Un excelente documental de la cineasta Lilian Blazer titulado "1992: el Des-cubrimiento", recoge imágenes de una concentración popular realizada cerca del Palacio Legislativo en el año 1993. Los manifestantes repiten una consigna que nos resulta familiar: "¡Pedimos a los medios que digan la verdad!...". No era la primera vez que el pueblo pedía información veraz a los medios de comunicación y tampoco sería la última. Sin embargo, han pasado casi diez años y la demanda sigue siendo la misma.
Desde los primeros meses del gobierno de Chávez esta petición se ha hecho cada vez más frecuente. El propio presidente lo ha solicitado con insistencia y en todas las marchas y manifestaciones de apoyo al gobierno la volvemos a escuchar. Antes del 11 de abril de 2002 los medios negaron sistemáticamente que ocultaran o distorsionaran la verdad, aunque ofrecían una visión cada vez más sesgada de la realidad. Cada día atacaban con mayor dureza al único presidente que se ha atrevido a decir grandes verdades porque a menudo les desenmascaraba sus mentiras mediáticas. Inventaron aquello de que Chávez amenazaba la libertad de expresión y corrieron a los organismos nacionales e internacionales a denunciar el "peligro" que el periodismo "libre" corría en Venezuela.
Los sucesos recientes confirman quien mentía y quien decía la verdad. Con el Golpe de Estado mediático del 12 de abril pasaron de ser medios masivos de información para convertirse en medios de desinformación masiva. Demostraron que de haber sido medios de comunicación social se habían convertido en descarados medios de manipulación de la sociedad.
Entre 1992 y 1993, cuando Lilian grababa su contundente documento visual, el poder económico aliado con el poder político utilizaba su poder mediático para engañar al pueblo y censurarle la verdad. En el 2002, mientras la cámara de la cineasta de calle sigue grabando la misma consigna en cada manifestación, el poder económico enfrentado al poder político utiliza su poder mediático para engañar el pueblo y censurarle la verdad. Parecía tener razón Vivian Forrester, autora de "El Horror Económico", cuando explica que los políticos a veces ganan y a veces pierden las elecciones, pero el verdadero Poder, el económico, nunca ha cambiado de lugar. Permanece en las mismas manos y en los mismos apellidos desde la época colonial. Sin embargo, el 13 de abril de 2002 el pueblo venezolano ejerció un poder muy superior al poder mediático y el poder económico juntos (como suelen estar).
En su reciente visita a Venezuela, Ignacio Ramonet recordaba que la calidad de una democracia depende de la calidad de la información que en ella circula. Es por ello que el presidente Hugo Chávez ha tenido que ejercer el rol de comunicador social para proporcionarle a los venezolanos información veraz. Mientras tanto, los medios privados han demostrado a Venezuela y al mundo, en cátedra magistral, cómo transformar en pocas horas una tiranía virtual en una dictadura real. Ya venían dilapidando el capital más valioso que posee un medio de comunicación: la credibilidad. Después del 11 y 12 de abril la perdieron por completo.
De aquí en adelante, a los venezolanos nos costará mucho volver a confiar en lo que informa y anuncia la televisión, la radio y la prensa privada nacional. Recordaremos que los medios privados mienten por lo que dicen pero mienten todavía más por lo que dejan de decir. Difícilmente pueden hacer otra cosa, porque ellos conocen el alto costo de la verdad. La verdad duele porque mata la mentira en que vivimos, le gustaba decir al poeta Gonzalo Arango, a quien sus amigos llamaban el Profeta.
Los golpistas cerraron Venezolana de Televisión, canal ocho y Radio Nacional de Venezuela y por aquello de que nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde, hoy los valoramos mucho más. Ahora los medios del Estado tienen el reto de no defraudar, de diferenciarse rotundamente de los medios privados y convertirse en auténticas opciones de servicio público y ejemplos de verdadera imparcialidad. El periodista Ernesto Villegas está marcando esta pauta como en su momento lo hiciera Vanessa Davies con su programa Sin Mordazas y como siempre lo ha sabido hacer Walter Martínez con su Dossier. He aquí tres referencias para los jóvenes periodistas venezolanos que se atrevan a recorrer la senda de la ética y la honestidad.
Después del 11 de abril hemos comenzado a tomar muy en serio al canal y a la emisora del Estado, a las pequeñas televisoras y emisoras regionales, y sobretodo, a los medios de comunicación alternativos y comunitarios. Si antes no los tomábamos en cuenta o los mirábamos con cierto desprecio por ser pequeños y de alcance limitado, ahora entendemos que debemos contribuir a multiplicarlos y fortalecerlos porque hoy son la única garantía de información veraz, abierta y participativa con que contamos los venezolanos. Son los llamados a reivindicar para sí el devaluado concepto de "medios de comunicación social".
Manuel Alejandro Bazó manuelbazo@hotmail.com