Las vainas sencillas

Ocurre que cada día los venezolanos debemos afrontar retos de
inconmensurable importancia. Toda la población, sin excluir niños, ancianos
o amas de casa (de las que antes solo se ocupaban de cuestiones domésticas)
ahora debe adoptar actitudes participativas y protagónicas ante cuanta
lavativa se plantea en el país.

Estamos inmersos en transformaciones que afectarán el destino de la
patria. Ya bien sea a favor del gobierno o de la oposición los ciudadanos
deben escoger entre diversas opciones, a cual más compleja, delicada y a
veces, para colmo, ininteligible.

Unos claman por convocar a una Asamblea Constituyente, otros
prefieren reformas constitucionales mediante el parlamentarismo de calle,
con los vecinos alebrestados y votando a mano alzada en cada Plaza Bolívar
de nuestra variada geografía.

Se discute apasionadamente sobre la ideologización de la enseñanza
básica, por lo general empleando términos inexactos atribuidos a algún
funcionario innominado o misterioso.

El que más o el que menos se debate frente al dilema de qué hacer
con RCTV o cuál actitud adoptar ante los demás canales, tan sectarios como
la planta de Bárcenas, aunque con la suerte de no contar con Marcel Granier
para ayudarlos a hundirse.

El caso es que ahora a casi nadie le queda tiempo para dedicarse al
romanticismo o a soñar con temas inefables. Hasta los locos de carretera
andan con el alma en vilo pues en cualquier paso de luna inician una misión
de misericordia para sacarlos de las calles y llevarlos a hospedajes con
calor de hogar. Es decir, hasta ser vago se ha puesto difícil.

Tengo la impresión de que innumerables poetas andan pasando las de
San Quintín, arreados por los organismos culturales para pronunciarse acerca
de sesudas y graves ponencias.

Ahora resulta normal encontrar a ciertos bardos que en épocas
anteriores escribían cosas gratas, redactando textos envenenados, que
supuran hiel y cosas más amargas contra el gobierno y sus partidarios.

Por lo visto en ambos bandos muy pocos se ocupan de cosas
sencillas, como el sonido del mar en las caracolas, los cocuyos que titilan
como estrellas y otras vainas parecidas.

augusther@cantv.net


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Augusto Hernández


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