de habitantes en los departamentos de Santander y Norte de Santander.
Ahora bien como en esa zona disponemos del Defensor de ese estado fronterizo, podemos mediante la utilización de sus habilidades, realizar el cierre de la frontera con la República de Colombia, minimizando con medidas adecuadas el impacto del control del contrabando de extracción en las colectividades fronterizas, por ende optimizando la administración de alimentos, combustibles, gasolina y diesel, especialmente éstos, cuya escasez a lo largo y ancho del país es evidente, y por carencia de una red ferroviaria adecuada y suficiente, es incuetionable el hecho de que constituyen la sangre que mueve el grueso del transporte nacional, tanto de personas como de alimentos y productos industriales, resulta necesario cerrar la frontera, permitiendo sólo el tránsito de personas en ambos sentidos, debidamente identificadas, esto para evitar básicamente la entrada de paramilitares colombianos y el reingreso de desertores camuflados, posibles creadores de violencia, que generarían enfrentamientos y en definitiva pudieran dar pie a justificar una acción militar dentro de nuestro territorio; es oportuno recordar el reciente ataque al batallón 513, Mariano Montilla, en Luepa Edo. Bolívar efectuado por paramilitares colombianos y desertores venezolanos entrenados cerca de Cartagena de Indias en el Caribe colombiano, quiénes luego de adueñarse de algunas armas oportunamente recuperadas, se fugaron hacia Brasil y según se ve, entraron y salieron de Venezuela sin mayores tropiezos, como Pedro por su casa.
Por otra parte hay que tener siempre en consideración las frecuentes amenazas de agredirnos militarmente de altos dignatarios y del propio del Presidente Iván Duque, quién pareciera tener una fijación con lo que acontece en Venezuela, mientras espera la orden expresa de Washington y ver que pudieran pescar en ese río revuelto, en vez de ocuparse de sus propios problemas y del asesinato de su Gobierno de cerca de 600 activistas políticos por las fuerzas armadas colombianas y paramilitares al servicio del gobierno de Iván Duque, como el grupo Los Rastrojos que, actúa con anuencia y apoyo del gobierno colombiano, lo que quedó demostrado con la protección y posterior entrega por estos terrorista de Juan Guaidó, al personal de un Helicóptero Presidencial, que fue a recogerlo por orden del propio Duque, a Puerto Santander, municipio rural del departamento Norte de Santander, limítrofe con Venezuela, para trasladarlo a la ciudad de Bogotá.
El hecho de que no ha mucho, un pelotón del ejército venezolano causó varias bajas a un grupo armado que los embocó a varios kilómetros del río Táchira, es muestra de que la permeabilidad de la frontera a pesar del empeño que se ponga en controlar grupos armados terrorista de paramilitares al servicio del gobierno de Duque, hace de ese empeño un esfuerzo perdido, si el ingreso a nuestro territorio de personas indeseables sigue siendo libres como en la actualidad, lo que promueve el accionar de células violentas, acusables de terroristas, que constituyan una real amenaza en nuestras poblaciones fronterizas a las cuales debemos proteger del terrorismo que pueden desatar estas pandillas irregulares, que de paso constituirían quintas columnas para acciones mayores posiblemente relacionadas a las amenazas de intervención militar colombiana siempre presentes en el horizonte.
Este terrible problema fronterizo, con su desagüe incontenible de: alimentos, medicinas, combustibles especialmente gasolina, estuvo punto de solucionarse cuando el Ejecutivo ideó y anunció con bombos y platillos un programa que llegó a probarse en varios estados del País con publicitado éxito en el ensayo, en el cual asignaban precios internacionales a los derivados de petróleo, especialmente a la gasolina, aplicables a todos por igual en todo del territorio nacional, pero con la salvedad de que, los venezolanos debidamente identificados utilizando el código QR (respuesta rápida) del carnet de la patria, recibirían un reintegro parcial del nuevo precio acordado, práctica que salvaguardaría a la población del crecido aumento.
Este programa que parecía exitoso al 100% y que hubiera acabado de una vez con el contrabando de extracción de la gasolina, uno de los puntos álgidos de la delincuencia organizada contra Venezuela, que por su impunidad se ha convertido en faro, guía y estímulo para el contrabando del resto de los productos y drenaje incontrolado a la fecha de miles de millones de dólares. El sistema a implantar utilizando ayudas computarizadas biométricas, que el propio Presidente anunció como un triunfo sobre los ya elaborados planes colombianos para participar en los reintegros a los nacionales, programa del cual a través de la Vicepresidencia Ejecutiva a cargo de la Dra. Delcy Rodríguez se conoció de su implantación definitiva luego de postergase en 2 oportunidades, desde agosto de 2018 "para la última semana del próximo mes de octubre ", nadie sabe por qué, luego de liquidar el tigre y tomar la decisión de iniciar una nueva etapa para la economía fronteriza, parece que los asustó el cuero o recibieron graves amenazas de potencias internacionales, Estados Unidos-Colombia, que obligaron a cancelar de forma intempestiva, sin explicaciones, sin razón aparente, un programa nacionalista, conveniente en todo sentido y muestra de soberanía en la toma de decisiones relacionadas con el manejo autónomo de nuestros hidrocarburos.
Todos conocemos que los precios a los cuales se despacha la gasolina en las Estaciones de Servicio no cubre ni el valor del transporte, pérdida adicional que cubre PDVSA además de vender por debajo de los costos de extracción y refinación, sin asignar valor al petróleo utilizado, y que en este estado de cosas pareciera que los únicos que se están beneficiando de manera irregular, explotadora y en muchos casos agresiva, son gran parte de los bomberos, que discrecionalmente establecen el orden de prelación para llegar a las islas del servicio, sujeto a las "normas y prioridades que de forma autoritaria" imponen a los usuarios sin derecho a protesto, porque ante cualquier reclamo, te pudieran sacar de la cola, suspender el servicio y dejarte sin gasolina. Todos los que tienen vehículos habrán notado las enervantes colas separadas servidas con prioridad, denominadas al menos en algunas partes del País como VIP por los propios bomberos, que no saben de qué tratan estas iniciales " Very Important People", Gente Muy Importante, pero si saben lo que significa en metálico en las jugosas propinas, porque es la que alarga la mano con sustanciosas dádivas, en ocasiones hasta en billetes Green Back, con la imagen de George Washington, 1 dólar. Si equivocadamente ingresas en una de estas colas prioritarias y no tienes el metálico para cubrir el "costo" de ser VIP, pasaras un mal rato cuando uno de los bomberos, el que hace de recaudador de propinas, te la requiera antes de dejarte ingresar a la isla de servicio y te ordene salir de la "cola"
Aunque no sabría si la actual crisis de escasez de gasolina sería favorable o contraria a la implantación inmediata del programa ya probado por el Gobierno Nacional con excelentes resultados, creo con otros muchos venezolanos, que ha llegado el momento de aplicar dicho sistema y tomar la decisión de aumentar la gasolina al precio internacional o cerca; con los reintegros a que hubiere lugar para connacionales y con diferencia derivadas del servicio que presten: vehículos particulares, de transporte, de servicios sociales, colectivos, etc. Y conjuntamente cerrar las fronteras ante la amenaza constante de invasión y la realidad del paramilitarismo criminal y terrorista que como bien conocemos está presente en lugares aledaños a nuestra frontera, tanto en Táchira como en el Zulia, en espera de ocasión favorable, y con este cierre que limite el paso indiscriminado de personas, se dificultarían las incursiones de paramilitares, sicarios y terroristas en nuestro territorio.