El Cardenal

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El bello cardenal coriano (Vermilion cardinal o Cardinalis phoenicius), cuyo territorio es la costa norte de Venezuela i no el llano, con sus bellos colores cenizos en el cuerpo, de los cuales destaca el rojo bermellón en su copete, algo más oscuro en la cola; es ave que no tiene nada que ver, con los miembros del Colegio de Cardenalicio Romano, a no ser por el vestir capelo o capello rojo i otras ostentaciones de ese color en la sotana negra, que establecería mejor relación con los zamuros. El término “cardenal”, que fue reconocido durante el pontificado de Silvestre I (314-335), proviene del latín “cardo” que significa bisagra. En herrería, es el soporte o articulación metálica de puertas i ventanas, para abrir i cerrar, pero también se llama así, el refuerzo entre tapas i lomo de los libros, lo que tendría mejor relación o afinidad con la función eclesiástica de asesores papales, cuidadores de lo que  sea necesario encerrar u ocultar en los libros “sagrados”. El Cardenal, pues, es un prelado distinguido i privilegiado, para formar parte del Colegio Cardenalicio, con competencia para elegir papas, asesorarlos i reforzar la condición del cargo que desempeña en otro país, como Arzobispo. En Roma, sus vehículos cadillac negros, llevan una placa con las siglas STVC que, aquel ex administrador del Vaticano a quien le prohibieron publicar un libro sobre El Patrimonio del Vaticano, decía con humor que significaban: “Si te viera Cristo”. Por ello, cuando un Arzobispo lo transforman en Cardenal, su responsabilidad crece, pues, a la de simple sacerdote, suma la de sus altos cargos burocráticos, sociales i religiosos. De los Cánones 349 al 359, los fundamentalmente de ese Colegio i responsabilidad primordial de sus miembros, es participar en la elección de los papas. Sin embargo, existen muchas otras obligaciones a cumplir, entre ellas, en lo concerniente a la relación de la Iglesia con el Estado, en el artículo 71 asienta que, “no se deben crear polémicas ni divisiones”, porque, como lo afirma el Cardenal Cipriani, Arzobispo de Lima, “no se quiere  en ninguna parte, un Estado confesional”. Igualmente, el Cardenal Joseph Ratzinger, alemán, recientemente elevado a Decano del Colegio Cardenalicio, dice que “la iglesia habla demasiado de sí misma y poco de Dios”; agregando que, “la crisis de nuestra cultura se basa en la ausencia de Dios”. I eso se confirma cuando el mismo Papa Juan Pablo II, “aboga por la iglesia misionera, más atenta con los pobres”. En Venezuela, la Conferencia Episcopal, ha estado más atenta que nunca, con la política i nada con los pobres.

Empero, la iglesia, que no ha podido resolver los problemas de las aberraciones sexuales  de  muchos sacerdotes, obispos i arzobispos a escala mundial, propiciadas por el absurdo celibato, inhumano i contranatural (debería leerse la formidable obra La vida sexual del clero, del escritor Pepe Rodríguez, para ver las atrocidades permitidas o escondidas por la iglesia) i tampoco sus problemas de economía neoliberal que, pese a todo, hace de El Vaticano, el primer “país” capitalista del mundo; pero se siente con autoridad moral para inmiscuirse la política de estado de las naciones, llegando a extremos inconcebibles; porque, no solamente son intromisiones políticas, sociales i económicas, sino agresiones inmorales o antiéicas, como lo hemos presenciado en Venezuela, cuando por primera vez en nuestra historia, tenemos un presidente de verdad, que se ha ocupado de redimir a las clases pobres, a los indígenas i a una clase media, envenenada por los medios de comunicación social, i por su lamentable e incomprensible falta de cultura, de estudios serios, sobre la realidad sociológica, pero obnubilada, tal vez, por intereses económicos.

El Colegio Cardenalicio fue instituido, en su forma actual, en 1150, con un Decano i un Camariengo que administra los Bienes de la Iglesia, cuando la silla de San Pedro está vacante, como se dice cuando muere un papa, mientras se elige otro. Entonces, aunque el hábito cardenalicio se ha internacionalizado (representados en 5 continentes i 69 países)  su función era o seguía siendo, únicamente electoral i administrativa. Los cardenales no son embajadores ni cónsules políticos. Empero, El Vaticano es un imperio económico poderoso que, empezó a hacer dinero cuando de las tres iglesias primitivas, Constantino, convertido por su madre, hizo poderosa  en riqueza a la iglesia romana.  Desde los siglos IX i X, con la Simonía i la venta de las funciones sacerdotales, como lo explica Salomón Reinach i hasta cuando instaurado el celibato, a los casados se les permitió seguir así i a los otros se le cobraba el impuesto de putas. Además, cuando, ante los problemas insuperables del papado, Enrique III suspendió a tres papas i nombró ejecutivamente al Papa Clemente, confundió Estado con Iglesia i, desde entonces, a la iglesia le pareció correcto hacer lo mismo: introducirse en las cuestiones de Estado. Igualmente, la Iglesia ha estado lejos de la palabra de Dios i de lo que dicen los evangelios, que tampoco  son su palabra, i ni siquiera documentos históricos; pero desde Constantino, esta organización se  convirtió en un poder sociopolítico terrenal.

  

Por eso, a los que estudian seriamente todo, la iglesia no les causa sorpresas. Entre ellos me incluyo. “La iglesia se ha sentido con patente de corso, para poder pecar contra Dios –dice Pepe Rodríguez– vulnerando su lei”i al mismo tiempo “la prerrogativa de perdonar cualquier pecado”.

Por eso, algunos Cardenales, se sienten un Papa clonado, en su país, así no lo acompañen las dotes del talento i de lo ético. I expuesto todo esto, llegamos  a nuestra Venezuela.

Hemos tenido  tres Cardenales –el Cardenal Quintero, el Cardenal Lebrúm i el actual, Cardenal Velasco– los primeros desaparecidos. El primero, de mejor talento o preparación; el segundo, opaco como pocos prelados, i el tercero, ya conocido como un traidor golpista i, escaso, mui escaso de talento i moralidad; nacido por otra ironía del destino, un 17 de diciembre.

Este señor, llanero venezolano como lo exaltan; natural de Acarigua i nacido frente a la Plaza Bolívar, conforma la ironía histórica de vejar, humillar i traicionar, el pensamiento i los ideales, del héroe que veía todos los días desde niño, cuando iba a la escuela i  donde le debieron hablar de él. Vivió largo tiempo en los predios de Páez quien, pese a no ser coherente en su obra en el tiempo, siempre expresó que “la suerte de la patria, me da mayor interés que la mía”. Velasco, ha dicho lo contrario, i cuando se revisa el currículo, excepto dos años de estudios de Filosofía, que debió ser pura Escolástica, Patrística i  basurita de Balmes (que ya ni se consideran como filosofía), no se le consiguen méritos para haber llegado a Cardenal, a no ser los emotivos nombramientos del Papa, que ha llevado a cifra “record” el número de Cardenales. Sin embargo, se cita que, ordenado sacerdote en 1955, cuando fue nombrado, sorpresivamente, Arzobispo de Caracas en 1995, expresó: “No he buscado ni pedido nada. Vengo a servir”.  El 11 de abril demostró que sí buscaba e iba a pedir, i que venía a servir a los golpistas, sin importarle la suerte de la patria.

Ya desde la Asamblea Nacional Constituyente, pude observar su fenotipo, con un rostro que refleja ignorancia. Le veía de lejos en la parte derecha de la barra, acompañado de muchos sacerdotes i en ocasiones bajaba a confundirse  con algunos constituyentes (naturalmente de la derecha reaccionaria) o se reunía en secreto con los más prominentes. Él fue quien hizo que, otro ignorante, exaltado sin méritos a la Presidencia de la Asamblea –“Don” Luis Miquilena– se hiciera el loco o el ciego, para negarme el derecho de palabra, para intervenir en el debate sobre el inicio de la vida i el aborto, después que otro ignorante audaz (sobre el tema) como Jorge Olavarría, expusiese extensamente de lo que no sabía nada, corroborando lo que yo llamo deshonestidad intelectual. Tuve que protestar i retirarme de la Asamblea. Al día siguiente, pavoneando en el recinto, el futuro Cardenal (fue designado el 21 de febrero de 2001) pasó a mi lado i, con una sonrisa burlona que acentúa la estupidez en su rostro, me palmeó en el hombro como diciéndome: –Te quité la posibilidad de hablar. Luego supe de su complicidad con Miquilena.

Por eso, cuando fue nombrado Cardenal, pensé que le vendría mejor lo de rei zamuro. La iglesia es una institución que huye de la inteligencia, por lo cual, los más cretinos tienen mejores oportunidades de “pontificar”. Desde siglos se predica que sólo los pobres de espíritu, verán a Dios.

Por ello, Ignacio Antonio Velasco García, tiene un pobre currículo, según lo publicado por el diario La Religión en febrero de 2001, recogido en Internet. Ya mencioné lo de sus estudios i la sorpresa que han producido las dos designaciones. La brutalidad es proverbial i no se la hemos inventado; la ha demostrado. Primero, violando sus credos religiosos i la Constitución de su país, junto a su homólogo sobresaliente en soberbia i maldad, el adeco con sotana como se conoce a Baltasar Porras, se hace conspirador i ambos utilizan la Conferencia Episcopal como cuartel general o antro conspirativo. Dios, naturalmente, está ausente. La preside Porras. El día del golpe, ambos desatienden el llamado a Palacio, hecho por el presidente Chávez. No tenían tiempo, pero cuando el presidente es detenido i llevado al Fuerte Tuna, ellos estaban allí  con los principales conspiradores i por obra i gracia del Espíritu Santo. Pero lo que nadie olvida, es el rostro de satisfacción, la mirada “beatífica” cuando contempla la escena i pasa a firmar el “documento” del tirano Carmona Estanga, Pedro I El Breve, propuesto por él como presidente de facto i tal vez hasta bañado de agua bendita. Luego se suma a las celebraciones, la euforia i los abrazos, aunque luego, también miraría por una hendija de ventana (como el almirantucho asombrado que ya era Jefe de la Casa Militar) viendo la valiente, extraordinaria i patriótica reacción del pueblo, el gran pueblo de Caracas, i sale a tratar de enmendar sus traiciones, su bajeza, sus maldades i complicidades, tratando de hacer de consejero protector del presidente. Lo demás es cuento sabido. 

Sin embargo, no podía faltar otra muestra resaltante de su ignorancia i estupidez. Para justificar lo injustificable, este triste ejemplar de hombre “religioso”, dice que él lo que firmó, fue un papel en blanco.(!!!) ¿Se lo aconsejarían los abogados que tiene la oposición? ¿Los mismos que redactaron el adefesio del decreto Carmona? ¡Cómo desborda la inteligencia! Si fuese un jonrón en el Estadio de San Francisco, sería más largo que los de Barry Bond: caería a mitad del Pacífico.

Razón tuvo Iris Varela, esa valiente, inteligente i dinámica venezolana, de llamarlo hasta “cerdo”, compartiendo quien escribe, la protesta que alguien expresó a nombre de los cerdos. Eso dicen que es insultar, pero ¿Acaso no es un insulto mantenido, para el pueblo venezolano todo, la actitud, los gestos, las palabras, de este Cardenal que no llega ni a zancalargo o gorrión?

Ojalá que enterado de los reglamentos del Colegio Cardenalicio, el año que viene, al cumplir 75 años si la enfermedad se lo permite, renunciara i fuese al retiro, tal como esta pautado: a los 75 se les pide la dimisión. Dejaría de ser una vergüenza para el país i un desprestigio para el Colegio de Cardenales. En lo personal, a esta especie de pecador, le bastaría confesarse i todo será borrado del disco duro de la computadora celestial. Ya no le vale el  consejo del Cardenal cubano Jaime Ortega, quien ha sabido llevar a su iglesia acorde a  los preceptos de su religión, i afirma que “no es tarea de la Iglesia, dar indicaciones políticas”. Pero, nos queda su discípulo i cómplice, Baltasar Porras. Para ambos es válido estas palabras de la obra Imitación de Cristo: “el que busca algo fuera de Dios y la salvación de su alma, no hallará sino tribulaciones y dolor”.



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Roberto Jiménez Maggiolo


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