La aparición del gas, de las desvanecidas bolsas de misteriosos alimentos (sustitutas del CLAP), de los vilipendiados pollos y mortadelas, del asfaltado de calles y construcción de aceras (lo más fácil de hacer y lo que genera dinero rápido y abundante a los contratistas), de las jornadas sociales y sobre todo, el advenimiento como apóstoles con su buena nueva de paz y esperanza de los políticos en la calle, ha sido el día a día de estos últimos días del innombrable 2020 (ya lo nombré). La cosa es que la suntuosa presencia de esta manada de candidatos (nada cándidos por cierto) en los caminos y veredas, desentona con los humildes entornos y moradas que fugazmente visitan y que desconocían que existieran.. No profesan lo que predican, creo que difícilmente pasen por el ojo de una aguja, como me dijo mi sabia y vieja madre.
El fantasma del Comandante Chávez emigró de manera furtiva e ilegal a los Estados Unidos y se apoderó de las almas electrónicas de las maquinas de votación y hasta del añejo servicio de correo gringo. Además, aparentemente Trump se dedicó a ver y estudiar los videos de campaña de Chávez y quiso imitarlo ¿bailando? y mostrando ese anaranjado rostro con un lenguaje campechano, sobre todo dirigido a los enrojecidos sureños "Redneck", a los montañeros "Hillbilly", a los suburbanos "White trash" y a los "Cuban worms" de la Florida. En esos segmentos ganó, pero se olvidó de los "cultos y estudiados" que si sabían leer, de Nueva York y Los Ángeles. "Hasta la vista orange baby", diría el forzudo ex-gobernador de California.
Las candidatas y los candidatos, hacen más caso que un cruce entre Rin tintín, Flipper y Skippy a las indicaciones que les da el presidente Maduro para que no generen aglomeraciones en su periplo electoral. Estos aspirantes y aspirados a legisladores ignoran todas las medidas de bioseguridad (menos la de ellos, no son pendejos) de la gente que asiste a esos templetes, donde ofrecen desde crear ríos para poner puentes hasta teleféricos donde no hay montañas, como si fueran pretendientes de una alcaldía o gobernación. Es una conducta tan distorsionada, como la K de la zurda televisiva. ¿Será que los posibles aumentos de contagios que se pueden generar por estas juergas proselitistas, se verán reflejados en las diarias estadísticas que casi no tienen reflejos?
El gobierno de Ávatar en el que se despacha Juan Guaidó, sigue emitiendo decretos y organizando eventos, donde la asistencia virtual es cada vez menor. La pandemia se apoderó hasta de los "barbilla en tierra", furibundos defensores del balbuceante primer magistrado nacional de los avatarenses (gentilicio acuñado por su histórico fundador, James Cameron) ya que no saben hasta dónde puede llegar su abundante e incomprensible retórica. Estos ciudadanos, que diariamente transitan las grandes avenidas de la red de redes, están preocupados porque su líder y gobernante salió a las calles (y no quieren que se pierda en el mundo real) a promover una suerte de elección, para que elijan si quieren elegir lo que ya está elegido. De todos modos, ellos están claros que no todo en Guaidó es pura fantasía, el presupuesto de su nación es real, aunque no vean nada de las obras que se hacen con ese dineral, es real pero en sus bolsillos, al igual que su permanente campaña de seguir pidiendo sin contemplaciones, bloqueo para el pueblo de "a de veras" para "perjudicar" al gobierno de "a de veras". Bueno, la gente busca la manera de ganarse sus churupitos en esta crisis y él logró la suya…por ahora.
Hay un susto más grande al que siente la gente por la pandemia y es a la subida diaria del dólar. El salario va en burro, el dólar en un fórmula uno y los precios en un avión. Esta alegoría no da alegría. Y estamos tan absortos y catalépticos con esta situación, que ahora fue que nos dimos cuenta que está llegando el fin de año, cuando antes, la alegría decembrina era una emoción innata y esperada. Ahora, la navidad es prácticamente por decreto y además nos dicen, que tenemos casi la obligación de ser felices, en esta época del año. Pero, aparentemente San Nicolás no saldrá a repartir regalos por aquello de que las personas de la tercera edad son más propensas a fallecer por el Covid-19, la Sagrada Familia estará muy ocupada buscando donde comprar o quien les doné la leche y pañales para el nacimiento del niño Jesús y el Espíritu de la Navidad consiguió bebidas espirituosas para celebrar en solitario. Ahora queda todo en manos del señor Scrooge y del Grinch, como organizadores y anfitriones de estos festejos decembrinos. Vamos a ver cómo nos va con ellos. Prometen algo inolvidable.
La tragicomedia se apoderó de nuestras vidas, la realidad es más sorprendente que la imaginación, hemos roto toda nuestra capacidad de sorprendernos y de expectativas y la contra natura es la nueva manera de ver las cosas. Llegar hasta aquí nos ha costado mucho sacrificio, pero hay que aclarar algo, ninguno de nosotros quería llegar hasta aquí.