Aquiles trabaja de obrero en una fábrica de Maracay, en la zona industrial San Vicente. Vive en La Coromoto. Su mujer se levanta con él a las cinco de la mañana de lunes a viernes. La casa es pequeña; apenas un cuarto donde duermen ellos con sus hijos, José de cuatro y Virginia de dos. Aquiles nunca agarra vacaciones; prefiere trabajarlas y no perder el salario de un mes. El 11 de Abril estaba trabajando cuando las vainas se pusieron feas en Caracas. Nunca se había metido en política; no le gustaba o prefería hacerse el pendejo para no figurar. Su patrón hablaba pestes de Chávez y ese día dijo que “se le acabó la manguangua a ese asesino”. Aquiles no hablaba, pero intuía que, cuando el patrón hablaba mal de alguien, era por que era bueno. Terminó su turno a las seis de la tarde. Dejó al patrón diciendo “ese hoy cae”. Sintió que algo se estaba perdiendo. Al llegar a la casa, Marta, su mujer, le sirvió una sopita maggie y una arepa con queso y mantequilla. Estaban los dos callados y solo se escuchaban los gritos de José y Virginia jugando en la calle. Aquiles no es un hombre conversador y Marta lo conoció así. La tristeza de Aquiles la envolvió y sin decir una palabra, fue a encender el televisor. Aquiles abrió la boca con un trozo de arepa a medio masticar, solo para decir “Apaga eso. Solo hablan pura pendejada de Chávez”. Se fue a acostar temprano para quitarse la tristeza. Marta hizo lo mismo; no había novela y había que levantarse a las cinco a preparar el almuerzo de Aquiles. Aquiles soñó con balas y miseria; soño con el patrón hablando siempre lo mismo. El 12 se paró a las cinco. Marta también. Hicieron lo mismo de todos los días. Un “me voy a bañar” y un “toma el café”; después un beso tímido y la vianda que pasa de mano. Llegar a la parada y saber que Chávez ya no era presidente...
Asdrúbal vive en el 23 de Enero. El día 11 al mediodía atendió el llamado a defender Miraflores. La gente del círculo se movió rápido ante la amenaza fascista. ¿“Fascista”? El no sabe muy bien por que le dicen fascistas a los escuálidos, pero debe ser una vaina bien mala por que los ha visto arrechos cuando se lo dicen. Su comadre Alcira pasó y le dijo “vamos pa’ Miraflores, mijo, que estos carajos quieren tumbá a Chávez”. Asdrúbal trabaja como albañil matando tigritos en el barrio. Se contagió con lo de los círculos por Jacinto, otro albañil que hablaba raro de cosas como el “imperialismo”, “la lucha de clases” y la “organización popular”. El aprendió a ser albañil en medio de cemento y cabillas por que su papá se lo llevaba de ayudante y así su papá de su abuelo y su abuelo de su bisabuelo. Solo sabía hacer ranchos a prueba de lluvias; en eso era bueno. Pero, de política un coño, hasta que la percibió con aquel famoso “por ahora” y se despertó un día manejando la pala y el nivel con las reuniones del círculo que formó Jacinto. Cuando llegó a Puente Llaguno, las cosas ya estaban tensas. Primero cayó uno a su lado; luego otro y aquel que llevaban en volandilla con la cara llena de sangre. Los disparos tronaban en su cabeza y miró para arriba y miró hacia la ballena y de tanto mirar horrorizado, se encontró arrecho con una cabilla en la mano. “¡Que vengan, Nojoda...!”. Asdrúbal perdió el miedo entre goteos de sangre. Se quedó hasta la madrugada frente a Miraflores. Lloró como un carajito cuando se llevaron a Chávez. Se instalaban los asesinos y la rabia no cesaba...
Lorenzo nació en Valera y se hizo profesional en la Universidad de Trujillo. Perdió a sus amigos desde que le dio por entender las vainas de Chávez. Nadie apostaba por su futuro en la empresa de vidrio. Ya era vox pupuli su asistencia a las reuniones de un círculo en Carvajal. Su papá y su mamá estaban calientes y no entendían ese desvío “comunista” del primogénito. Le habían prohibido seguir con esa junta de ultrosos con toda clase de amenazas. Lorenzo se tuvo que mudar y alquiló un apartamento en La Beatriz. El 11 lo agarró en La Puerta con una carajita que estaba enamorando. Prestó atención al televisor del restaurante y supo que algo raro estaba pasando. “Mija, vamos que me estan esperando...” – le dijo a Raquelita, quien no entendía por que el pretendiente se estaba rajando. “Tan buena que está Raquelita, pero esta guama ya me está angustiando” – pensó Lorenzo mientras la llevaba al carro. Bajó a Valera corriendo y Raquelita, por no saber, de la desilusión pasó a la rabia y ni siquiera un beso de despedida le dio a Lorenzo frente a su casa. No le importó, por que otras cosas estaban pasando. Se fue a Carvajal y ya estaban casi todos reunidos. Sonó el celular. Era su mamá angustiada que le pedía fuera a casa para evitar que su hijo llevara este peo muy lejos. “Quédate tranquila. Estoy en casa” – Le mintió Lorenzo. En la madrugada, todos estaban pegados al televisor. Una lágrima rodaba por la mejilla de Ixora; otro tragaba grueso y Lorenzo dijo: “No importa ¡Carajo! Mañana volvemos...
Josefina es secretaria de la Gobernación del Estado Bolívar. Su mamá es adeca y su papá también. Se ganaron unos contratos en tiempos de Carlos Lee Guerra y sabía de las vagabunderías que allí se tejían. Carlos Lee ni siquiera había sido gobernador, pero pasó de vivir en una casa de barro en la Avda 19 de Abril a tener una mansión en Virgen del Valle. Esas triquiñuelas le arrebataron su lógica herencia adeca. Primero trabajo para la Causa R y empezó a trabajar cerca de Andrés Velásquez. Las vagabunderías siguieron y se sintió defraudada de nuevo. El Comandante le resucitó ese sentimiento de lucha y quiso ver en Rojas Suarez el cambio que otros nunca cumplieron. El 11 la agarró en la gobernación en medio de los rumores. En la tarde todos se fueron y ella prefirió quedarse por solidaridad con el gobernador. Luego entro el obispo y otros que no aún no recuerda. La pasó buscando Roberto en la noche, su marido. “¿Mi amor que está pasando?” – le preguntó angustiada. “La vaina esta fea, mija. Vamos pa´la casa y allá te cuento”. La madrugada los agarró a los dos en la sala con el corazón en la mano y la imagen de Chávez entrando al Fuerte Tiuna en la retina...
El día 13 amaneció lleno de rabia. Aquiles, Asdrúbal, Lorenzo y Josefina pasaron del estupor a la arrechera. En la 42 Brigada, en Miraflores, en la Plaza Bolívar de Valera, en la Plaza Bolívar de Ciudad Bolívar y en todo el país, la gente salió a la calle a tragarse el destino. Lo que al principio fue rumor, se fue transformando en voz; luego el grito que no cesa y, por último, ya no era Aquiles, Asdrúbal, Lorenzo o Josefina. Era Venezuela. Era el pueblo hastiado y lleno de vergüenza. Esta vez el fascismo no ganaría la pelea. Ese día fue Venezuela.
El día 13 se consolida una actitud, una fe y una esperanza que no pudieron derrotar en Diciembre y en Enero, cuando los fascistas trataron de ahorcarnos nuevamente. La lucha por derrotar en PDVSA a los traidores, tiene que ver con ese espíritu consolidado el 13 de Abril. Son historias individuales que se cruzan por amor a esta tierra. Son personajes que enlazan un solo objetivo: Trabajar por Venezuela.
Hoy, vemos con preocupación como podrían ponernos a prueba nuevamente. Ya no por el esfuerzo de los fascistas; si no por la pendejada de los revolucionarios. Se infiltran allí en nuestro corazón y envenenan el flujo vital que aún no ha sido restablecido. Ya no por el esfuerzo de los fascistas; si no por que le entregan en bandeja de plata, nuestra actitud del 13 de Abril.
Es bueno recordar cada una de nuestras historias personales. ¿Dónde estuviste, donde estuvimos? ¿Qué hiciste, que hicimos? ¿Cuál fue tu fuerza, cual fue nuestra fuerza? ¿Cuántos muertos te costó, cuantos nos pueden costar? Fue el pueblo ¡carajo! El que salió a la calle a rescatarte con nuestras pequeñas historias y es al pueblo al que te debes ¡carajo! No al amigo, no al fascista, no al que hoy se burla de tu estupidez...
Fue el pueblo ¡carajo! Y al te debes...
msilvaga@yahoo.com
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