Desde el ala siniestra de la luna

Ser o no ser, no es una decisión... es una condición

"Llamarle pan al pan, vino, llamarle al vino...

al sobaco, sobaco, miserable al destino.

Y al que mata llamarle, de una vez asesino"

"Palabras como Cuerpo" (Joaquín Sabina)

De un tiempo para acá, con la proliferación de "coachs" que enseñan a vivir mejor y casi se han convertido en una suerte de ángeles de la guarda, hadas madrina... o el Pepe Grillo de Pinocho, se ha expandido la frase "Uno es lo que quiera ser". Pero, especialmente en la biología, eso es un contrasentido. Porque por ejemplo el sexo es una "condición" irrefutable desde el punto de vista orgánico y físico.

La homosexualidad no es, ni siquiera, una preferencia como se plantea. Para mí tiene más que ver con lo que se siente y no con lo que se prefiere sexualmente. Por eso creo que hasta la denominación debería cambiar, porque "homo" significa igual. En este caso... del mismo sexo. O sea que, hace alusión al predicado, pero no al sujeto, ni al verbo. En ninguna parte de la estructura morfológica de la palabra "homosexual" se indica preferencia. Para aludir el sexo que se quiere asumir debería decirse... en el caso de las mujeres, algo así como: féminosintiente. Es decir que se siente mujer. Y en el caso de los hombres: másculosintiente. Ambos requerimientos están claramente implícitos: el sexo y el sentimiento.
Y no me digan que les parece muy rebuscado o enrevesado el término, porque no creo que lo sea más que "sexogenerodiverso".
El adjetivo sintiente y el sustantivo sintiencia son bien aceptados por la Academia de la Lengua Española, por lo cual no se trata de una clasificación arbitraria. La utilización de estos términos resolvería de forma genérica la designación de quienes quieran sentirse lo que les dé la gana... sin que esto conlleve necesariamente al atentado contra el Castellano, como si lo hacen quienes se asumen "trans": transgénero, transespecie... y otro montón de inefables "trans" incompatibles con la semántica, sencillamente porque "trans" indica traspasar algo... y obviamente no se puede traspasar ni el sexo, ni la especie, a menos que haya una mutación. Así es que el que se sienta gato, bien puede hacerse llamar "felinosintiente". El que se crea perro " caninosintiente ", y el que se sienta burro... por la razón que sea, bien puede autodenominarse "equinosintiente".
Ahora eso tampoco les atribuye una identidad por capricho... o para ser flexible, por derecho. La verdad es que cada quien debería tener el derecho de vestirse como le dé la gana y de creerse lo que le dé la gana, pero ese derecho no tiene por qué atravesar el derecho que tienen también los demás de percibirlo de acuerdo a su perspectiva cultural, de formación y criterio. Si se asume como imposición la designación de un perfil biológico que ha sido caracterizado científica y no socialmente, igual debería considerarse imposición que se me quiera obligar a llamar elefante a lo que toda la vida, por razones científicas he conocido como tigre.
Tanto no es un asunto de preferencia, sino de sentir la llamada "homosexualidad" que, comúnmente podemos ver parejas de "mujeres homosexuales" en las que ambas hablan, se vistes, se comportan y hasta asumen la complexión del más macho de los hombres. Es decir que, a las dos les sigue atrayendo el fenotipo masculino, como corresponde a una mujer. Lo lógico sería que si se sienten hombres les atraiga como pareja una persona con rasgos femeninos. Igual pasa con muchas parejas de "hombres homosexuales".
Hay por allí una pareja "herosexual" de personajes de la farándula que han convertido en "tendencia mediática" su decisión de negarse a reconocer un sexo a su descendencia, pero la están criando como Cristiana Evangélica, es decir, imponiéndole una religión que la niña no ha escogido. Y esto es sólo un ejemplo de las contradicciones que bordean a la llamada "ideología de género".
Por eso el asunto de la denominación tiene mucho que ver con la " economía del lenguaje", es decir, con la administración y el uso correcto del idioma; con tener mayor precisión en las palabras, la significancia y el significado. Es como quien tiene 100 dólares y debe decidir el mejor uso para ese recurso... igual lo va a gastar, pero puede derrocharlo en licor o comprar comida. Entonces cada quien puede sentirse lo que le de la gana, pero debe hacerse entender de la mejor manera, sin pretender imponer a la fuerza, percepciones a los demás. Las fobias, los rechazos sociales, los caprichos y las imposiciones, siempre escudan ignorancia o temores... y de eso no se escapa nadie.



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Darvin Romero Montiel


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