En Venezuela, los tiempos electorales son definitorios de la actuación política de los grupos en disputa, la calidad de las propuestas está determinada por la carga de representatividad que se le imprima al discurso, y el control de estructuras partidistas por intereses ajenos a las aspiraciones colectivas, así; los candidatos son la resultante de cálculos y fórmulas que dejarían pasmado al propio Einstein, a propósito de la relatividad en las decisiones y la incompatibilidad con los proyectos en marcha, los cuales han sufrido el desmantelamiento progresivo y sistemático, sin el más mínimo asomo de responsabilidad política de los actores.
En la "fiesta electoral", ya no podemos distinguir claramente entre derechas e izquierdas, todos parecen lo mismo, los que se dicen de derecha, dispuestos siempre a intercambiar roles con los que se atribuyen condición de izquierda, el ataque personal sustituye al discurso razonado, ese discurso; carente de elementos ideológicos que pueda definir posturas e interpretaciones de la realidad a transformar, difundido por los medios e impuesto por la lógica clientelar desplegada desde las estructuras de poder, ha ido vaciando de contenido a la política, ha devaluado el acto democrático de elegir, al punto que se va quedando en la discreción de quienes controlan cuotas de poder, las decisiones importantes.
Hace muy poco estábamos involucrados en un proceso de construcción de modelos alternativos a lo existente, buscábamos desplazar ese entramado de relaciones que significó "la cuarta", con todos sus códigos y su cultura, combatimos sin cuartel al burocratismo adeco (hasta una ley de simplificación de trámites hicimos), a la chapa y al carnet, a la carta de recomendación del partido, al caudillo omnipotente y omnipresente, con su imagen de semidiós entre mortales que le rinden culto, en lo personal creímos y creemos que es posible una nueva manera de hacer la política, de entender los procesos, de proyectar el futuro en función de una nueva y mejor sociedad, aunque se considere en las alturas, "habladera de gamelote"
Somos ese pueblo que se hizo rio crecido, y que impulsó propuestas de alcance mundial, llevamos al poder a gente brillante (aunque hubo coleados), dispuestos a barrer con el significado de los "40 años" de saqueo y exclusión, de pobreza y cinturones de miseria, del tesoro público convertido en botín y de la burguesía parasita, todas esas definiciones políticas nutrieron un discurso que motivo grandes movilizaciones, actos heroicos como el rescate de la industria petrolera, y la gesta amorosa por la salud la educación y la alimentación, allí, fuimos dignos herederos de Bolívar, tratamos de construir "la mayor suma de felicidad y la mayor suma de estabilidad política". Enfrentamos con éxito los ataques despiadados de la reacción mundial, mantuvimos en alto la moral del pueblo, y en lo comunicacional, apostamos por lo popular, lo cotidiano, lo esencial de una lucha por transformar al mundo, se basó en relaciones de corresponsabilidad, en esos escenarios sentimos el llamado de la historia y lo acatamos desde la moral que da la lucha desinteresada por ser verdaderamente soberanos.
Jamás pensamos en la involución política de tener candidatos "mudos", movidos por ventrílocuos y repartiendo mortadela, incapaces de leer la realidad de la calle y traducirla en motivos de apoyo, ausentes de los espacios políticos, solo responden a las órdenes de su jefe de fracción, porque así va quedando el "bloque", en fracciones que controlan niveles de administración y en eso basan su poder, son piezas que encajan en el armazón prefabricado del partido, que pueden ser sustituidas sin que la estructura clientelar sufra modificaciones, siempre que no afecte lo medular que lo compone, ni impida la circulación de influencias necesarias.
Echar un vistazo a las listas es como mirar un arcoíris, los magnates de la política se hicieron de puestos salidores, buscan asegurar la perpetuidad en el poder y su descendencia, garantizar los acuerdos variopintos que hicieron con una oposición a su medida, y la entrada de factores que franquiciaron sus propios partidos por una cuota. En fin, las elecciones del próximo 6 de diciembre serán la posibilidad cierta de desplazar al chavismo real de las estructuras de poder, para eso se están tomando algunas medidas de profilaxis política, previas al evento previsto para tal fecha, los escándalos pretenden enlodar a quienes se atrevan a contrariar la "línea", la persecución al pensamiento y la destrucción moral son base de esa actitud desesperada por mantener la nueva normalidad.
Hasta ahora no hemos visto ni oído propuesta legislativa alguna que haga pensar en un parlamento revolucionario, en el cual la soberanía popular que rescato a Chávez en el 2002, rescate también al plan de la patria y los postulados originales de la revolución bolivariana, por ahí vemos a un "aguerrido revolucionario", otro que "está listo", y otro que habla de "neosocialismo", portar banderas de luchas que no hicieron, esgrimir discursos que no mueven a nadie, hacer propuestas que agraden a los jefes. En ese cuadro destacan los "bate quebrao", que medran a las sombras del poder y se convierten en testaferros políticos de los más oscuros personajes.
No sabemos todavía si las elecciones del 6D se podrán llevar a cabo, "aunque llueva truene o relampaguee" ha dicho el presidente, sin embargo, las condiciones políticas económicas y sociales serán determinantes, la presión externa parece propiciar escenarios que contrarían el positivismo mediático, la violencia también juega su papel. En todo caso, el acto democrático de votar, no puede seguir sujeto a manipulaciones por parte de factores que promueven el personalismo y la representatividad como vía hereditaria para el ejercicio político, los procesos en marcha tienen un gran acumulado de experiencias y conocimientos que no pueden ser desechados, los verdaderos liderazgos obreros, comunales, femeninos, juveniles, campesinos, revolucionarios, no están en las listas, no fueron considerados en la ingeniería electoral realizada, evidencia clara del desmontaje de la democracia participativa y protagónica, sustituida por un andamiaje de barraganas y barraganos, dispuestos a lo que sea por estar cerca del Cesar.