Una de las tragedias de tomar al POPULISMO como política para imponer liderazgos es la de inocular en el inconsciente colectivo la creencia de que todo le es dado, de que el Estado protector está allí para proteger y dar sin exigir nada a cambio. Y se profundiza la tragedia cuando se conjuga ese Populismo con el ideal Socialista, pero, sólo en forma de retórica, como ideología en tanto que falsa conciencia. El Socialismo sólo quedó como palabra hueca, sin contenido ni aplicación práctica, tomado para dar la sensación de seguridad social, de equidad, de justicia. Los discursos incendiarios que sembraron esperanzas en las familias venezolanas, con el correr de los años se han convertido en una decepción generalizada la cual desilusionó a quienes apostaron a cambiar para bien tanto de sus familias como de su entorno social acabando con sus esperanzas para luego emigrar unos o encerrarse en sus cáscaras otros.
Lo dramático del caso venezolano son las señales que recibimos tanto de lo económico como de lo político, por ejemplo, José Guerra nos comenta sobre la “Peligrosa caída de las reservas internacionales del BCV”, y subraya, “Al 19 de noviembre de 2021 las reservas internacionales se situaron en US$ 5.879 millones que comparados con US$ 6.264 millones del cierre de diciembre de 2020 refleja una caída de US$ de 48,5 equivalente al 7,6%... y si se le deducen US$ 1.500 millones de la posición de oro en litigio con el Banco de Inglaterra el verdadero valor de las reservas es US$ 4.379 millones, de los cuales el 60% corresponde a oro”. Es decir, el BCV sólo cuenta con US$ 1.700 millones en reserva líquida para estabilizar el tipo de cambio de allí que preparémonos para 2024 volver a quitarle ceritos a nuestra devaluada moneda.
Entonces, a nivel económico, es una mala señal la que nos manda el BCV. Ahora bien, a nivel político las señales no pueden ser peores, sólo que aquí se han distribuido las cargas negativas en los casos del Partido de Gobierno y las oposiciones. Del PSUV la caída ha sido decreciente, en 2018, 6 millones 100 votos; en 2020 4 millones 200 votos y en 2021 3 millones 600 votos. Esos resultados indican que las SEÑALES de quienes apostaron al proyecto chavista está mermando en términos absolutos. La oposición lejos de aprovechar la caída en picada del partido de gobierno, se auto-flageló. El desempeño de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), sintetizada en el G4, no pudo ser peor por arrogante, prepotente y con escasa visión política lo que se tradujo en más decepción para la población en general quien envió dos SEÑALES contundentes, una señal al G4, a quien le reprochó su actitud con la abstención generalizada, y otra señal muy digna de tomar en consideración es la enviada por el sector agrario del país.
Nos comenta el Ing. Alirio Rangel desde Trujillo lo siguiente, “Los agricultores castigaron electoralmente la política agrícola neoliberal del gobierno”, y añade Alirio, “en los tres estados andinos suman 36 las proclamaciones en todos en municipios agrícolas. En Táchira 16 alcaldías; en Mérida 13 alcaldías; en Trujillo 7 alcaldías, así como también en el Municipio Torres (Lara); en Portuguesa 3 alcaldías; en todos los municipios pescadores de Nueva Esparta, en la gran región del Sur del Lago de Maracaibo”, es decir, en el espacio territorial de mayor importancia agrícola y pecuaria y donde históricamente las propuestas políticas de la revolución bolivariana salían victoriosas, ahora son tomados políticamente por los trabajadores del campo quienes lejos de tomar una posición abstencionista decidieron luchar por la subsistencia, por sus propias vidas y optaron por el único camino probable para salir de la tragedia que no es otra que tomar conciencia del rol que desempeñan en la actual coyuntura y actuar en consecuencia.
El avance de los sectores intermedios en la ciudad y en el campo nos lanza una señal positiva ya que es en esos cuadros políticos, verdaderos líderes locales, reconocidos por sus comunidades en donde debemos poner el acento para diseñar estrategias políticas de nuevo tipo. Los liderazgos reales están allí, en las bases populares, no en las cúpulas podridas de algunos partidos que sólo han traído desesperanzas. Las señales enviadas en las pasadas elecciones tanto por los que se abstuvieron como por los trabajadores del campo es la mejor lectura que se le debe dar a las nuevas agendas políticas para avanzar en el diseño de una política de cara al 2024.
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