El 5 de octubre es el Día Mundial del Docente. Un día que se nos presenta más que para celebrar para confrontar los ataques a la educación pública, que se han profundizado con la aparición de la pandemia por el Covid-19 y la intempestiva virtualización de la educación.
Venezuela no es la excepción del golpe que se le asesta a la educación pública y lleva el primer lugar en la eliminación de todos los Derechos laborales de los docentes y de toda la clase trabajadora en su conjunto.
No solo que el salario fue eliminado ¿Cómo llamar salario al cobro del equivalente a 2$ mensuales con estrepitosa tendencia a la baja? Sino que con su eliminación también desaparecieron las prestaciones sociales, el valor de las diversas primas y del bono vacacional y aguinaldo. No tenemos acceso a la salud y ni siquiera podemos enterrar a nuestros muertos, pues el seguro funerario también desapareció.
En este contexto, la educación pública atraviesa por una situación realmente calamitosa. Escuelas con un alto déficits de maestros que se han visto en la obligación de abandonar sus puestos de trabajo para emigrar esencialmente a otros países como mano de obra barata, o al mercado informal copado hoy por los millones de trabajadores obligados a “rebuscarse” para poder comer o a la educación privada que paga un salario precario, pero muy por encima del que se paga en la escuela pública.
Las consecuencias son nefastas: baja calidad educativa, ausentismo escolar de parte de maestros y estudiantes, deficiencia en los contenidos y ausencia de herramientas pedagógicas que permitan un avance significativo en la evolución cognitiva de los estudiantes. A esto se le añade el tema de la absoluta ausencia democrática de participación en el quehacer educativo y en la praxis sindical.
En ese contexto, vemos como figuras abiertamente pro-intervencionistas como Guaidó, intentan oxigenar su desgastada figura cabalgando sobre las necesidades de los cientos de miles de trabajadores de la educación. Distinta no es la actuación de quienes piden a gritos intervención militar como María Corina Machado y Antonio Ledezma quienes también hacen piso en un sector importante de la administración pública como lo es el sector educativo.
Pero tanto Guaidó, como María Corina y Ledezma pueden atreverse a aprovecharse del malestar de los docentes gracias a los favores de toda la dirigencia sindical burocrática que ha sido corresponsable durante décadas de la situación que atravesamos los docentes. Así como el gobierno de Maduro fue capaz de eliminarnos el salario gracias al sindicato progobierno que funge de correa de transmisión de toda la política de ajuste en contra del magisterio venezolano y de la eliminación de cualquier vestigio democrático en las escuelas. Avalan la actuación de persecución y despotismo por parte del ejército de supervisores, directores, coordinadores y docentes que fungen de policías del pensamiento en cada escuela o liceo del país.
Todas las direcciones sindicales de las federaciones son las mismas de hace 10, 20 y 30 años atrás ¿Dónde creen que estaban durante todos estos años de precariedad? ¿Acaso no son responsables de la situación de calamidad que pasamos hoy? ¿Por qué salen cuando el convocante es Guaidó y no se atreven a llamar a asambleas con docentes de bases para plantearse ser parte de la verdadera lucha por nuestros Derechos? ¿Dónde se han metido estos siete años en las que condiciones fueron mermando hasta llevarnos a Salario Cero? ¿Con quienes creen que se sentaban a negociar? ¿Desde cuándo no existe praxis sindical en el gremio docente? ¿Acaso es mentira que un docente con 22 años de servicio seguramente jamás conoció una reunión, asamblea convocada por los sindicatos y federaciones que hoy pretenden fungir de convocantes a movilizaciones a favor de Guaidó o María Corina o Ledezma? ¿En qué se diferencian de la burocracia sindical progobierno tan atornillados en sus puestos como ellos?
Realmente la defensa de nuestras condiciones laborales, contractuales y salariales; así como la defensa de la educación pública no está en las manos de toda esa casta de burócratas. Ni los que fungen de correa de transmisión de las políticas en contra de los maestros, avalando y velando por el cumplimiento de toda el plan de ajusta al docente y de todo el retroceso en la praxis educativa, ni los que dicen adversar al gobierno y que se lucran y benefician del hecho de colocar nuestra situación y nuestro descontento a favor de los representantes de una política que nos ha traído más hambre y miseria, que viene a completar el duro golpe que ya nos ha asestado el gobierno cuando promueven cada sanción que merma nuestras condiciones de vida.
Es nuestra absoluta responsabilidad organizarnos de manera autónoma, independiente en defensa de nuestros Derechos, en defensa de la educación pública. Comencemos por re-conocernos en la lucha y organizarnos.
Zuleika Matamoros
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