La manipulación de los medios, me retrotrae a aquellos cuentos que llenaron nuestras primeras lecturas. El efecto maniqueo imperaba por encima de la verdad; pues había que crear una realidad inexistente, donde los personajes eran muy malos ó muy pendejos. No habían medias tintas, a no ser que el malo se convirtiera en bueno de la noche a la mañana y, en caso contrario, el bueno sucumbir a las tentaciones de la maldad a límites escabrosos e irrecuperables.
Tomando en cuenta que los conocimientos de la juventud de ahora nos gano en precocidad, esto producto del bombardeo visual a que se ven sometidos hasta en una simple novela de los canales privados; la juventud de los 60’s y 70’s tuvimos la ventaja de ser más imaginativos. En mi caso, por aquellos lares de Angostura, vine a ver la televisión en mi sexto grado de primaria, cuando llevaron la señal de CVTV (Cadena Venezolana de Televisión). Anterior a ese evento, me tuve que conformar con Juan Centella, Los Tres Villalobos y Martín Valiente “El ahijado de la muerte” por la emisora local. Algunos juegos eran estacionales. El Trompo, las metras, los papagayos y algún cabrón que nos sacó el jugo con los álbumes de barajitas de una sola página (la de realitos que le robé a mi vieja para ganarme una cámara fotográfica de plástico). Luego, después de llevar unos cuantos cocotazos para terminar de hacer la tarea, nos reuníamos en la plaza a jugar Cuarenta Matas, Librao, Policías y Ladrones, despreciando por maricón a algún compañero que jugara con las niñas al Avión. En todos estos juegos y diversiones obraba la imaginación de una manera determinante. El despertar que nos llevaría a la adolescencia, nos convirtió en antipáticos irreverentes. Empezamos a descubrir que esa vaina del niño Jesús y San Nicolás, era una forma muy soez de engañar a los carajitos. Recuerdo un 25 de Diciembre, entrar al cuarto de mis padres y encontrar mi regalo de Navidad. “¿Quién lo trajo?” – pregunté como un soberbio pendejo y mi papá me dijo: “Fue San Nicolás... Ahorita se acaba de ir por la ventana”. Esa vaina no se hace. ¿Saben ustedes cuanto tiempo estuve echándole bola a la cabeza, para digerir que San Nicolás, un gordo enorme, había salido por un macuto de metal en una casa del Inavi?
Algo similar ocurrió con aquellos famosos cuentos que han seguido jodiendo a los carajitos de generación en generación. Con diez años de edad y ya resuelta esa vaina de un San Nicolás que jamás había pasado por esa ventana ¿Quién me prohibía dudar de la virginidad de Blanca Nieves viviendo con siete enanitos en una casa del bosque? Hensel y Grettel es otro ejemplo de la perversión ó que alguien me explique, ¿por qué mataron a la pobre brujita, echándola al caldero después de haberle regalado un viaje de dulces? El caso del Lobo y Caperucita Roja, es horrible. Un Lobo enamorado de Caperucita llega a la casa. La abuelita que lo viola y luego, en combinación con su nieta, lo viste de abuelita y la Caperucita que entra en el cuarto y le salta encima, lo jamaquea, lo hechiza con sus conocimientos en el Kama Sutra ¿y todo para qué? Para que la muy desagradecida, salga gritando al bosque: “¡Me violaron, me violaron!”. Se jodió el Lobo con los leñadores.
No menos perverso es el comportamiento de Superman y el Pato Donald. ¿Cuándo han visto a este Pato pendejo llevarse a Daisy a un hotel? ¡Jamás! ¿Y Luisa? Tuvo que esperar un bojote años, para que la sacaran a volar al Polo Norte. Frígido este hombre de acero. Nadie puede imaginar a Luisa Lane, haciendo el amor en una cama de hielo.
Con nuestros medios de comunicación y sus aliados de la Coordinadora Golpista, estamos regresando a aquella mentira perversa que encuentra su peor obstáculo en la irreverencia del venezolano. Pasaron cuarenta años echándole un cuento de vaqueros al país; pero el pueblo dejó de ser un niño susceptible al engaño y ya sabe de donde sale San Nicolás. Cuando empezaron a regar la bola de las armas químicas en el IVIC, como todo cuento sin una sola partícula probatoria, no pude menos que recordar una frase famosísima de todo aquel que se siente ofendido por ese golpe a la inteligencia: “¿Tú crees que yo soy pendejo?”. Los científicos tienen fama de abstraerse en su trabajo y vivir pendiente de cifras, moléculas, ecuaciones, que le llevan a vivir una realidad más profunda que la de un ser que se la pasa mentando la madre por que no le alcanza el sueldo. Pero, no dejo de imaginar, la sorpresa que se revela contra las cifras, moléculas y ecuaciones, ante tamaña estupidez. El IVIC, un instituto que solo trabaja para resolver problemas que nos permitan generar vida, hoy convertida por obra y gracia de cuatro manipuladores mediáticos, en un laboratorio de armas de destrucción masiva ¿Qué vaina es esa? ¿Es tan pobre y tan mediocre el plan que estos enfermos pretenden llevar a cabo, para originar una matriz de opinión que afecte a un instituto que nunca ha tenido que ver con la política? Definitivamente, estos señores están desfasados... ¡No!, Desfasados, no... Estos carajos son idiotas. Tan idiotas que juran que Venezuela es idiota.
No me extrañaría ver a unas cuantas juntas de vecino, haciendo pedidos de máscaras anti gas; incluso, de trajes completos que no permitan la contaminación de un arma esparcida en el Metro, en la Plaza Altamira o en el este de Caracas.
Por ahora, estoy prevenido a no asustarme y creer que Plaza Altamira fue invadida por extraterrestres cuando más de uno se encasquete una máscara y el trajecito completo. Ya debe haber un vivo vendiéndolas y, quizás, inventando un carro burbuja, un apartamento con sótano a prueba de bombas nucleares y aerosoles en contra del ántrax... El peo sería ver cuanto aguantan haciendo una marcha con todo ese vainero encima.
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