Por Dios, qué nos está pasando

"Dejad que los niños se acerquen a mi porque de ellos es el reino de los cielos".

Mateo 19:14

Con estas palabras pronunciadas por el Señor, deseo significar lo cuantioso de la valía de los niños.

En ella encierra también la inocencia de ellos ante un extraño, cuando por lo metafórico de la frase, estos, los extraños y por consiguiente todos los demás seres humanos adultos no deberían representar para ellos ningún tipo de peligro.

Esta reflexión la hago, por una razón extraordinariamente preocupante para mi, ya que en los últimos meses he asistido, en mas oportunidades de las que pudiera considerar como normal, siendo que de ninguna manera, en ninguna ocasión lo seria.

Se trata de la violencia inusitada en contra de los niños.

Las redes sociales en las que participo, en los últimos cuatro meses se han visto inundadas, con una frecuencia de por lo menos dos semanales, de noticias de acciones en contra de los infantes. Acciónes inimaginables tanto por lo cruenta de las mismas, como por sus perpetradores.

La mayoria de las veces, estos individuos son los símbolos de la máxima representación del amor y de la protección para ellos. Padres, abuelos, tíos, hermanos, padrastros y todo lo que conforma el circulo de confianza mas íntimo se convierte en el lugar para la acechanza, y propicio para lo artero de sus acciones.

Una particularidad que mas llama la atención es, que en su interior siempre existió complicidad y colaboración con sus parejas.

Como individuos, esta situación debe considerarse extremadamente alarmante y como sociedad debemos colocarla en el grado superlativo de imperante a resolver.

Aun queda fresco en la memoria de los guanareños, un caso donde la brutalidad, la vileza y lo monstruoso de los hechos, tortura, violacion fisica extrema y continuada por mucho tiempo, derivaron en actos públicos de violencia exacerbada, donde se persiguió a los asesinos del niño, para el pueblo tomar la justicia con sus propias manos y quemaron sus propiedades.

Por esa razón hoy me pregunto. ¿Que nos esta pasando?.

Una de las razones que a mi juicio, sin ser un experto en la materia, son las redes sociales.

Como lo dije al principio, es a causa de estas que nos estamos enterando en tiempo real y con detalles, en oportunidades innecesarios; de estos alarmantes acontecimientos. Lo que es algo positivo.

Sin embargo, uno de los fenómenos presente con estas, es que vivimos en una sociedad altamente tecnológica de comunicación, con individuos imbuidos en una soledad personal absoluta. Viviendo en un mundo abstraído de todo contacto humano, donde se perciben a si mismos como lobos solitarios, capaces de vivir de manera en oportunidades inconsciente, bajo sus propias normas. Las normas de convivencia se van desapareciendo de su conciencia como por efectos de un difumino, lo que los coloca de manera inevitable en un limite delgado entre el bien y el mal.

El otro aspecto primordial, es que estamos absortos sin ser invitados, a una sociedad altamente sexual. Anteriormente y por la mass media la comercialización de los productos de consumo masivos eran adicionados con un componente sexual sugerido, hoy el sexo es el producto y para nada sugerido; es sencillamente explícito.

Hoy, todo el mundo tiene un celular en la mano, y si a este hecho le agregamos los dos anteriores, estaríamos ante la elaboración de un coctel altamente explosivo, que solo necesita la mecha de ignición que provee la falta de valores éticos, de virtudes ciudadanas, la conciencia moral del concepto de lo bueno y también educación.

No es casual que dejé el tema de la educación para escribirlo como último renglón de esta necesidad, es que me voy a permitir hacer una exhortación a algunas personas muy bien educadas y decentes que tienen a sus hijas en la etapa de la adolecencia, dejenlas ser adolescentes, todo tiene su tiempo. Orienten sus mentes a la compatibilidad de su cuerpo, y estos con sus apariencias.

También eduquen a sus hijos en la necesidad del valor de su persona, no son un producto.

Perdónenme la licencia, es que en ocasiones me da por ser pacato, pero es que a menudo los he visto alardeando de sus hijas disfrazadas de mujer fatal.

Recuerden que ser felices es gratis.

Paz y bien.



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José Gregorio Palencia Colmenares

Escritor, poeta, conferencista y articulista de medios

 vpfegaven@gmail.com

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