"Venezuela se descuelgan sobre Caracas los hombres merideños, tachirenses y trujillanos, como los caroreños, tocuyanos o carabobeños, tal como si corrientes de integración actuales siguieran viejos canales, que sólo el historiador sabría descubrir. La preocupación por los caminos de la historias, esos que determinaban consecuencias tan patentes, es el signo del historiador enterizo".
—El período constitucional 1941-1946 fue electo el general Isaías Medina Angarita, quien obtuvo 130 votos contra 13 dados al novelista Rómulo Gallegos. La elección fue hecha, de acuerdo con la Constitución, por el Congreso. El 5 de mayo de 1941 se encargó aquél de la presidencia. En un manifiesto a la nación del 13 de marzo había dicho: "Al aceptar la postulación de mi candidatura a la presidencia de la república en el período 1941-46, con que mis compatriotas me han honrado y distinguido, hago público el testimonio de mi más íntimo reconocimiento y aprovecho este solemne momento de mi vida para dar fe ante el pueblo venezolano de que el acto más trascendental con que habría de culminar mi administración y que constituirá motivo de orgullo para los defensores del régimen y para mí, sería la entrega del poder a mí legitimo sucesor e la oportunidad que pauta nuestra Carta Fundamental, acatando así una de las normas bolivarianas de más pura extracción republicana; la estricta alternabilidad en el ejercicio de las funciones públicas". No pudo realizar ese voto el presidente Medina porque un golpe de Estado le arrebató el poder mediante el uso de la fuerza el 18 de octubre de 1945.
Si bien es cierto que Medina, militar de carteras y ministro de Guerra con López Contreras, fue un candidato oficial, nombrado por votación indirecta, también es verdad que apenas comenzó su gestión administrativa, se ganó la voluntad popular, hasta convertirse en símbolo de la democracia, de la honestidad y de la capacidad. Nunca un gobernante venezolano logró tan rápido ascenso en la opinión pública y condujo al Estado hacia la prosperidad y hacia un concepto de la libertad que el pueblo siempre ambicionó. La designación hecha por el Congreso, de acuerdo con las normas legales, y el apoyo oficial del régimen lopecista, fue confirmada a un año de gobierno por el respaldo de la nación a sus gestiones políticas y administrativas.
La guerra mundial imponía dificultades especiales, que se reflejaron en la economía y en las relaciones exteriores. Medina imprimió a las relaciones internacionales un carácter de "cooperación y solidaridad continental". Como consecuencia del ataque japonés a Estados Unidos de América el 7 de diciembre de 1941 y la declaración de guerra de Alemania e Italia, Venezuela aplicó la Declaración XV de la Reunión de La Habana, aprobada por el Congreso venezolano el mismo año de 1941. De acuerdo con esa doctrina, el gobierno interrumpió las relaciones con las potencias del Eje el 31 de diciembre. No entraba en guerra, pero tampoco permanecería neutral. Hay que tener en cuenta que casi el ciento por ciento del petróleo usado por Inglaterra en su lucha contra Alemania y el Eje provenía de los pozos venezolanos. Contribución cuantiosa en lo material y de cierto valor en lo moral dio Venezuela a los aliados, gracias a un régimen ecuánime y a una opinión bien dirigida. Algunas medidas de seguridad tomadas con motivo de la guerra, no afectaron el régimen de libertad plena de que gozaron por única vez los venezolanos desde que crearon el Estado independiente en 1810. López Contreras dosificó la libertad para salvarla; Medina la implantó plenamente.
El 31 de enero de 1942 anunció Medina un plan quinquenal de obras públicas, producto de estudios técnicos que por primera vez se realizaban para orientar la política administrativa del país. El presidente se había rodeado de los hombres más capaces, profesionales y estudiosos con escrúpulo científico y político.
El 22 de abril de 1942 fue presentado el primer mensaje del presidente Medina al Congreso. A pesar de las dificultades con motivo del conflicto internacional, un contagioso tono de optimismo predominaba a Venezuela El primer magistrado podía decir estas palabras de incalculable transcendencia para un país que había sufrido dictaduras cruentas: "El gobierno no ha impedido que los hombres se reúnan de acuerdo con su individual manera de pensar y así, agrupaciones y partidos políticos, se han formado al amparo de las leyes que nos rigen y las fronteras del país han estado y están abiertas para todos los venezolanos, enorgulleciéndome de expresar ante vosotros que, por medidas del gobierno, no hay en este momento ningún venezolano que esté fuera del territorio patrio o que no pueda regresar a él por efecto o temor de medidas represivas; que en el período de la Cuenta no ha habido ni un solo detenido político y que en ningún corazón venezolano hay miedo o zozobra por posibles arbitrariedades del ejecutivo".
Todo ello fue cierto hasta el 18 de octubre de 1945; ni un exiliado, ni un preso político, ni una persecución, ningún temor o zozobra. Fue el gran tiempo de la libertad.
El grupo político que hacía oposición desde 1928, primero a Gómez justificadamente, luego a López, con menos razón, y después a Medina, porque cada venezolano tenía derecho a sus opiniones, se había legalizado el 13 de septiembre de 1941 y gozaba de plena libertad. Medina iba haciendo realidad las consignas de la oposición: elecciones libres, libertad de asociación, de prensa y de acción dentro de la ley, honestidad administrativa e incluso las consignas de acción empezaron a ser apoyadas ampliamente por el partido de oposición Acción Democrática.
El 15 de noviembre de 1942, en la ciudad de Maracaibo, el presidente Medinas expuso con meridiana claridad los objetivos de su gestión administrativa, y al referirse a la fuente básica de la economía nacional, dijo: "El gobierno nacional, en cumplimiento de uno de sus ineludibles deberes, firme en sus propósitos y seguro de su acción, se propone lograr una más justa participación del Estado en la explotación del petróleo, así como también que el proceso industrial de éste sea fuente segura de trabajo para el obrero venezolano. He de advertir que este gobierno, obediente a la ley, aval de las garantías que son honra de nuestra Carta Fundamental, cuidadoso de la rectitud de sus procedimientos y nada afecto a las precipitaciones, respeta los derechos legítimamente adquiridos, no ve adversario en las empresas que han traído sus capitales para intensificar el desarrollo de nuestras riquezas naturales, pero animado de un espíritu de razón y de equidad, juzga que a Venezuela debe corresponderle una participación adecuada a su carácter de propietaria de la materia que es fuente verdadera de esa industria, y que su proceso industria, y que su proceso industrial debe tener en Venezuela su principal asiento para multiplicar las oportunidades de empleo del trabajador venezolano. El gobierno no ataca, trata de convencer y está seguro de que en su propósito hay satisfacción justiciera para la nación y equilibrio estable y seguro para la industria, porque sólo cuando los convenios entre los hombres tienen base de equidad y justicia son duraderos. Ya he dicho que el gobierno no es afecto a precipitaciones, y cuando desde el más alto sitial de la república anuncie la revisión de nuestra política petrolera (el 17 de julio de 1942, desde el palacio de Miraflores, en Caracas), fue porque tenía la seguridad de que a ella llegaríamos por uno u otro camino, el del convencimiento y la cooperación o el de los medios legales; si, lamentablemente, del primero no se obtienen todos, absolutamente todos los resultados que esperamos, el gobierno abandonaría las razones de equidad y, armado con incontrovertible fuerza jurídica y moral, procederá, en nombre de la república, a reivindicar lo que en derecho le corresponde".
La reforma petrolera anunciada era la piedra de escándalo de la oposición (adecos). No quedó otro camino que reconocer que también esa bandera de agitación era abatida, y así se hizo en dos ocasiones. El 16 de noviembre de 1942, el partido Acción Democrática telegrafió al presidente Medina manifestando su "intensa satisfacción" por la anunciada reforma petrolera. El máximo dirigente de ese partido de oposición, don Rómulo Betancourt, en la concentración celebrada el 17 de enero de 1943, en la plaza de los Museos, en Caracas, para respaldar masivamente la política del presidente de la república, expresó esta opinión: "El 17 de julio de 1942, en discurso pronunciado en Miraflores, expuso el jefe del Estado la decisión de su gobierno de revisar la política petrolera nacional. Y aún más categórico y explicito fue en su histórico discurso de Maracaibo, el 15 de noviembre de 1942. La tesis expuesta en esta última oportunidad, por boca del más alto personero del poder ejecutivo, es la misma que sustenta todo venezolano honrado que siente a la patria como debe y como responsabilidad".
La libertad política y la tranquilidad pública, avaladas por el comienzo de una prosperidad económica que no fue desquiciada ni por la difícil situación internacional, permitió a Medina liberalizar su régimen hasta el punto de permitió la legalización del Partido Comunista (1945), que ya venía actuando con el nombre de Unión Popular Venezolana. El régimen demostraba que la mejor lucha contra el comunismo era la sana administración y el estímulo al progreso material e intelectual. El comunismo, si no se impone por la fuerza, sólo penetra en los pueblos con hambre y desmoralizados. Un pueblo con elevado nivel de vida y sana administración, neutraliza la prédica mesiánica del marxismo. Por eso Medina no hostilizó a los comunistas, no los persiguió ni encarceló. El Partido Comunista fue un partido de minorías, como lo era antes del 18 de octubre, el partido Acción Democrática, hasta el punto de que su militancia era inferior a la del Partido Comunista, pues apenas llegaba a 20.000 inscritos, mientras el comunismo militante alcanzaba a los 30.000.
"Los años de gobierno de Medina Angarita se desenvolvieron dentro de un clima de tranquilidad pública", dice Betancourt, en su libro más reconocido. En efecto, el jefe de la oposición gozó de plena libertad. Sobran sus palabras: "Fue una etapa de cuatro años (1941-1945) que en lo personal me dejó huella imborrable. En mi exilio de juventud siempre ambicioné conocer pueblo por pueblo, caserío por caserío, a la inmensa Venezuela; mirar de cerca y a lo vivo sus problemas; dialogar sobre su destino con nombre y mujeres de la Montaña y del Llano, de Oriente y la Guayana. Realicé ese soterrado y premioso anhelo en esos años que me enseñaron de mí país mucho más de cuanto aprendiera en vigilias estudiosas, sobre las páginas de los libros." Gracias a la libertad, el dirigente conoció a su país. Pronto volvería la dictadura y regresaría la persecución.
Las perspectivas de establecer definitivamente una vida política constitucional y democrática en Venezuela, se acentúan durante los cuatros de gobierno del presidente Medina. No sólo en el orden político el pueblo había recuperado la confianza plena de convivencia cívica, sino que en el proceso económico se estaban echando las bases para elevar el nivel de vida en todos los sectores. Se había establecido "un sólido programa financiero, industrial, económico y educativo".
—El período constitucional 1941-1946, fue interrumpido el 18 de octubre de 1945 por un golpe de Estado por la ambición de poder del sátrapa Rómulo Betancourt, y un grupo de militares "traidores"; estos malandros, ladrones y asesinos, cortaron el camino hacia la instauración de la constitucionalidad, y retrotrajo a Venezuela a los sistemas totalitarios. ¿"Dónde está la ‘democracia’, tan cacareada por estos fascistas?".
¡La Lucha sigue!